sábado, 31 de agosto de 2013

Cuervo loco, pica pero pica poco

Una cordada en Juan y Fran

Así se llamaban las aventuras del pater de una familia de cuervos que leía en el tebeo cuando era niño. El cuervo intentaba todo tipo de artimañas para conseguir comida, pero siempre fracasaba. Y así llevo yo los últimos meses: picoteando un buen puñado de vías, pero sin conseguir, aún, llevarme ninguna. Esta vez le tocó el turno a Juan y Fran se nos van, 7a+, en el sector Delfín de Rodellar. Y no pude ir en mejor compañía, Dani Enfedaque; todo un guía de este rutón con el que está intentando entrar en la 7ª dimensión por la puerta grande. Me contó todos los secretos de la vía, pero una cosa es conocer los pasos y otra muy distinta es poder superarlos. No como los frikis que vimos todo el día pasar por la vía, es la que más usan para calentar, subiendo y bajando por ella en un pispás en los largos descansos que realizamos para poder intentarla cada vez. No dejaba de ser frustrante, a la vez que motivante, verles pasar sin esfuerzo por esas presas que tú habías tenido que estrujar para poder levantarte malamente. Y lo que acojona de verdad es verles hacer sus viotes a unos pocos metros de donde tú estás colgado como un chorizo y darte cuenta que las malas presas de tu vía son los cazos de las suyas. SNIF.

Dani y el agüelo en el súper reposo,
pero que al menos a mí, me recargaba pila sólo para dos chapas más
Dani en el paso duro de la vía
Así de abarrotado estuvo el sector, el único que no escala es el agüelo
Vistas de la vía desde la reunión, casi no desploma
Así de muerto terminó el agüelo y total para no encadenarla, ni tan siquiera acercarse
Dani y el agüelo al final de la lucha con los desplomes

domingo, 25 de agosto de 2013

Rock-trip por la mítica route 260

En violeta el tramo de la N-260 de nuestro recorrido vital

Dicen que los dioses cuando quieren castigar a los humanos nos conceden nuestros deseos. Y debe ser que nosotros tenemos a los dioses bastante cabreados. Abel y yo teníamos metido entre ceja y ceja volver esta año a Cavallers y escalar lo que no pudimos escalar el año pasado. Convencimos a nuestros compis para añadir Cavallers en nuestros planes vacacionales de principios de agosto, pero las tormentas los chafaron y hemos tenido que esperar a estos últimos días de agosto para poder concretar, por fin, nuestros ansiados deseos con el malévolo beneplácito de los juguetones dioses. Yo quería probarme en tapia desequipada de grado asequible, después de haber disfrutado estas vacaciones de las sensaciones de la tapia equipada, y la Pistacho asesino parecía la vía ideal, pero Abel ya la tenía hecha así que quería escalar la Blues, "un festival de fisuras donde los friends entran a cañón" (según reza la guía de Luichy), y sólo un poco más dura que la Pistacho. Sin ninguna excusa a la que poder recurrir, un tiempo perfecto y sin ninguna cordada por encima, nos bajamos de la vía a mitad de recorrido porque no nos atrevimos con el 4º largo. Con la moral por los suelos abandonamos, entre carcajadas de los dioses, nuestro otrora tan soñado Cavallers y nos lanzamos a una desesperada búsqueda de la motivación. Para llevar a cabo semejante recorrido místico escogimos la mítica la N-260 y nos despojamos de todo lo material, friends y demás cacharros tapieros, y llevamos como única ayuda la biblia "Lleida climbs". Tuvimos una primera revelación nada más pasar la Pobla de Segur, en el sector L'Argentaria de Collegats, pero nuestro interior nos empujó a seguir buscando y resistimos la tentación. No era el lugar, no aún. Nuestra primera parada nos llevó a Tres Ponts, cerca de Organyá en la carretera a Andorra. Esta escuela tenía todos los ingredientes para convertirse en nuestra tierra prometida: vías largas, atléticas, desplomadas y mantenidas sobre roca excelente con buena sombra a la tarde, decía la biblia. Recibimos nuestras primeras gotas de refuerzo en la primera vía que probamos, pero fue sólo un espejismo: la dureza del resto de las vías y los alejes de los seguros no consiguieron serenar nuestro alterado ánimo y reanudamos nuestro camino vital. La última esperanza era Tartareu, una escuela cerca de Balaguer que ya había visitado Abel este mismo año y de la que me comentaba maravillas de sus propiedades curativas. Y allí, en una pequeña pared agujereada conseguimos, por fin, cicatrizar las magulladuras en el alma que nos habían dejado las placas y fisuras de granito de Cavallers. Antes de marcharnos de tan milagroso lugar, hicimos votos de no volver a pecar. Amén.

