martes, 30 de marzo de 2010

Intento al Puro de Vadiello





Vista de la cara sur del Puro durante la aproximación

Vadiello es una de las zonas de escalada que aún no conocía. Así que engañé a Chema para cambiar de planes, dejar Masmut para otra ocasión y aumentar la cuadrilla con destino a este hermoso paraje. Vadiello está muy cerca de Huesca. Se accede a ella por la salida de Lérida y luego nada más subir la primera cuesta se coge una carretera (HU-330) a la izquierda que nos lleva sin pérdida al pantano de Vadiello.
El elevado número de compis en esta salida ya hacía presagiar que la jornada iba a ser más éxito de convivencia que de escalada, como así fue. 3 cordadas en la misma vía, por muy corta que sea siempre conlleva un tiempo extra. Eso sí, no hubo aburrimiento en las reuniones, frío sí, pero nada de aburrimiento. Porque lo único que le faltó a esta jornada, además de llegar a cima, fue el buen tiempo que nos engañó desde el principio. La aproximación la hicimos al solecillo, sin apenas viento, sudando y maldiciendo el exceso de ropa. Pero en cuanto llegamos al pie de vía en el lado norte del puro, y por lo tanto en sombra, toda ropa fue poca. Además del frío viento, que se llevó nuestros escasos ánimos, los dos únicos largos que hicimos fueron ambos en artificial, el 2º desplomaba lo suyo, y quitando a los dos abuelos ninguno más tenía mucha idea de acerar correctamente o de usar los estribos sin dejarse el alma en ello. Así que pasamos un rato largo y bien divertido entre consejos y torpezas. Ana intentó el 3er largo, pero no encontró bien la vía, había trozos húmedos y roca suelta y se bajó. Estos datos terminaron por rematar nuestras ganas de escalar y nos bajamos todos en busca de calorcito y comida para rellenar los vacíos estómagos. Para el recuerdo quedó la frase mítica del día, que fue algo así como: "Estoy acerado y ahora, ¿cómo me suelto?" En fin que se va a notar que han estado con el agüelo.


Zona: Vadiello
Vía: Normal al Puro, V+/Ae
Compañeros: Abel, Ana, Jorge, Vanesa, Chema y el agüelo
Fecha: Sábado 27 de marzo de 2010

Reseñas sacadas de la web del club Peña Guara

La aproximación se inicia en el párkin de la presa de Vadiello, al lado de un cartel que nos indica la restricción de escalada por nidificación (que no leímos y de la que no tuve noticia hasta no leerlo en el blog de Aragon en vertical), donde nace un sendero que se dirige al Pico del Boron. Las vistas del pantano a lo largo de todo el camino son espectaculares. El sendero enseguida supera la primera barrera rocosa y gira hacia la derecha colocándonos en frente del Puro por su cara sur. En cuanto el camino llega debajo de las verticales paredes empieza una serie de 3 flanqueos a cada cual más expuesto. El primero es una preciosa y ancha repisa rocosa, se atraviesa una tupida zona de bajo bosque y se llega al 2º, un feo talud terroso, lleno de zarzas, donde no hay nada a lo que echar mano excepto un pasamanos de cuerda ya un poco descolorida, que te deja al pie de una fuerte pendiente que lleva a un collado donde y comienza el último: otra repisa rocosa bastante incómoda ya que obliga a agacharse bastante, también protegida por otra cuerda fija.
L1: empieza con corto y vertical resalte con bastantes pies, pero no manos. Hay un largo aleje desde el primer parabolt hasta el siguente seguro, al comienzo de una fisura estrecha bien protegida por dos parabolts y gran número de roñosos clavos con argollas del año de la polca que te permiten ir subiendo sin tocar la roca para nada a los que no tenemos nivel suficiente (6b si lo puedes liberar, como Ana). Esta vía fue reequipada por Lorenzo Ortás y Cecilia Bruil en 2004, pero parece que sólo cambiaron buriles por parabolts sin añadir ningún seguro nuevo. La fisura te deja en una cómoda repisa donde está instalada la primera reunión con un par de parabolts además de una sirga colgada de 3 clavos.
L2, Ae, muy cortito, apenas 10-15 m, pero fuertemente extraplomado. Está perfectamente equipado para hacerlo con estribos. Eso sí para llegar a la reunión hay que abandonar las cómodas cintas y fiarse de nuevo de los gatos aunque sólo sea para un par de metros.
Del resto de los largos que quedan hasta cima no tengo información de primera mano, a parte de que estaba todo roto, muy roto.

