lunes, 25 de noviembre de 2013

Finde de primeras

Bartolo, Bull y el agüelo en el párkin de Alquézar
con la Colegiata de Santa María la Mayor al fondo 

Fin de semana típicamente invernal, de anticiclón y cierzo, que he aprovechado para disfrutar de la mejor época para deportivear: el sol de invierno. Aún estamos en otoño, pero el frío ha hecho ya su aparición, de forma repentina y casi sin avisar. Con estas condiciones hay que borrar del mapa los sectores sombreados estivales y buscar la roca caliente. Afortunadamente en España no nos faltan este tipo de escuelas y este fin de semana a falta de una he visitado dos. Y las dos han sido primeras veces.
El sábado fui por primera vez a Alquézar, en plena Sierra de Guara, una escuela muy conocida, pero a la que por falta de forma no había podido ir aún ya que lo que más abunda son los séptimos; y el domingo volví por primera vez este año a la escuela donde empecé, a Morata de Jalón (no quería dejar acabar el año sin ir ni una sola vez y ya no me quedaban muchos findes para hacerlo). 

Alquézar es un lugar estupendo para escalar en invierno en un día soleado: nosotros ni nos enteramos del helador cierzo en todo el día y pudimos escalar sin camiseta la mayor parte del tiempo. El estilo me recordó mucho a Tres Ponts: vertical, muy buena roca y bastante técnico. Con estas características tenía claro que no me iba a llevar ningún regaliz a casita, pero me equivoqué: aún conseguí rascar un 6b, el primer largo de Scorpio y un rutón de 7c+. Luego Dani probó Los artesanos de la roca, 7b/+, con una primera parte espectacular y un final durísimo y, para mí, bastante feo a base de picados y sicados. Más tarde le tocó el turno a las impresionantes chorreras de Alquezar.com, 6c+, a la que no pudimos echar más pegues porque estuvo todo el día muy solicitada. Para terminar el día nos bajamos poco más, a una zona de la pared que en los croquis que circulan por todos lados no sale, y donde Bartolo y Dani se llevaron una vía plaquera de 6c/+.
Una estupenda visita que me dejó con ganas de volver.

 La imponente mole rocosa del sector Colegiata de Alquézar
 Bull en el comienzo del L1 de Scorpio, 6b (7c+ hasta arriba)
Bartolo, Bull y el agüelo en diversos tramos de la estupenda Alquezar.com, 6c+ 

Bartolo disfrutando de unas placas finales 

Precioso atardecer sobre Alquézar

El domingo cambié de totalmente de tercio, volví a mis orígenes y realicé la visita de rigor a Morata de Jalón para que no se me caiga la cara de vergüenza. La mañana se presentó como todas últimamente: frías y ventosas, y ya en Plaza mientras esperábamos a Fino se nos iban quitando las ganas de escalar.  Con el cierzo reinando a sus anchas ni se nos ocurrió ir al único sector con cacho de la escuela, el Puente de Roca, y en busca de algo de abrigo nos fuimos por el contrario a uno de sus sectores más plaqueros: la Peña del reloj, para que luego diga mi cuadrilla. La jornada empezó sorprendentemente bien, encadenando al sol un viejo proyecto, Olloqui, y sin apenas noticias de Mr Cierzo. Sin embargo, la alegría duró poco y enseguida el cielo se pobló de heladoras nubes negras y el viento arreció. En esas condiciones probamos Platinum, Fino casi se la lleva, Tono la encadenó de segun y yo subí como pude hasta la reunión. En ese momento estuvimos a un tris de meternos al coche y volver a casita. Pero estos infatigables compis no se arredran ante nada y aún hicimos un último intento de resguardarnos del cierzo y nos fuimos al recoveco de Agobiator. Y tuvimos suerte, el aire se paró, las nubes desaparecieron y los 3 encadenamos la vía a la primera. Aún nos sobró tiempo para merendar tranquilamente al sol, disfrutando de una tarde tranquila, viendo pasar el tiempo, sin prisas. Al sol.

 La Peña del Reloj, sector friki según Ana, que el domingo estaba petado
Tono calentando en Olloqui, 6a+
El agüelo y Fino superando cada uno como puede la panza final de la vía 
Fino apretando en la placa inicial de Platinum, 6b+
Dos estilos totalmente distintos de plaquear: el fino y el torpe
Fino volviendo a encadenar Agobiator, 7a 
Momento encadene para los 3
Disfrutando del sol, de la falta de viento y de los deberes hechos
3 tíos muy muy contentos