Los dos sufridos peregrinos en el templo frikitón de Tres Ponts



Ostiones varios, el peor, el de realidad
La ansiada visita a este precioso rincón del Pirineo se convirtió en un desastre, donde pateamos mucho y escalamos muy poquito.
Llegamos a Cavallers el martes 20 al mediodía y después de comer un bocatilla nos dispusimos a hacer algo de deportiva para aprovechar la tarde y para habituarnos a la roca. Elegimos un sector nuevo, La China, que no aparece en mi guía de Roca caliente. Seguimos las indicaciones de la guía nueva, marcaba 25 minutos de aproximación, un poco larga, pensamos, pero si merecía la pena... La descripción de la guía indicaba vías con buena presa y ligero desplome, así que las expectativas de pillar cacho en el reino de la placa disimularon el cansancio de las piernas y el sudor del esfuerzo (ya se sabe que sarna con gusto no pica). Los 25 minutos se transformaron en 2 horas de pateo para arriba y para abajo a través de pedreras, cuerdas fijas y un bosque impenetrable que no nos permitía orientarnos en ese laberinto de ramas y rocas. Menos mal que le daba la sombra. Para nuestra sorpresa no había forma de encontrar el sector con las indicaciones de Luichy. Sus croquis de las vías son de los mejores que hay y siempre que podemos los usamos las pocas veces que voy a tapia. 
Según él, había que dejar el coche en el párking del Picnic, un poco antes de cruzar el río. Coger un sendero, marcado por hitos todo el tiempo, que atravesaba primero una pedrera y luego un bosque. Al llegar a la segunda pedrera, girar a la izquierda siguiendo los hitos y ya está, y en vez de llegar a La China llegamos a La Pastelería, según una cordada francesa que andaba escalando ahí. Volvimos sobre nuestros pasos hasta la pedrera pensando en subir un poco más por ella porque sabíamos que La China se encontraba por encima de La Pastelería. Subimos siguiendo más hitos, por una fuerte canal donde nos encontramos cuerdas fijas. El camino cada vez era más pendiente e íbamos con gran cuidado de no saltarnos ningún hito. Pero por mucho que subiéramos no encontrábamos ningún sitio reconocible. Llegamos hasta una explanada de roca muy amplia, que luego nos enteramos que era la parte superior de Japón, y enfrente vimos varias líneas de chapas oxidadas sobre unas tumbaderas lisas. Un zarriete que luego descubrimos que era La Conchinchina, que según Luichy era el mejor sector de deportiva de Cavallers, que "queda relativamente alejada, pero una vez en la pared, comprobaremos que la excursión merece la pena. Largas vías de placas y fisuras superfluas, técnicas y con alguna adherencia interesante", dice Luichy. Está claro que nosotros no sabemos apreciar la belleza. 
No hay que romperse mucho la cabeza para adivinar por qué le habían llamado Conchinchina a este sector, porque estaba a tomar por culo. El resto de los nombres, China, Japón, etc., supusimos que serían juegos de palabras derivados de él. Cansados, sudados, frustrados y enfadados nos resignamos a encontrar ese paraíso oculto de desplome y decidimos volver a La Pastelería y escalar alguna vía al menos. En el camino de vuelta nos encontramos con la cordada francesa que se retiraba y tuvimos la potra de cruzarnos con ellos en el preciso sitio donde hay que desviarse para llegar a La China. El problema es que no basta con girar a la izquierda en la segunda pedrera, sino que a medio camino hacia La Pastelería, en medio de un bosquecillo, hay que girar a la derecha, monte arriba, pegados más o menos a la pared. De bajada vimos unos hitos en el cruce del bosque que no destacaban apenas entre las raíces de los árboles y que intentamos agrandar un poco para que fueran más visibles. Se supone que primero hay que pasar al lado del sector Japón, pero éste apenas se ve debido a la densa arboleda. Así que el primer paño de roca en el que vimos parabolts supusimos que era Japón, pero no. Después de subir y bajar varias veces por el sector mirando el croquis e intentando cuadrar lo que veíamos en la roca con lo que aparecía en el libro, llegamos a la conclusión de, por fin, habíamos llegado a La China. Hay un pino enorme a pie de vía en mitad del sector que ya no se nos olvidará. Con tanto ajetreo explorador sólo nos dio tiempo a catar dos vías, Vilanova de Meiá y Antiparkes, las dos de 6a+, las dos excelentes. Nos quedamos con ganas de probar alguna vía más dura, pero estaba anocheciendo y ya y nos volvimos, ligeramente satisfechos, a descansar para el gran día.