La cuadrilla en el comienzo del sendero: Chema, Ana, Vanesa y Jorge
El primer flanqueo
Chema en el 2º flanqueo, el más guarripage
Ana a gatas en el último flanqueo
¿Frío? ¿Quién dijo frío?
¡Anda, qué comodo es esto de acerar!
El agüelo liderando la cordada en el L1!!!!!!
La única que liberó el L1
Pasando el rato en la R1, pues no lo hacen mal, ¿no?
L2, diferentes técnicas, diferentes estilos
El agüelo cerca ya de la R2: ¡ya voy, ya voy!

sábado, 20 de marzo de 2010

Morata 2010.1


Primera visita del año a las paredes de Morata (la visita de hace dos semanas sólo incluyó peaje en el bar). Visto el mal tiempo que pronosticaban para todo el finde, especialmente para mañana domingo, me apunté con Javi Pérez a una relajada jornada para hoy sábado de deportiva, sin madrugar, sin aproximaciones, con parabolts... y con viento, con muucho viento.
Nos hemos ido a la Peña del Reloj a hacer la vía El creador de Sueños. Había leído la reseña de esta vía en el blog de Juan y quería hacerla antes de que empezara la prohibición por la anidación de buitres (del 1 de abril al 15 de septiembre, desde la vía 50 hasta la 70, ambas inclusive). La vía tiene 4 largos asequibles, los dos más difíciles son los dos primeros que por supuesto se los he dejado amablemente a Javi. Se puede bajar cómodamente andando, dando una pequeña vuelta por la derecha (mirando a la pared).
El viento ha empezado a hacer acto de presencia a mitad de vía y se nos ha llevado las pocas ganas que teníamos de seguir escalando. Hemos dado una vuelta, hemos saludado a algunos conocidos (el párkin estaba mega-concurrido, ya no cabía ni una furgoneta más) y nos hemos acercado al puente de roca, donde he hecho mis clásicos intentos a la vía Un borde y dos hombrecillos. Intentos que han terminado de la manera habitual: cayéndome justo antes de llegar a la reunión.
Por supuesto hemos realizado una paradilla de repostaje en el bar La Plaza antes de seguir camino de vuelta a casita.
Javi atacando el primer largo, aunque no era de la vía; sospechamos
que la vía va un poco más a la derecha y esta que hicimos podría ser
Lágrimas en tus ojos. Hicimos una corta travesía a la derecha y seguimos con
el segundo largo de El creador de sueños.

El agüelo siempre en los tramos fáciles, diedro cortito del L3
L4, no parece que estemos en Morate, ¿eh?

domingo, 14 de marzo de 2010

Astún, 25 años después

De izda a dcha: el agüelo, Abraham, Vicente, Ana, Idoia y Carlos
al final de la telesilla Canal Roya


