Domingo 15 de junio. Me paso todo el día mirando la agenda de conciertos de la expo y apuntando los más interesantes. Esta noche actúan a las 00:30 The Bellrays, un grupo californiano que hace una mezcla de punk y blues. Era la excusa perfecta para ir a extrenar la expo. La duda era cómo. Vivo en la otra punta de Zaragoza, en el barrio de San José que está en la zona SE de la ciudad, mientras que el meandro de Ranillas está en la zona NO. Los parkins para coches son muy caros, 12€ (independientemente de si estás una hora o si estás el día entero), así que miro el mapa de autobuses. Han creado muchas líneas nuevas solo para la expo, prácticamente hay un bus que llega a la expo desde cada barrio, y han modificado otras. No hay ninguna que pase cerca de mi casa, así que toca hacer transbordo para coger el bus expo4, que cruza el Ebro por el puente de hierro y me lleva por una serie de barrios totalmente desconocidos. Soy el único viajero del bus. No puedo evitar pensar que si le pasara alguna avería al autobús no sería capaz de volver a casa. Por fin sale a una zona conocida y poco después me deja en la puerta norte del recinto.
Nada más entrar avisan por megafonía que el concierto se retrasa media hora, así que tengo tiempo para pasear un poco y empiezo por el pabellón puente.
Precioso, si no te vas fijando en los detalles: bordes mal pintados, cristales mal colocados o ¡¡¡paneles pegados con cinta adhesiva!!!!
Después me dediqué a buscar el lugar del concierto, el balcón de las músicas. Cuando por fin lo encontré no había nadie, así que seguí con mi paseo buscando un sitio agradable donde cenar el bocadillo que me había traído. Bajé hasta el río donde hay varias mesas y una estupenda vista.
A la 01:00 seguía muy desangelado el escenario del concierto, sólo unos pocos grupos sentados en el suelo, aislados y dispersos, esperando el comienzo. Al poco salió el grupo y todos nos concentramos en la primera fila sin empujones ni peleas, porque la verdad es que casi cabíamos todos en una única fila. El ambiente no podía ser más triste: una treintena de personas a unos pocos metros de los músicos. Estábamos tan cerca todos que pudimos hacerles fotos sin ningún problema. Supongo que ellos se decepcionaron tanto como yo, pero supieron sobreponerse y montar un concierto más que digno. Desde luego su música no era para convocar sólo a estos 4 gatos que estábamos allí, pero es lo que había. Le pusieron oficio y tocaron como si delante tuvieran a un gran público y nosotros enseguida empezamos a botar y a bailar sus brutales canciones una vez pasado el shock de ver las pintas que traían:
El bajo con pintas punky, el bateria con pantalón corto y cinta elastíca en la cabeza, El guitarra con gafas de pasta
y la cantante... buah, tremendamente elegante!!!
La música era otra cosa: impactante, brutal, sonaba como un cañón. Un tema tras otro, sin descanso, sin apenas presentaciones. Supongo que con ganas de acabar. Aún salieron a hacer un bis antes de desaparecer de esta expo que tan friamente les había acogido. Un desperdicio de música sonando en el vacio.
Nada más entrar avisan por megafonía que el concierto se retrasa media hora, así que tengo tiempo para pasear un poco y empiezo por el pabellón puente.
Precioso, si no te vas fijando en los detalles: bordes mal pintados, cristales mal colocados o ¡¡¡paneles pegados con cinta adhesiva!!!!
Después me dediqué a buscar el lugar del concierto, el balcón de las músicas. Cuando por fin lo encontré no había nadie, así que seguí con mi paseo buscando un sitio agradable donde cenar el bocadillo que me había traído. Bajé hasta el río donde hay varias mesas y una estupenda vista.
A la 01:00 seguía muy desangelado el escenario del concierto, sólo unos pocos grupos sentados en el suelo, aislados y dispersos, esperando el comienzo. Al poco salió el grupo y todos nos concentramos en la primera fila sin empujones ni peleas, porque la verdad es que casi cabíamos todos en una única fila. El ambiente no podía ser más triste: una treintena de personas a unos pocos metros de los músicos. Estábamos tan cerca todos que pudimos hacerles fotos sin ningún problema. Supongo que ellos se decepcionaron tanto como yo, pero supieron sobreponerse y montar un concierto más que digno. Desde luego su música no era para convocar sólo a estos 4 gatos que estábamos allí, pero es lo que había. Le pusieron oficio y tocaron como si delante tuvieran a un gran público y nosotros enseguida empezamos a botar y a bailar sus brutales canciones una vez pasado el shock de ver las pintas que traían:
El bajo con pintas punky, el bateria con pantalón corto y cinta elastíca en la cabeza, El guitarra con gafas de pasta
y la cantante... buah, tremendamente elegante!!!
La música era otra cosa: impactante, brutal, sonaba como un cañón. Un tema tras otro, sin descanso, sin apenas presentaciones. Supongo que con ganas de acabar. Aún salieron a hacer un bis antes de desaparecer de esta expo que tan friamente les había acogido. Un desperdicio de música sonando en el vacio.
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