Después de casi dos semanas de parón forzoso debido a dos lesiones musculares consecutivas, estoy hecho un agüelo, el domingo pasado (15 noviembre) quería salir sí o sí a probar las primeras nieves de la temporada. La meteo era nefasta así que sólo se apuntó David. Cuando ya habíamos conseguido quitarnos las legañas del madrugón, se puso a llover de forma persistente a la altura de Biescas, parecía que a la 3ª salida con mala meteo iba a ser la vencida y que finalmente íbamos a pringar. Mirándonos el uno al otro sin decirnos nada seguimos hacia arriba más por inercia que por otra cosa.
En el Portalet el panorama no era mucho mejor: leve llovizna y un fuerte viento. Agarrándonos a la última opción que nos quedaba para salvar esa mañana de domingo y no volver con cara de idiotas a Zaragoza bajamos hasta el párkin de Espelunciecha. Mal de muchos consuelo de tontos: la vista de varios coches más nos animó. ¡Si hasta iba llegando cada vez más y más animados! La gente poco a poco salía de sus refugios sobre 4 ruedas y comenzaba a subir con desgana y nosotros hicimos lo mismo en cuanto cayó la última gota de lluvia. Formigal había pisado la nieve en sus pistas y éstas era lo único transitable que vimos en todo el día así que todos los locos por el esquí estábamos allí concentrados.
En algún momento hasta llegó a salir el sol y sólo nos arrepentimos de haber madrugado tanto. La subida fue como siempre: yo no acaba de coger el ritmo mientras foqueaba y a David le bastaba un par de zancadas en cada parada para sacarme varios metros, así que llegó mucho antes que yo al collado, bajó media pista y volvió a subir. Yo tardé un poco más de una hora y mientras esperaba a que David volviera fui hacia la izquierda en busca de una cafetería de Formigal que David aseguraba estaba por ahí. Llegamos a un collado y al no ver nada prefería dar por terminada la salida y darnos la media vuelta. La bajada supuso mis primeros metros fuera de pista (dos giros y caída), la incómoda frustración por mi torpeza en cada intento de giro y el duro recuerdo del dolor de piernas.
Yo casi no sudé y David ni se llegó a despeinar, pero volví contento del entrenamiento a pesar de que no conseguí solucionar el problema de la rozadura perenne en la espinilla y que el dolor del hombro izquierdo renació sin ningún aviso.
P.D.: Este invierno vamos a tener diversión en el puerto de Monrepós: sólo un carril habilitado en cada sentido y una limitación de 40 km/h en el túnel.
En el Portalet el panorama no era mucho mejor: leve llovizna y un fuerte viento. Agarrándonos a la última opción que nos quedaba para salvar esa mañana de domingo y no volver con cara de idiotas a Zaragoza bajamos hasta el párkin de Espelunciecha. Mal de muchos consuelo de tontos: la vista de varios coches más nos animó. ¡Si hasta iba llegando cada vez más y más animados! La gente poco a poco salía de sus refugios sobre 4 ruedas y comenzaba a subir con desgana y nosotros hicimos lo mismo en cuanto cayó la última gota de lluvia. Formigal había pisado la nieve en sus pistas y éstas era lo único transitable que vimos en todo el día así que todos los locos por el esquí estábamos allí concentrados.
En algún momento hasta llegó a salir el sol y sólo nos arrepentimos de haber madrugado tanto. La subida fue como siempre: yo no acaba de coger el ritmo mientras foqueaba y a David le bastaba un par de zancadas en cada parada para sacarme varios metros, así que llegó mucho antes que yo al collado, bajó media pista y volvió a subir. Yo tardé un poco más de una hora y mientras esperaba a que David volviera fui hacia la izquierda en busca de una cafetería de Formigal que David aseguraba estaba por ahí. Llegamos a un collado y al no ver nada prefería dar por terminada la salida y darnos la media vuelta. La bajada supuso mis primeros metros fuera de pista (dos giros y caída), la incómoda frustración por mi torpeza en cada intento de giro y el duro recuerdo del dolor de piernas.
Yo casi no sudé y David ni se llegó a despeinar, pero volví contento del entrenamiento a pesar de que no conseguí solucionar el problema de la rozadura perenne en la espinilla y que el dolor del hombro izquierdo renació sin ningún aviso.
P.D.: Este invierno vamos a tener diversión en el puerto de Monrepós: sólo un carril habilitado en cada sentido y una limitación de 40 km/h en el túnel.