Foto con las distintas zonas de deportiva por las que anduvimos perdidos 
(también salen otros que no he marcado):
en rojo La Pastelería, en azul La Conchinchina, en verda Japón y en violeta La China
 Abel iniciando el desplome de Vilanova de Meiá, 6a+
 El agüelo en el inicio plaquero de Antiparkes, 6a+
Acónito y serbal de los cazadores

El miércoles madrugamos para poder entrar los primeros a la vía y también para poder hacer sin sol la mayor parte posible de la exigente aproximación a las Agujas de Comalastorres. El camino nace a la derecha de la presa nada más cruzarla. Enseguida se abandona la senda que va a El Casco, la Pared Inerte, etc., y subimos por una fuerte pendiente, que se mantiene así hasta el final, que nos lleva primero a la Placa Tuka, y luego serpentea a través de las diversas paredes hasta la pedrera final que nos deja al pie de la pared. La Blues sube a la 4ª Aguja de Comalastorres, la que se encuentra más a la derecha. En esta misma aguja se encuentran varias otras clásicas, como La pistacho asesino o Dendrometidos, y el marcado sendero ya es indicativo de lo transitado de este sector.
Aproximación: 1h:15'
Material: llevamos dos juegos de friends, exceso de munición porque sólo colocamos un par por largo y luego no nos atrevimos a abrir el L4.
Dificultad: 6a+/6a obl.
Aseguramiento: dos parabolts en las reuniones y alguno ocasional en los largos.
Longitud: 235 m divididos en 7 largos, de los cuales sólo hicimos 3, que son los que voy a describir:
L1, 40 m, V+, placa tumbada recorrida por una fisura roma. El temita empieza en el primer parabolt (hay 3 en la placa y un clavo para asegurar los últimos metros). Todo parecía ir bien, poniendo pies en los escasos relieves de la placa y de repente fiuuuuu, para abajo, sin previo aviso. Pensé que me iba a raspar enterito y cometí el error de novato de agarrar la cuerda. Caí igual y me llevé una ampolla en un dedo. Seguí para arriba empotrando los pies en la fisura, pisando los parabolts y acerándolos uno detrás del otro. No quiero ni saber cómo es la entrada de la Pistacho que se veía mucho más fina y plaquera y además le dan 6a!!!
L2, 30 m, 6a. La dificultad está concentrada en un paso, superar un bombo, protegido por un clavo abajo y un parabolt en la salida del paso. El resto fácil con tendencia hacia la derecha. Otro pie que se me va en el paso y más marcas para casa: un dedo con un trozo de piel menos y unos cuantos rasponazos en la pierna derecha.
L3, 30 m, IV+. Sencillo largo en travesía hacia la derecha. En la salida de la reunión me desequilibrio y me vuelvo a caer. Estoy pato, pato, como en los viejos tiempos en los que iba de vez en cuando al Midí.
L4, 35 m, 6a+. De este largo sólo conocemos los primeros metros, una fisura hacia la derecha, superar una placa y se llega a un bombo protegido por un parabolt. A partir de ahí un diedrillo fisurado donde se suponía que iban a entrar los friends a cañón y donde sólo vi una fisura que se iba a haciendo cada vez más pequeña hasta desaparecer. La visión de darme un largazo metiendo sólo uno o dos friends me revolvió los intestinos y manché los calzoncillos. Tanto querer asomarse al peligro y en cuanto lo veo venir, zas, para abajo. Ayer hicimos dos largos de igual dificultad sin problemas. Hoy nos hacemos cacotas y rapelamos hasta el suelo de una sola tirada desde la R3, gracias a la paciencia y a la amabilidad de una pareja portuguesa que no sólo esperó a que termináramos de una vez, sino que nos permitió rapelar de sus mosquetones de reunión para no tener que dejar nada de material en la vía. ¡Moito obrigado!