Uno que ya va siendo un poco agüelo empezó a esquiar hace 25 años en las pistas de Astún. Mi primera pista bajada fue Toboganes (la azul que baja del telesilla de Truchas) y mi primer acojone fue bajar la pista roja La Raca I. Este invierno varias circunstancias han ocasionado que haya vuelto a esquiar y esto ha hecho que tuviera ganas de volver a visitar esta estación de esquí. Así que no pude negarme a la oferta de Carlos de ir para allí hoy. Además hacía meses que no veía al "coletas" y semanas que no disfrutaba de la nieve sin cansarme subiendo.
La jornada no ha podido ser mejor: un sol espléndido, un poco de frío y viento, muy buena compañía y muy buenas sensaciones de nuevo sobre los esquís. Abraham nos ha guíado durante buena parte del tiempo a lo largo de la estación y hasta ha tenido la paciencia suficiente para darnos unos cuantos consejos para mejorar nuestra reducida técnica: sacar culo pollo, poner brazos en croissant, mantener los hombros mirando siempre al valle... Nos dio también alguna indicación para el futuro: giro controlado, la postura del plátano... Otras lecciones las he ido descubriendo por mí mismo, como por ejemplo que si junto más los esquís al girar tengo más control.También he vuelto a bajar la Raca I y no he encontrado ni rastro de la súper pendiente ni del estrechísimo tubo. No bajamos por Toboganes, pero a cambio nos tiramos por mi primera negra, Ibones.
¿Algo más? Sí, no sufrimos la caravana habitual en Monrepós. Lo dicho, un día redondo.
Vistas del Aspe
Vistas del Bisaurín y del Castillo de Acher

viernes, 12 de marzo de 2010

Lluvia en Morata

El domingo pasado, 7 de marzo de 2010, aún con el cansancio en el cuerpo de la paliza de escalar la Historia del agua el viernes, me apunté a un plan bastante más reposado: ir a escalar a Morata. La meteo no era para tirar cohetes, pero total: ¿que se pierde por ir a Morata? Está solo a 45 minutos de Zaragoza, un paseíto. Pasaron a recogerme Abel, Ana y una pareja de amigos suyos.
Mucho antes de llegar a Morata empezó a chispear y el sirimiri pasó a ser lluvia persistente en cuanto llegamos al pueblo. El día no estaba para escalar en absoluto, así que hicimos lo único razonable: ¿volvernos para casa? No, entrar en el bar. Allí empezó a llegar un goteo de gente conocida: Juan "Purriano" y Carmelo Torrijos, un grupete de Zaragoza... No fuimos los únicos locos de esa mañana de domingo. Después de recordar innumerables anécdotas y de sopesar y desechar decenas de posibles opciones para escalar con semejante humedad vivificante, al final nos decidimos por visitar el rocódromo que hay en el polideportivo de Calatayud. Los dos amiguetes de Ana decidieron sensatamente volverse a casa.
El polideportivo de Calatayud tiene dos zonas de escalada interiores: un pequeño pero resultón boulder y un rocodrómo bastante alto con unos techos gigantescos. El único problema fue tener que esperar a que se terminaran los partidos de futbito porque el rocódromo está en una de las paredes del campo. En el rocódromo nos encontramos con una pareja de escaladores de Soria que habían ido a Morata y que también habían decidido intentar aprovechar algo el viaje dejánsadose caer por ahí.
Unos bocadillos y un café pusieron punto final a una jornada poco emocionante, pero muy descansada y con un éxito total de convivencia.

Ana y Abel en el boulder
Juan, colgado del techo, y Carmelo
La élite
Ana intentado uno de los techos de rocódromo
La pareja de escaladores de Soria

sábado, 6 de marzo de 2010

Historia d'eau III, 4 (300 m)

