En el corto camino de acceso a las paredes, que ya se divisan al fondo
Ummmmmm!!!
¿Qué mejor final para una temporada tan extraña y deliciosamente deportivera que pasar una tarde (¿para qué madrugar si hace un frío del carajo por la mañana?) escalando al sol de invierno, en una roca excelente con buena presa y en un valle precioso con buena compañía? Mientras me concentro buscando motivación para volver a subirme a la vía e intentar unos pasos que ya me habían asustado la primera vez, sentado con el sol calentándome la espalda, pienso en la poca nieve que hay este año, en que se acaba diciembre y aún no me he puesto los crampones y me doy cuenta de lo poco que me importa. Se me pasa el estrés y me levanto dispuesto a apretar de nuevo. En el segundo pegue me sorprendo apretando lo justo (no he podido resistirme más tiempo a parafrasear uno de los mejores títulos de blogs de escalada que conozco), en donde la primera vez me dejé el brazo y los pasos salen ahora mucho más dinámicos. Eso sí, el resultado fue el mismo, cero pelotero, me cuelgo y acero los dos pasos que no me salieron la vez anterior, pero bajo contento y satisfecho. Otra vez será, o no. Es el sinnon, pero ¿qué más da al calor del solecico de invierno?
Vistas de Atauri anocheciendo de vuelta al coche
Atauri es un pequeño pueblo situado en un precioso valle a escasos 30 km de Vitoria, nada más pasar el Puerto de Azáceta. Quedo con Patri a las 11 en el polideportivo de Ariznabarra en Vitoria, nos tomamos un cafecito, no hay prisa. Ummmmm, no hay prisa.
Hay una fuente de agua fresca justo al comienzo del pequeño párkin de Atauri y donde nace el camino que nos lleva a las paredes. Al principio hay que hacer un par de zetas entre las casas del pueblo, pero en cuanto salimos de él, el sendero ya no tiene pérdida.
Hay una fuente de agua fresca justo al comienzo del pequeño párkin de Atauri y donde nace el camino que nos lleva a las paredes. Al principio hay que hacer un par de zetas entre las casas del pueblo, pero en cuanto salimos de él, el sendero ya no tiene pérdida.
La escuela es pequeñita y las vías más fáciles son de 6a. Calentamos en Al filo de la bobada, V si lo haces en diedro, dicen, 6a y si le tiras recto, en el último sector. Nos bajamos luego a darle una vía que Patri le tenía ganas, Xambo el rey del mambo, 6b en la guía, 6a+ según un escalador local. Encadenamos los dos y después me pusieron unos deberes bastante más severos: Betula pendula, 6b+, el 6b más bonito de la escuela, según unos amables chicos que nos orientaron un poco. Con semejante recomendación Patri no quiso que yo me la perdiera. Vía estupenda que se me atragantó por culpa de un paso plaquero y una llegada a la reunión excesivamente extraplomada para mis cansados y viejos brazos (me gusta el extraplomo, pero con mesura).
Patri en Al filo de la bobada, bonita, pero algo corta
Xambo el rey del mambo: Patri en el primer pegue
El agüelo en la panza inicial
Patri feliz nada más encadenarla
Betula pendula, primeros metros
A mitad, mirando cómo cuelgan la reunión y las cintas