Una vez a pie de vía, chafados y con toda la tarde aún por delante, decidimos buscar alguna vía más asequible en la misma zona para no tener la sensación de haber subido hasta allí para nada. Una cordada que estaba empezando John Lee Hooker nos dejó su guía, nos fijamos en Sport Catalá, V+ y al parecer muy cerquita de donde estábamos, fotografiamos  el croquis y nos pusimos a subir en su busca. Subimos y subimos y no conseguimos encontrarla. Es lo único que hemos hecho estos dos días, subir y subir para no hacer nada. Paramos a comer algo en la sombra y bajamos al coche bastante deprimidos.
Después de un bañito en el picnic, unas patatas fritas y una birra, intentamos aclarar la mente y nos disponemos a poner en marcha el plan B. Sacamos la guía de escalada deportiva Lleida climbs y empezamos a pensar en posibles destinos. El que más nos llama la atención, Tres Ponts.

 Abel empotrándose en el Paso del Oso, camino a las Agujas de Comalastorres
El agüelo a tope de motivación a pie de vía 
¿qué podría salir mal?
El agüelo pilotando por la placa inicial justo antes de su primera caída 
Abel encarando el paso duro de 6a del L2 
Así se quedó la mano izquierda del agüelo al intentar liberar el pasito de 6a 
después de que se le resbalase un pie, no se puede decir que no lo diéramos todo, 
a esto hay que añadir una quemadura en la mano derecha por intentar agarrar la cuerda 
en la caída del 1er largo, unas rozaduras en la pierna derecha y unos calzoncillos manchados 
que no enseño por respeto al personal
Abel aún contento en la R2, aún disfrutábamos del día y de la escalada 
 Vista atrás del sencillo L3
Primer intento, Abel, segundo, agúelo, y existoso tercer intento, el portugués, al L4 
Retirada y fuga

1ª parada: Tres Ponts. Cacho sí, pero en lololandía

Con la calma que requiere todo viaje introspectivo que tiene como objetivo la difícil tarea de encontrarse a sí mismo, especialmente si además estamos de vacaciones, nos pusimos en camino y empezamos a zamparnos los primeros kilómetros de nuestra particular peregrinación. Nada más pasar La Pobla de Segur nos topamos con la impresionante escuela de Collegats. Un rápido a los apuntes hechos sobre la biblia nos indican la existencia de un posible sector que nos sane: L'Argentarie. El sector se encuentra en la vieja carretera a lo largo de un precioso cañón. Nada más pasar el túnel con el mismo nombre hay un párking a mano izquierda donde podemos dejar el coche, porque está prohibido circular por la carretera antigua. El sector se encuentra justo enfrente de una espectacular formación calcárea que le da nombre. Una formación hecha a base de dos la unión de dos fuerzas contrarias, erosión y precipitación, a lo largo de miles de años. Esta comunión del yin y del yan no podía más que traernos la tranquilidad de espíritu que tanto anhelaban nuestras almas. Y una rápida visita al sector nos corroboró las primeras impresiones. Pero a pesar de la invitación de los escaladores locales, a los que preguntamos por las vías, a que probásemos alguna de ellas dejamos este interesante sector para otra ocasión y seguimos nuestro camino.