Cascada la Historia del agua
Miles de planes y un solo día para hacerlos. Así son todos los días previos a los fines de semana: llamadas al móvil, correos electrónicos... ir y venir de objetivos, de compañeros de cordada, de valles. Y este puente de la Cincomarzada no iba a ser menos: primero Telera, al final Izas; primero Javi Pérez, dos hermanos Galve, Guillermo, Abel y yo, luego Guillermo no viene y más tarde Javi Pérez invita a otro Javi; primero la Colgada, al final La Historia del Agua...
Izas es uno de los mejores valles del Pirineo español para practicar la escalada en hielo. No tiene un gran números de cascadas, pero todas tienen más de un largo, las hay de todas las dificultades (desde la más fácil, Ruta Jacobea, hasta los 60 m totalmente verticales de la Colgada), y todas de gran belleza. La Historia del Agua es, sin duda, la más apetecida por la mayoría de los escaladores: no es fácil encontrar una cascada de su longitud (algo más de 300 m), ni tan variada (combina pasos sumamente estrechos con amplias cortinas de hielo, como la famosísima autopista visible desde muchos puntos de los valles vecinos).
Para conocer el acceso y la distribución de las principales
cascadas del valle de Izas, ver post anterior
Javi Pérez y los dos Galve, Javi y Chema, salen por un lado a primeras horas de la tarde del jueves, mientras que Abel queda en recogerme sobre las 8. Íbamos a dormir a la casa que los Galve tienen en Villanúa y como no tenía más datos y temiéndome lo peor cargué con un colchón de gomaespuma, una almohada, comida para cenar, hornillo... Nada de todo eso hizo falta, su casa no es como sus vivacs: dormimos en cama y nos invitaron a cenar y a cervezas. Todo un lujo.
Nos levantamos a las 6 de la mañana Abel, los dos Galve y yo, para intentar llegar los primeros a las cascadas y que no nos pisaran las vías. Y lo conseguimos. Javi Pérez había quedado con su amigo a las 8 y se evitó el madrugón. Enseguida llegamos al puente donde empieza la subida de la pista y tuvimos la primera sorpresa: no había ni nieve ni coches (si hubiéramos visto muchos coches malo, como no vimos ninguno malo también). A pesar de todo no pudimos llegar en coche hasta el collado porque en la última curva había todavía gran cantidad de nieve acumulada. Nos calzamos, nos echamos las mochis y subimos en 5 minutos al collado: ahí tampoco había coches ni apenas nieve, malo, malo. Temiéndonos lo peor, que íbamos a darnos un breve paseo matutino sin poder pinchar en hielo, empezamos la aproximación. En apenas 1 h llegamos al llano donde se encuentran todas las cascadas. No había nadie. Echamos un vistazo a las cascadas: Abel quería escalar la Colgada y los Galve la Historia del agua. En seguida desechamos nuestra primera idea de darle a la Colgada: la subida de temperaturas de la semana anterior ha hecho mella en todas y se les ve escasas de hielo. Nos acercamos los 4 a la Historia del agua. Nada invitaba al optimismo: el primer largo se veía escaso, resquebrajado y hueco, Abel se había dejado en el coche todas las capas de abrigo: forro polar gorda y chaqueta de gore-tex... Los Galve no lo ven claro y todos le dejamos hacer a Abel. Empezamos a las 9 am.
L1: un cono de aproximadamente 50 m y fuerte inclinación 75-80º. Hay una reunión con paraboles a la derecha. Abel sube sin problemas y le sigo. Los otros dos Javi llegan y se nos unen. Los Galve vista la calidad del hielo y la cantidad de cordadas que nos íbamos a juntar se cambian a la Ruta Jacobea.