viernes, 15 de noviembre de 2013

Behobia-San Sebastián

Logo de la edición de este año

Una prueba más superada en esta nueva y extraña afición de correr como locos que me han contagiado los Rasmias. En un par de años de entrenar con ellos todas las semanas he pasado de dejarme los higadillos para terminar una 10K a atreverme con varias carreras de montaña, Osán y subida a Peña Oroel, con la media maratón y ahora con la clásica Behobia-San Sebastián.
Esta era una carrera a la que no estaba apuntado, pero de la que los Rasmias no paraban de lanzar alabanzas tanto de la organización como del ambientazo durante todo el recorrido. En las semanas previas a la carrera empezaron a llegarme ofertas de participaciones que no se iban a poder cubrir por lesiones y obligaciones varias. La primera tentación conseguí sortearla con bastante fortuna, pero la segunda no hubo forma de esquivarla. Y no me arrepentí en absoluto.
Ambiente es la palabra que mejor describe todo lo que rodea a esta carrera: ambiente por el número de corredores (los cerca de 30.000 participantes forman una alfombra que tapa el asfalto de la carrera durante todo su trayecto: allá donde mires ves una marea humana), ambiente por la variedad de los participantes tanto por su condición (vi a muchos adolescentes y muchas mujeres, un 18% de los inscritos según datos de la organización, algo muy extraño en otras carreras) como por su origen (gallegos, catalanes, etc.), y ambiente finalmente por los numerosísimos espectadores que apenas dejaron algún tramo del recorrido sin animación incluso en las peores condiciones meteorológicas. 
Desde el primer momento notas que esta carrera es distinta a todas las demás carreras populares: el recorrido no es circular y hay que coger un tren para llegar a la salida. Desde la última estación una serie de autobuses traslada hasta al lugar de la salida a las manadas de corredores que minuto a minuto salen de los trenes. Allí la música tronadora de la organización, los saltos y carreras de calentamiento de los participantes te contagian de nerviosismo y emoción a raudales. Con los nervios nos despistamos y perdimos el camión que nos correspondía para meter la mochila, donde llevábamos la ropa de recambio que nos pondremos al terminar la carrera y que la organización te transporta hasta la línea de meta, y tuvimos que recurrir al camión de los despistados.
La organización es de sobresaliente: conseguir que más de 28000 corredores puedan disfrutar de la prueba y atenderles en todo lo necesario (transporte, urinarios, avituallamientos, recogida de basura, etc.) no es nada sencillo. Una de las mejores sensaciones que tuve durante la prueba es comprobar que para la organización y para los espectadores todos los corredores, desde los mejores hasta los más matadillos, éramos importantes: allí nadie se fue a su casa una vez que pasaron los figuras y todas las salidas de los distintos grupos de corredores se avisaban por megafonía y se proyectaban en la pantalla gigante de la salida. Los corredores estábamos distribuidos en la salida por los colores de los dorsales que recogimos el día anterior en el velódromo de Anoeta y donde compramos también los billetes de tren. Cada color hacía referencia al intervalo de tiempo que pensabas hacer en la carrera y que tenías que acreditar con la marca de alguna carrera oficial. Cada color de dorsal salía a un tiempo diferente, de esta manera ningún corredor estorba a nadie y cada uno puede ir a su ritmo. Los que no teníamos acreditado tiempo alguno salimos con el dorsal blanco repartidos en 5 grupos. Yo salí, junto con Óscar, el hermano de Patricia, y Vanesa, en el 4º de estos grupos a las 11:18 (para esas horas el ganador de la carrera ya estaba descansando y Jorge y Tono llevaban más de 1h corriendo).
Mi intención era hacer alrededor de 1h:50' y mi grupo tenía la liebre en 2 h, así que nada más salir con las pulsaciones a tope por los nervios y por la música de ACDC de los altavoces, me puse en cabeza en busca de espacio libre. En seguida me di cuenta de que no era el único corredor con esas pretensiones y durante el primer kilómetro no dejó de adelantarme gente. Las sensaciones fueron buenas desde el principio: hacía fresquito, ideal para mí, pero no para los Rasmias que sufrieron un poco más esas bajas temperaturas, no llovía y sólo había un viento molesto que se sentía a ratos. Los dos primeros km son prácticamente llanos, ideales para poder coger tu ritmo y el mío era mejor de lo que yo esperaba, iba a algo menos de 5'/km. En seguida empezó el rompe piernas: cortas  y repetidas subidas y bajadas a la salida de Irún que terminan en el comienzo del alto principal del recorrido: el puerto de Gaintxurizketa. Allí nos esperaban 2,5 km de suave y mantenida subida. Las piernas respondieron y conseguí que mi ritmo no se fuera más allá de 5'10"/km y decidí mantenerme en esos tiempos. La respiración no fue el problema, sino las piernas. El siguiente tramo, la llegada a Lezo, es un nuevo rompe piernas que termina de bajada en el puerto de Pasajes, una zona totalmente llana. A esas alturas de la carrera sentía las piernas endurecidas, no doloridas, pero casi. Y todavía faltaba lo peor: la subida al alto de Miracruz, una corta y empinada subida donde vacías tus reservas y te dejas llevar por el numerosísimo público que no para de animar. La bajada es muy cómoda y cuando vi el cartel de los 18 km casi doy un salto de alegría, empecé a pensar que ya tenía la carrera hecha, que ya no quedaba nada... más que la llegada a la playa donde una bocanada de fuerte viento nos desanima a todos los corredores y nos obliga a un último y enorme esfuerzo para cruzar el Urumea y llegar a meta.
Nada más cruzar la meta me inunda una sensación de alivio y de enorme alegría. Mientras voy caminando hacia la zona de recogida de mochilas voy disfrutando de la marca que había conseguido hacer: 1h41'40'" (un tiempo mediocre, en la media, terminé alrededor del puesto 11000, pero todo un tiempazo  para mí). Me abrigo con todo lo que tengo, camiseta seca y dos sudaderas, mientras espero a mis compis. Desgraciadamente no pudimos encontrar entre tantísima peña ni a Patri ni a Tono y nos marchamos hacia la reparadora ducha caliente en casa de los amigos de los Rasmias y hacia la reponedora comida en una sidrería de Astigarraga sin haberles podido saludar siquiera.
La noticia trágica fue la muerte de una corredora por parada cardíaca cuando apenas le faltaban un par de kilómetros para terminar su 4ª participación.