 La espectacular formación calcárea de L'Argentarie
 El estupendo sector de escalada deportiva situado justo enfrente

Llegamos a Sort y giramos hacia el sur. Unos 3,5 km antes de llegar al pequeño pueblo de Organyá cogimos un desvío a mano izquierda que indica Montan de Tost y seguimos por ella durante unos 500 m hasta cruzar de nuevo el río Segre y aparcamos al lado de unos transformadores eléctricos. Tres Ponts tiene dos sectores, uno pequeñito, Bon Combat, en una cueva desplomada y sin apenas vías asequibles, en el mismo lado del río y el Sector Principal, en el lado opuesto. Para llegar a ambos hay que cruzar con cuidado la transitada carretera C-14 y en el caso del principal cruzar el río y seguir por un precioso sendero hasta las vías. Antiguamente había algún paso expuesto asegurado con cables para llegar a los sectores más alejados, pero ahora han construido unos pequeños puentes de madera que permiten un tránsito totalmente seguro.
Preguntamos a una cordada de chicas de un buen sitio para dormir y nos aconsejaron el párking de la escuela de escalada de Coll de Nargó, a muy poquitos kilómetros de allí. El sitio es amplio y en verano está muy tranquilo. Para llegar hay que desviarse de la C-14 y atravesar el pueblo, donde hay fuente (con agua de Vichy) y panadería, y coger un desvío a la altura de la iglesia románica de Sant Climent hacia la zona deportiva. Una vez pasada ésta seguimos hasta un cruce en el que giramos a la derecha, hacia el Coll de Piqué, llegamos a un primer párking, donde empieza una pista de tierra y piedras con un comienzo un poco peor y que seguimos hasta llegar a la explanada del segundo párking, a los pies de una lisa pared con varias vías.
Desayunamos sin prisas, disfrutando del momento, viendo pasar el tiempo, y a media mañana nos fuimos a inspeccionar el Sector Principal. A pesar de reseñar la biblia que es un sector nada aconsejable en invierno, en verano hay que esperar hasta las 14:00-15:00 para que le dé la sombra a todos las zonas. Sin embargo, una vez instalada la sombra, una agradable brisa nos permitió escalar toda la tarde sin sudar si quiera. Todo un lujo. Nos instalamos en el único trozo de muro asequible, al igual que todas las demás cordadas que fueron llegando. Empezamos por Pan i Haus, 6b, que nos dejó muy buen sabor de boca. Y menos mal que empezamos por esta vía porque ya no volvimos a oler nada el resto de la tarde. Esta es una escuela dura, de cacho y desplome, sí, pero bastante técnica y con alejes importantes entre los seguros. Demasiados alejes para el maltrecho espíritu que nos dejó la Blues el día anterior. La siguiente vía, otro 6b, Anthrax, la tuve que montar casi entera de arriba a abajo con la caña. Una vía más técnica a la que le ví un poco más de color en el siguiente pegue de segun. Terminamos de poner nuestros brazos a caldo en un corto 7a, Del Pudent, al final del todo, en el borde de una cuevecita, que también montamos con la caña. Fiel al estilo de toda la escuela la vía resultó muy dura. Nos fuimos sin conseguir cicatrizar del todo nuestras heridas espirituales, pero contentos de haber conocido una escuela preciosa aunque fuera de nuestro alcance.
Por la noche recibimos la visita de Carlos y Juan, un par de escaladores de la provincia de Barcelona y disfrutamos de una sobremesa plagada de cerves frías, tenían una buena nevera en su furgo, y risas.

El segundo párking de Coll de Nargó, al fondo la Paret del Grau 
 El párking de Tres Ponts, con los transformadores y la C-14 que hay que cruzar
El magnífico paredón del Sector Principal,  justo a la derecha del techo está la zona asequible 
(también hay unas cuantos sextos a la izquierda, pero tenían un aspecto plaquero total)
 El camino del Sector Principal es una pequeña parte de una antigua ruta medieval que recorría todo el Segre
Abel en la disfrutona Pan i Haus 
Juan escalando con  el impresionante telón de fondo del paredón del Sector Principal
 El agüelo apretando en las bonitas chorreras del comienzo de Del Pudent
Abel y el agüelo compartiendo relajación e introspección con Carlos y Juan, otro par de penitentes