L2: comienza con un estrechamiento de 5-6 m de longitud de aproximadamente 70º que termina en una fácil pendiente que gira a la izquierda. Este largo me iba a tocar a mí, pero la salida estaba rota, apenas había un hilillo de hielo a la izquierda y le vuelve a tocar a Abel probar suerte. Este fue el punto de inflexión del día: Abel lo atacó con fe, pero estuvo a un tris de bajarse y ahí hubiera terminado nuestra excursión. Sin embargo, no cedió, buscó soluciones (colocó un clavo más que precario que le dio el puntito de decisión que necesitaba), superó el paso y terminó sin más dificultades el largo. Montó reunión en el primer emplazamiento que vio, pero me encontré dos más arriba en los primeros metros del L3 que hubieran permitido llegar a la R4 sin tener que salir a ensamble.
L3: el escudo. Comienza con una asequible pendiente, en cuyo lado izquierdo encontré dos reuniones de clavos, hasta una evidente bifurcación producida por un bloque vertical de roca y que termina al comienzo de un estrechamiento donde hay montada una reunión con clavos. Abel me invitó a ir de primero en este largo ya que yo lo había hecho ya la anterior ocasión. No pude negarme, pero no las tenía todas conmigo. Salí sin ninguna convicción y a pesar de no necesitarlo todavía me paré en el primer tornillo que puse y en las dos reuniones de clavos siguientes. Me paraba a descansar y a mirar con recelo lo que me esperaba: un muro durillo a 80-85º que me parecía interminable. Elegí el ramal de la izquierda. Pronto la fuerte inclinación hizo que tuviera que colgarme de cada tornillo para descansar de verdad. Y cada vez que miraba hacia arriba pensaba que no lo iba a lograr. Pero tenía a los dos Javis y a Abel mirándome y esperándome, así que volvía a salir y repetía el mismo ritual: escalaba 4-5 m hasta parar de nuevo, me colgaba de los piolets mientras metía el tornillo y a continuación me colgaba del tornillo para terminar de recuperar el aliento. Eso no es escalar ni es ná, es subir a gatas. Así llegué hasta el final del escudo, Abel me animaba diciendo que ahora iba a poder ir mejor porque la pendiente disminuía mucho. Y así fue, pero ahí me encontré un nuevo socavón, el agua que corría por debajo de la cascada había abierto un enorme agujero y evidenciaba el enorme hueco que separaba al hielo de la roca en ese tramo. Demasiado tarde para bajarme o para pedir sopitas a Abel. Procuré no pensar dónde había puesto el último tornillo y empecé a evaluar el mejor sitio por donde pasar. Muy a mi pesar tuve que dejar mi sutil estilo de darle hostias al hielo hasta hundir el piolet hasta la cruz y procuré no machacar demasiado el poco hielo que había. Comencé a escalar y me subí sobre un pequeño promontorio que cedió bajo mi pie: no era hielo, sino nieve dura. Seguí subiendo para no dar tiempo a que el miedo me paralizara, pero la cuerda se había terminado y Abel tuvo que salir unos pocos metros a ensamble para permitir que yo llegara hasta la reunión, a la que veía justo por encima de mi cabeza como una salvación que no llegaba nunca. Superado el boquete sólo quedaban unos pocos metros por una fuerte pendiente de nieve profunda que intenté subir deprisa, pero la cuerda me tiraba. Estiraba la mano y casi podía tocar la reunión. Tiré con fuerza para poder estirar la cuerda y por fin pude agarrar el cintajo. Una vez atado a la reunión y comenzar a asegurar a Abel me permití el lujo de mirar hacia abajo y ver el aleje que me había dado.
