sábado, 19 de diciembre de 2009

Renovación del panel de Montañeros

12 horas. Hoy me he levantado a las 13:45 después de dormir casi 12 horas. Parece mentira lo que hace el cansancio, o la edad. ¿Quién me mandaría meterme en este jaleo? Ésta ha sido la pregunta más repetida en mi cabeza toda esta semana. Toda una semana con ese horario infernal: por la mañana al instituto y por la tarde al club hasta la noche. Es curioso hacía casi un año que no bajaba al panel y esta semana he ido todos los días, pero no para entrenar, sino para pintar. Después de casi 20 años el panel por fin se renovaba. El responsable, Juan Korkuera. No sé cómo pero ha conseguido que la directiva dedique dinero y atención a ese oscuro nido de magnesio y suciedad al que llamábamos tablón y al que le había llegado la hora del lavado de cara: un albañil se había encargado de ampliarlo, ahora hay presas por todas las paredes y hasta por el techo!!!, y a nosotros nos tocó rejuvenecerlo con una capita de pintura. A todo esto le añadimos presas y colchonetas nuevas y el resultado está ya a la vista de cualquiera:
Y mañana a palillear un rato con Abel, Javi y Carla a descansar la mente.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Foqueo por Formigal (II)

Abel calzándose unos esquís después de mucho tiempo
Nueva sesión de entrenamiento en Formigal, pero esta vez con Abel. Sí, Abel forzado por las lesiones ha estrenado por fin sus tablas de esquí. Dejamos los madrugones para jornadas más interesantes y como el valle de Espelunciecha me lo tenía ya muy visto, nos cambiamos al de Sarrios para no repetirnos demasiado. Iniciamos la subida hacia el collado de Izas siguiendo la pista azul de Sarrios. El foqueo era sencillo porque el piso era regular y la nieve estaba dura,
pero en seguida nos desviamos por la ladera derecha fuera de pista y entonces salieron a relucir todas nuestras limitaciones: cualquier vaguada o pendiente un poco más pronunciada se convertía en una dificultad que nos exigía toda nuestra atención. En cuanto nos cruzamos con la pista Pico Royo nos dejamos de aventuras y volvimos a la trillada y facilona pista hasta el collado al que llegamos después de 1:30 h y poco más de 400 m de subida (je je, aproximadamente el doble de tiempo que tardó David el domingo pasado).
Descansamos un poco mientras hacíamos fotos a las preciosas vistas del valle de Izas
y realizamos la transición para bajar (quitar y doblar las focas, apretar las botas y cambiar las posiciones de las fijaciones) con muuucha tranquilidad. El descenso fue un poco complicado para Abel después de varios años sin deslizarse por la nieve y terminó un poco desilusionado.
Tanto que una vez de vuelta al párkin ya no quiso volver a calzarse los esquís con la misma escusa que yo le puse a David hace unas semanas, que ya era suficiente para la jornada de estreno de temporada (yo le entendí perfectamente) y se dedicó a tomar el sol al resguardo del frío viento mientras esperaba a que yo subiera foqueando hasta la zona Cantal en 20' y bajara en sólo 3 (una ruina caracolera esto del esquí de travesía, je je).
Va a ser difícil volver a ver de nuevo a Abel sobre unos esquís porque esquiar le motiva tanto como a Chema la deportiva.
P.D. David, ¡ya tengo solucionado el problema de la rozadura en mi espinilla!

jueves, 10 de diciembre de 2009

Formigal y Panticosa: un puente palillero

La recuperación de mi maltrecho hombro me hizo renunciar este puente a un par de planes jugosos: ir a escalar al solecito de Calpe (Alicante) con Abel o ir de travesía con David el sábado. En vez de eso no me toca más remedio que dedicarme al dulce vicio de dejarse subir por los telesillas y remontes. Me puse como excusa que tenía que empezar a mejorar mi inexistente técnica si quería algún día poder acompañar con garantías a los máquinas de David y amigos. Tenía previsto hacer la primera incursión a las pecaminosas estaciones el sábado aprovechando el buen tiempo, pero a medida que avanzaba la tarde del viernes me estaba entrando cada vez más pereza. Así que cuando David me llamó para preguntarme si no me importaba retrasarlo al domingo no le puse muchas objeciones. El plan era hacer una salida combinada a Formigal: yo iría a las pistas y el a foquear, yo me dejé 40 eurazos y a él le salió gratis, yo subía sentadito y él se dejó el alma aguantando el paso a un máquina más máquina que él, yo hice 9 bajadas y él 4. Pero a los 2 nos empapaba la fina lluvia que empezó a caer a media mañana así que decidimos abandonar pasadas la una del mediodía.
David acabó con una buena pájara (quizá por la acumulación de cansancio después de dos jornadas consecutivas o quizá por no beber nada de agua en todo el día) y no quiso ni salir fuera del coche para hacernos la foto conjunta de rigor.
El lunes aún salió peor día y dejé mi 2ª jornada pecaminosa para el martes. Previendo un gran atasco a la vuelta por ser el último día del puente me dirigí a Panticosa para tener un retirada más corta. Llego a la estación un poco antes de las 9 y no veo a nadie, ni en el párkin (casi vacío), ni en las taquillas, ni en el huevo, ni en la cafetería de arriba.
Vistas de Peña Telera desde el párkin de la estación de Panticosa
Mientras subía en el huevo me fui dando cuenta de la poca nieve que iba quedando: la pista que baja hasta el párkin seca hasta mitad de recorrido. De hecho estaban cerradas todas las pistas que llevan a la antigua cafetería. En cuanto me calcé los esquís empecé a comprender por qué era casi el único tonto que estaba ahí a esas horas: la nieve estaba dura como el hielo, seguramente debido a la lluvia caída el día anterior. Hacía falta hacer mucha fuerza con las piernas para realizar cualquier giro y para amortiguar el continuo traqueteo producido por todas las irregularidades de las pistas que mis esquís no podían cortar. Enseguida vi que no iba a poder salirme de las pistas pisadas por las máquinas. Poco a poco fue llegando la gente y me fui a la zona de Sabocos.
Lago de Asnos, helado. Sierra Partacua al fondo.
Al salir el sol la nieve se ablandó y fue más fácil esquiar hasta que se ablandó tanto que se puso pesada y lenta y vuelta a cansarme de nuevo. Así que una vez más no aguanté más allá de la 1 del mediodía. Además con el aumento de la temperatura y del número de esquiadores se fueron agrandando las numerosas calvas y apareciendo un mayor número de piedras que no siempre pude esquivar, para desgracia de las suelas de mis esquís que sufrieron las consecuencias. Al final daba penita ver los alrededores de la cafetería más marrones que blancos. La vuelta iba la mar de tranquila hasta que llegué a las cercanías de la cima del puerto de Monrepós donde me aguardaba una retención de casi 50 minutos. Parece que muchos más esquiadores habían tenido la misma idea: salir pronto para no pillar atascos.
Al fondo Garmo Negro desde el telesilla de Corona de Aragón