2ª parada: Tartareu. Así, sí

A la mañana siguiente después de desayunar nos despedimos de Carlos y Juan y cada uno continuamos nuestra particular búsqueda. Nosotros ciframos nuestra última oportunidad en Tartareu, una escuela muy cerquita de Os de Balaguer y que Abel ya conocía. Así que Abel guió y fuimos a tiro hecho. Cogimos agua en Os de Balaguer y seguimos hasta Tartereu, donde nos desviamos a la izquierda unos pocos cientos de metros antes de llegar al pueblo para coger una pista que recorrimos durante un par de kilómetros hasta parar debajo de los sectores Jetlag y Guacamole. Unos pocos metros más abajo del párking nace un sendero, indicado por un hito grande, que termina justo al comienzo del sector Jetlag. Sin dudarlo un instante Abel me llevó hasta una pequeña pared a la vuelta de un contrafuerte que le proporcionaba sombra incluso al mediodía. 
Esta pared reúne un grupete de vías impresionantes, todas muy similareses: un festival de agujeros, cazos y ligero desplome en la mayor parte de la vía y un picantón paso para superar un bombo al final. Disfrutamos como enanos, no sólo de los dos 6bs que conseguimos encadenar, Johny Babuchas y La Mostela, sino sobre todo de un estupendo 6c+, Cuina Lleuguera, del que nos faltó la pila suficiente para quedarnos de las minipresas finales. Un aliciente para volver a probar estos deliciosos agujeros.
De regalo final del viaje un dato friki: ¡ya tengo 100 sextos encadenados!

Bonitas vistas del pueblo Coll de Nargó 
Las paredes de Tartareu, en rojo la pared que nos redimió 

 El agüelo en la orgía de agujeros de Johny Babuchas
 Abel en el picantón tramo final de La Mostela
 La cara del agüelo en el reposo de Cuina Lleuguera lo dice todo
 La cordada catalana que nos acompañó escalando Emental vertical, 6b
El regalo final de este rock-trip: completar 100 sextos encadenados
No todo va a ser tapiar

lunes, 12 de agosto de 2013

3 días de sacrificio y dieta


La salud, como cualquier otra característica biológica, viene determinada por la genética y el ambiente. La primera, de momento, no la podemos modificar, pero la segunda, los hábitos de vida, sí. En esta última se incluyen muchos factores, consumo de tabaco y/o otras drogas, posturas en el trabajo, horas de sueño, higiene... y sobretodo ejercicio físico y alimentación. Está comprobado que el ejercicio físico es, con mucho, el factor ambiental que más influye en nuestra salud, y sin embargo, muy poca gente lo practica regularmente (quizá por el grado de sacrificio que conlleva). Pero a  nosotros el sacrificio no nos asusta y habíamos planeado un conjunto de actividades físicas, escalada deportiva y footing, que nos iban a exigir lo mejor de nosotros mismos, así que teníamos que empezar a cuidar más la alimentación y decidimos dejarnos llevar por las modas y nos pusimos en manos de un nutricionista. En esta ocasión nos pusimos en las experimentadas manos de Tono. Y él, para evitarnos tentaciones mundanas, nos recluyó en su casa familiar de Jaca y allí nos sometió a su dieta de la panceta. Esta dieta a diferencia de otras más famosas como la de la alcachofa o la del brócoli, no está basada en único alimento, a pesar de lo que su nombre pueda hacernos pensar, y admite varios complementos como chistorra, longaniza, pizza, nubes o auténticas bombas calóricas como bollos rellenos de nocilla y mantequilla. Todos alimentos naturales, nada de polvos químicos, y por lo tanto sanos. El sacrificio dietético ha merecido la pena y hemos obtenido buenos resultados tanto en la escalada como en la carrera, así que siguiendo el populista razonamiento "si a mí me funciona...", me había propuesto mantener la dieta en el tiempo, para evitar el conocido efecto yo-yo, pero nada más llegar el domingo por la noche a casa, sucumbí a la tentación y cené una ración de sandía y un yogur. El espíritu es fuerte, pero la carne es débil. 