L4: los 6-8 m del estrechamiento terminan en una inclinada campa de nieve que te deja a pie de la autopista. Abel salió rapido porque la reunión no es muy amplia y quería dejar sitio a la cordada de los dos Javis. No subió toda la campa, sino que montó reunión en una roca a mitad de camino.
L5: terminé yo los 20-30 m que quedaba hasta la autopista. Monté reunión con un tornillo y mis piolets y subió Abel.
L6: la autopista es un enorme muro de hielo azul, anchísimo, de fuerte pendiente 85º con algún resalte más vertical. Abel enseguida se puso al tajo y escaló toda la longitud de la cuerda con facilidad. Montó reunión en el hielo con 3 tornillos porque sabía que luego iba el agüelo y había muchas opciones de que se colgara de las cuerdas. Además puso casi todos los tornillos suficientemente cerca para que pudiera llegar a ellos sin tener que realizar paradas intermedias. Aún no había llegado yo hasta donde me aseguraba Abel y ya habían terminado ese largo los dos Javis. Eso es velocidad.
L7: ya sólo quedaba un pequeño resalte y una suave pendiente a veces en hielo a veces con nieve. Abel me ofreció tirarle de primero, pero yo hacía rato que había llegado a la reserva y no quería arriesgarme. Los 40 m que había previsto a ojo Abel se convirtieron en casi 60 y la salida final deparó un nuevo momento de estrés: otro enorme agujero que casi atravesaba todo el paso. Javi Pérez lo atacó primero y lo aseguró con un clavo a la izquierda y un cintajo en un pinito a la derecha. Para terminar de complicar la jugada, por encima del agujero no había hielo, sino nieve blanda que no permitía enganchar los piolets.
Yo llegué a la última reunión a las 4 de la tarde, así que me costó 7h!!!! superar los 300 m de hielo de la vía. Esa es la velocidad de crucero del agüelo subiendo a gatas. Todo un récord. Quizá es demasiada cascada para mí, me falta resistencia. Y cuanto más cansado estaba peor escalaba: hacía algunos pasos bien, pero a medida que aumentaba el cansancio me preocupaba más de los piolets que de los pies, golpeaba (especialmente con la mano derecha) 3 o 4 veces en cada ocasión hasta que consideraba que el piolet estaba firmemente asentado y todo ese sobre esfuerzo hacía que aún me cansara más. Aún así no terminé ni con los gemelos ni con los brazos machacados: los descansos colgado de los piolets surtieron efecto. Me gusta escalar en hielo y cuando estoy muy cansado ya no escalo, sólo subo. La historia del agua es una cascada estupenda, pero hay que reconocer que es demasiado grande para mí. Si quiero disfrutar tendré que buscar cosas más pequeñas.
Una vez terminada la escalada subimos por la pendiente nevada hasta una zona más cómoda y recogimos las cuerdas y continuamos por la izquierda hacia la cabaña de Iserías porque visto el hielo precario que habíamos escalado no queríamos rapelar la vía. De la cabaña descendimos poco a poco haciendo una larga diagonal hacia la derecha a través de una fuerte pendiente y esquivamos así el imponente murallón rocoso donde está colocada la cabaña. En el circo de abajo cruzamos una enorme colada de un alud reciente y bajamos casi hasta el barranco para volver al pie de vía a por las mochilas. Allí nos esperaban los Galve que habían terminado su vía mucho antes que nosotros. Llegamos al coche a las 7 menos cuarto, así que nuestra actividad había durado 11:30 h.
Nos repusimos del esfuerzo en casa de los Galve: allí organizamos rápidamente una merendola con el embutido y el queso de todos y los Galve volvieron a invitarnos a cervezas.
Abel y yo plegamos enseguida y nos volvimos a Zaragoza para descansar cómodamente en nuestras camitas. El alpinismo está muy bien, pero cansa mucho.