Es muy posible que para el próximo año los Rasmias no tengan que convencerme para apuntarme de nuevo a esta estupenda carrera. He pasado de resistirme a sus alabanzas a recomendar encarecidamente desde estas líneas a todos los que les guste esto de avanzar a zancadas que se apunten a esta prueba que seguro que la disfrutáis.

 Perfil de la carrera, una auténtica rompe piernas
Recorrido y ritmo de la prueba grabados con Nike+
Recorrido explicativo de cada uno de los tramos
 Tren abarrotado para llegar de San Sebastián a Irún
 Cola en Irún para coger el autobus lanzadera que nos llevase a Behobia
 Los Rasmias ultramotivados en los alrededores de la salida
 Los Rasmias y el agüelo despidiendo a Jorge que salía una hora antes que nosotros
 Los participantes de la cuadrilla (Tono, Óscar, Vanesa y Jorge) 
en la recogida de dorsales y camisetas en el velódromo de Anoeta el sábado por la tarde...
 ... y los tiempos realizados el domingo en la carrera
El agüelo María Begoña más feliz que una perdiz 
en la zona de recogida de mochilas una vez terminada la carrera
Reponiendo fuerzas en una sidrería de Astigarraga con Ciarán (Keiran) y Ana, amigos de los Rasmias 

Divertido resumen de la prueba obtenido de esta web.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Agarres, encadenes, sustos y chocolate rico, rico

La pared de El Molino, en Benabarre

Ayer viernes nos juntamos una buena caravana de socios de Montañeros de Aragón con destino a Benabarre. Casi parecía una salida del club si no fuera porque nuestro club no organiza nunca salidas de escalada. Menos mal que nos bastamos nosotros solitos para montarlas.
Comienzo típico de una salida deportivera, sin madrugar, nos tomamos un café nada más llegar en la gasolinera del pueblo y con calma nos dirigimos a la pared. Cada uno con sus proyectos. Yo empecé calentando en un 6b y la vía me dejó sobrecalentado y me tiró un poco antes de la reunión con los codos mirando al cielo. Primera vía, primer vuelo. En vez de intentar encadenarla me pasé a Belladona, 7a, una preciosa vía de desplome y agujeros inmensos que ya había intentado el año pasado, y llegué en el primer pegue a la cadena... de otra reunión. El agüelo se acababa de inventar una variante de la vía. Descanso, comida y nuevo intento y esta vez sí llegué a la reunión correcta. Fue el día de Belladona, porque también se la llevaron a la buchaca Bull, ¿cómo no?, Bartolo, Júnior y Tono. Todos estos al primer pegue, los muy titanes. Fue también el día de Tono porque rompió su techo dos veces consecutivas, primero con un 6c+, El llanto de Belcebú, y luego entró como un huracán en la séptima dimensión con Belladona. Pero sobretodo fue un día más de compartir una afición entre aprietes, pegues a muerte, decepciones y risas (y algún susto en el aseguramiento que no debió nunca suceder, pero que afortunadamente se quedó en nada y que nos debe enseñar que nunca hay que bajar la guardia).
La jornada la terminamos con una degustación de chocolate caliente gracias a la generosidad de Tono y a la salud de sus encadenes. Yo no había vuelto a tomar chocolate caliente desde que un niño y si me animé fue gracias a la visión de la ración de nata que lo cubría.

 La troupe: Vanesa, Juan, Patri, Amara, Tono, el agüelo, Ignacio, Diego, Júnior, Jorge, Bull y Dani
 Tono en El llanto de Belcebú
 El agüelo en Belladona
 Todos los encadenes de la vía: Bull, Bartolo, el agüelo y Tono, sólo falta el de Júnior
Dibujo sacado de la web de Pezl ilustrando un error muy peligroso al asegurar:
si se presiona la palanca con el pulgar no se puede detener la caída del escalador
 Vistas aéreas
Al rico chocolateee