El viernes nos fuimos a la pequeña escuela de Peña Bubón, en el Valle de Tena. Para llegar a ella hay que desviarse hasta Tramacastilla, pasarla y al llegar a una rotonda coger la pista que se encuentra en  la última salida de la rotonda. La escuela tiene dos sectores y dependiendo de a cuál queramos ir aparcaremos un poco antes, la Grallera, o un poco después, Peña Bubón. En el primer caso se sigue una pista que nace a mano derecha hasta un hito y subimos entonces por el sendero hasta las paredes. En el segundo caso los sectores se ven desde el coche. Sombra a la tarde.
Empezamos en el sector Peña Bubón 2 donde domina la plaquita y donde inventamos una nueva vía encadenando una finísima placa de 6b+ en una agradable fisura de 6a+, o ansí. Después nos fuimos a la Grallera 2, con vías con más cacho. Muy recomendables Luna llena, 6a+ y Géminis, 6b+. Es espectacular escalar con vistas a Telera o Panticosa. Nos dejamos unas cuantas vías imprescindibles, según Álex, así que habrá que volver.
 El sector Peña Bubón 2
 Espectaculares vistas desde las paredes de las vías,
 al fondo, Peña Telera, Tramacastilla y el embalse Búlbal.
 Los maromos disfrutando del buen cazo en el desplome de Géminis, 6b+
 Patri, Vanesa, Jorge, Irati, Álex y Tono
Los fanáticos de la dietética y la nutrición deportiva

El sábado cambiamos de valle y subimos desde Jaca hasta Canfranc pueblo, para escalar en Los Meses. El acceso se encuentra en el mismo comienzo del pueblo, en un sendero que nace a la izquierda, indicado por un cartel que pone "Quesería 2 km". El sendero no tiene pérdida, se gira a la derecha en el único cruce que hay, se atraviesa los antiguos jardines de una casa, una presa y enseguida aparecen los carteles que nos llevan a los distintos sectores. Nosotros fuimos a la Cueva oculta. Es un sector de sol por la mañana, pero el bosque da algo de sombra al pie de vía. Después de probar varios sextos, muy guapa El rey meón, 6b, atacamos y nos machacamos sin resultado en Bailando con bolos, 7a+, donde lo duro no es la panza, aunque lo parezca, sino la placa final (catalogada por el agüelo como inhumanor superior).

Jorge, Vanesa y Tono en el sector Cueva oculta
al fondo la plaquita de 8b que sale en la portada de la guía
 El agüelo abriendo Apolo VI, 6a+ (en mi modesta opinión)
 El precioso desplome de Bailando con bolos, 7a+ (de la placa final mejor ni hablamos)
 Jorge plaqueando
 Book de El rey meón, 6b

Esa misma tarde nos acercamos a coger los dorsales para el acontecimiento del finde: la subida a Peña Oroel. Una carrera que tenía muchas ganas de correr, tanto por el reto, como por el hecho de que no había subido aún a este emblemático monte. Nos juntamos de nuevo un equipo numeroso y disfrutamos en pandilla una vez más de estas carreras de montaña. Todos conseguimos llegar a meta, así que objetivo cumplido. A pesar del calor la carrera discurre la mayor parte del tiempo por bosque así que en ese aspecto se hizo llevadera. Además no hay bajada, la carrera se termina en la cima, así que tampoco me tocó sufrir los dolorosos calambres. El refrigerio (un poco caótico ya que enseguida se terminaron la cerveza, el aquarius, el chorizo, la tortilla y el queso), la entrega de premios y el sorteo se realizaron en el Parador, donde también se colocó un camión de bomberos que nos dio, a todo aquel que quiso, un refrescante hidromasaje que nos quitó de un manguerazo el sudor y buena parte del cansancio. 

 Plaza Biscós donde fuimos a recoger los dorsales con nuestro destino al fondo, Peña Oroel
 El equipo con las camisetas y dorsales recién recogidos
 Por una curiosa coincidencia fuimos los 3 primeros en inscribirnos a la carrera
 El gurú de la dieta de la panceta y sus conejillos de indias
 Entre esta foto...
 ... y esta otra hay 10,7 km de distancia, 1000 m de altitud y una diferencia de tiempo de 1h y 38'...
 ...  más una pequeña dosis de cansancio...
 ... y una inmensa alegría y satisfacción final
(no se me borró la sonrisa de tonto hasta el viaje de vuelta a casa)
Tramo final de la subida
Todos los miembros del equipo conseguimos llegar a la meta situada en la cima:
Vanesa, Jorge, Churla, Tono, el agüelo, Juan y Xavi
Hidromasaje gratuito
 Después de tanto esfuerzo tocó relajar músculos en la piscina...
... y el último esfuerzo dietético