Croquis de la vía extraído de la web del Grupo de Montaña Politécnico
en azul las reuniones que nosotros hicimos, el escudo lo atacamos por la izquierda
Abel en el L1, agrietado y hueco
Abel en el punto clave del L2 y de la jornada,
apenas había hielo donde picar

El agüelo en el escudo del L3
Abel saliendo del escudo y a punto de llegar a la R3
Abel de nuevo en apuros al comienzo del L4
Fotos a pie de la autopista (de derecha a izquierda): Javi, su amigo también Javi
y el agüelo. Abel no sale porque estaba escalando

Primer largo de la autopista, L6, Javi escalando y el agüelo subiendo a gatas
Cabaña de Iserías, al fondo el valle de Izas
Tremendo alud que tuvimos que cruzar después
salvar el murallón en el que se asienta la cabaña de Iserías, hacia la derecha

Los Galve, Javi y Chema, agasajándonos
en su chabola el jueves por la noche

lunes, 1 de marzo de 2010

Pico Secús (2351 m) desde Gabardito

David foqueando bajo la inmensa mole del Bisaurín
(al fondo con su cara norte nevada)

Por fin puedo quitar la palabra intento en el título de una entrada referida a esquí de travesía: esta vez sí llegué a cima, el Pico Secús (2351 m). Este monte no era nuestro objetivo inicial, sino el Pico Agüerri, pero debido a lo tarde que salimos y a lo lento que avanzamos (sobre todo debido a mí) en cuanto llegamos a los llanos de Secús tuvimos que recalcular la ruta y fijar un objetivo más asequible.

Salida: Pico Secús desde Gabardito
Fecha: domingo 28 de febrero de 2010
Participantes: David "malabarista", José Antonio "peletano", Abel y el "agüelo"
Altitud de salida: 1360 m
Altitud máxima: 2351 m
Desnivel máximo: 991 m (1150 m acumulado)
Hora de salida: 11:00 am
Tiempo de subida: 3h 50'
Tiempo bajada: 2h 50'
Tiempo total actividad: 8 h
Dificultad: media (el desnivel es importante, el foqueo por el valle es incómodo y exigente con mucho sube y baja, la pala final tiene una fuerte pendiente y nieve venteada y dura y por último la bajada desde el Salto de la Vieja discurre por un camino estrecho, con fuertes curvas y un precipicio en el costado)

En rojo aproximadamente la ruta de subida,
en verde la de bajada y en azul la ruta al Bisaurín


El sábado a la tarde quedamos David, Abel y yo para tomar unas cervezas y ponernos de acuerdo en el plan del domingo. Después barajar muchas posibilidades nos decidimos por la opción del Pico Agüerri. Apenas madrugamos, salimos de Zaragoza a las 8 de la mañana y recogimos a José Antonio en Puente la Reina a las 10. Allí había una mini concentración de traveseros: los de Sendero Límite, las Focas Majaras, nosotros... Con ese horario ya se veía venir que teníamos muchas posiblidades de ir apurados al final de la jornada.
El día fue estupendo, demasiado estupendo: cielo limpio y sin viento hasta que llegamos al último collado, así que sufrimos una auténtica chicharrina durante la mayor parte de la jornada. Comenzamos por terreno conocido, pero las condiciones eran totalmente distintas: había muy poca nieve y mucho hielo en el inicio (la vez anterior salimos con los esquís puestos desde el coche y ayer tuvimos que cargar los esquís a la chepa casi hasta el Salto de la Vieja) y bastante más en el Salto de la Vieja. La nieve era húmeda y pegajosa. En cuanto cogimos el desvío hacia el Agüerri empezó el festival de subidas y bajadas, de cruce infinito del barranco de un lado para otro y de búsquedas de pasos seguros a salvo de avalanchas (vimos restos de varias a lo largo de todo el día)... Toda esta actividad extra hizo más divertida la marcha y bastante más exigente. Llevábamos de avanzadilla a nuestros dos guías indios David y José Antonio. Ellos eran los que evaluaban a cada paso los riesgos y las posibilidades a seguir. Yo iba a cola del pelotón haciendo la goma continuamente: se paraban a buscar el mejor paso y en cuanto llegaba yo, ellos arrancaban y me dejaban atrás de nuevo. Abel hizo de enlance entre la cola y la cabeza. Pasamos al lado del refugio de Secús y seguimos hasta los llanos de Secús. Allí David se apiadó de mí y realizamos una parada en condiciones, con descanso, comida y agua. Mientras descansamos se hizo evidente que el Agüerri se nos quedaba demasiado lejos de nuestras posibilidades (la rampa final es demasiado pendiente) y buscamos una cima alternativa y el Sescús estaba ahí enfrente de nosotros con un cómodo acceso. Este descanso refrescó mis piernas y salí el primero con mucho ánimo. En seguida me dieron alcance primero David, luego José Antonio y finalmente Abel también. El collado situado a la izquierda del Puerto de Tacheras nos recibió con un helado viento que había endurecido toda la pala final y nos obligó a usar cuchillas. Las habíamos metido todos en la mochila por una pura cuestión de seguridad más que por opciones reales de tener que usarlas. Y mira por donde cuando menos te los esperas, después de una soba de foqueo por nieve sopa nos toca ponerlas en medio de un frío viento. ¡Qué verdad es esa de que más vale un porsiaca que cientos de penseques!!!! Yo había comprado las cuchillas este misma semana pasada y no había tenido tiempo de probar cómo se colocaban y solo tenía como referencia las instrucciones que medieron en la tienda, así que tardé un rato en colocarlas, ¡¡¡casi 10 minutos!!!!
Mi primera experiencia con las cuchillas fue un poco decepcionante. Yo pensaba que iba a ser tan fácil como subir con crampones y no fue así: la fuerte pendiente me impedía apoyar los dos lados de las cuchillas y apenas podía coger pendiente porque en seguida me resbalaba. Así que tuve que realizar zetas muy muy planas. En la cima me estaban esperando mis ateridos compañeros y para no aumentar su congelamiento realicé una parada lo más corta posible: unas pocas fotos, una rápida ojeada a las vistas, un poco de agua, quitar focas, (en esta tarea me ayudó David) apretar botas y para abajo. El tiempo apremiaba, una pena, no se puede tener todo.
La bajada la iniciamos con mucho cuidado, pero después de un par de giros con más miedo que otra cosa, enseguida cogí confianza y disfruté de los escasos 100 m hasta el collado. La mejor parte de toda la esquiada. De ahí para abajo hubo de todo: nieve durilla, nieve costra (otra vez al conocido punto y raya) y nieve sopa, pesada (más puntuación). A partir del refugio de Secús cambiamos el itenario y continuamos todo el tiempo por la vertiente izquierda del barranco y sólo tuvimos como problema una corta ladera de fuerte pendiente y nieve pesadísima. que Abel atacó con mucha convicción. Pasamos al lado de los últimos aludes y por no ponernos las focas tuvimos que recurrir a todo tipo de artimañas para superar las continuas lomas sin escurrirnos hacia abajo. Con la poca técnica que yo tengo me costó mas tiempo y esfuerzo que si me hubiera puesto las focas. Llegamos al coche con las últimas luces, disfrutando de un precioso atardecer en medio de una fuerte bajada de temperatura que nos estimuló para hacer una recogida exprés del material.
Paramos en el Mesón de la Reina para tomar unas cervezas y unos bocadillos, pero el camarero estaba con ganas de cerrar y se mostró demasiado seco: no hay pan, si queréis latas de coca-cola ahí tenéis la gasolinera y todo en ese plan. Así que ahuecamos el ala en cuanto nos terminamos las bebidas y llegamos un poco antes a casita. Alla él.
Porteando por el bosque esquicvando el hielo del camino
Nada más pasar el desvío hacia el Agüerri empezaron las diversiones
Cruzando el barranco una vez, dos...
Jose Antonio foqueando con sus gafas de ventisca, je je
Alejándonos de una ladera potencialmente peligrosa
El Bisaurín al fondo
El paso de las grullas
Aludes en las laderas oeste del collado de Foratón,
pasamos debajo de ellas a la vuelta

Vueltas y revueltas
Acercándonos a llanos de Secús, al fondo la cima del Secús,
a la izquierda el refugio de Secús

Descansando en los llanos de Secús
Las últimas palas venteadas del Secús
Arista cimera del Secús, al fondo el Agüerri
Abel y Jose Antonio haciendo el chorras en la cima del Secús
Bajando con cuidadín de la cima
Jose Antonio volando sobre la nieve húmeda en estilo telemarc
La última dificultad: una fuerte pendiente con nieve muy blandita
Atardecer desde la pista de esquí de fondo