viernes, 13 de agosto de 2010

Faja de las flores y 3er Furco

Las maravillosas vistas que nos ofreció nuestro lugar de reposo
Sí, sí, ya sé: ¿cómo puede ser la 3ª vez que hago el Furco esta temporada si no he contado nada aún del primero ni del segundo?? Ah, la pereza! No sé cuándo encontraré tiempo y ganas para poner al día todas las salidas (¡¡¡pero si tengo pendientes actividades de semana santa!!) La 1ª vez que hice el Furco tuve que insistir a David para ir porque ya me veía yo otro verano sin hacerlo, je je, y ahora... ya voy por la 3ª!!!! ¿Y por qué tanta insistencia en este barranco? La primera vez es cierto que le tenía muchas ganas después de oir tantas veces a David sobre él. El resto de las veces han sido siempre por no tener un plan mejor: en la primera repitición volvíamos escaldados y calados de un intento a La Pazosa, se puso a llover nada más entrar al barranco y nos dimos la media vuelta; en esta última repetición buscábamos algo bonito y rápido, osea, Furco, y yo era el único que ya lo había hecho, así que... (además nos dijeron en la oficina de los Guías de Torla que La Pazosa estaba bastante mal después de las últimas lluvias: mucho árbol caído e incluso una reunión medio arrancada en la que quedaba un sólo spit que se movía).
Esto me pasa por ir de responsable. Normalmente este papel recae en David para actividades de descenso de cañones, esquí de travesía o trekking y en Abel cuando escalamos. Los "culpables" de estos berenjenales fueron Víctor (a partir de ahora "vitorino") y un amiguete suyo del curro, Víctor. Llegaron el viernes desde Madrid con la furgoneta de Víctor sin tener todavía claros los planes. Como siempre, vamos. Víctor no había estado nunca en Pirineos y no sabía muy bien su estado de forma, así que les propuse ir a la Faja de las flores en Ordesa. Una ruta que llevaba años deseando hacer y que por una cosa o por otra se había quedado siempre a la espera de un mejor momento. Vitorino tenía ganas de marcha e insistía en llegar hasta la Brecha de Rolando y bajar en el día. No llegamos a ningún acuerdo, así que cogimos mis cosas y nos pusimos en camino. Durante el trayecto tuvimos tiempo para seguir discutiendo las mejores opciones. Llegamos casi de noche al lugar que habíamos elegido para dormir: un párkin al lado de la carretera que se encuentra a unos pocos metros pasado el cámpin de Torla. Justo enfrente del camino a la ermita de San Antón y justo debajo de unos bungalows nuevos del cámpin. Cenar y a la cama. A Vitorino tuvimos que dejarle durante todo el finde unas cuantas cosas, por ejemplo, Víctor le dejó un par de trozos de goma-espuma para que no durmiera directamente en el suelo, porque el jueves por la noche el muy alicate se había ido de juerga y cuando llegó a casa no estaba como para acordarse de todo. Antes de dormir ya lo teníamos claro: al día siguiente a la Faja de las flores.

Recorrido realizado obtenido de intenet
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Actividad: Faja de las Flores
Fecha: Sábado 7 de agosto de 2010
Participantes: Vitorino, Víctor y el agüelo
Altitud de salida: 1320 m (Pradera de Ordesa)
Altitud de la Faja: 2340 m
Desnivel máximo: 1020 m
Hora de salida: 8:35
Hora de llegada: 15:25
Tiempo total de la actividad (incluidos descansos): 6h 50'
Dificultad: F+ (aunque prácticamente toda la actividad discurre por un marcado sendero, el desnivel es fuerte, la actividad relativamente larga y la sensación de vértigo puede ser acusada tanto en el propio sendero como en las dos clavijas)
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La Faja de las flores es un camino que recorre una pequeña parte de las verticales paredes del Valle de Ordesa a lo largo de una estrecha repisa a 2300 m de altura. Estas cornisas o fajas se forman debido a que la capa horizontal de roca es más blanda en ese punto, el agua la desgasta más que en el resto de la pared y se genera esa hendidura a lo largo de toda la capa. En Ordesa son muy abundantes, pero La Faja de las flores es con mucho la más espectacular: por la estrechez de su trazado, por la altura a la que se encuentra y por la verticalidad de la pared que recorre. Une el Circo de Carriata y el de Cotatuero, rodeando el Pico Gallinero o Salarons, en la margen derecha del río Arazas y sus vistas son complementarias a las que se pueden observar desde la Faja de Pelay, en la margen de enfrente.
Vista de las paredes del Gallinero por donde discurre
la Faja de las flores
(imagen tomada del komando kroketa)
La ruta es circular y se puede realizar en los dos sentidos. Nosotros la iniciamos por el Circo de Carriata. Cogimos el autobus de las 8 de la mañana y a un poco más de media hora después ya estábamos andando. Para acceder al camino hay que retroceder desde la Pradera de Ordesa donde nos deja el autobús unos 200 m por la carretera hasta llegar al edificio que antiguamente servía de recepción de los visitantes del Parque Nacional. Justo allí nace un sendero a la derecha que atraviesa un precioso bosque, al principio por terreno fácil pero que enseguida se empina y nos hace ganar altura rápidamente. A nuestra izquierda la imponente mole del Tozal del Mallo nos observa y sobrecoge a través de cualquier claro.
La perpectiva nos engaña como siempre y nos hace pensar
que la cima del Tozal es puntiaguda, cuando en realidad
está a la misma altura que el resto del circo
En aproximadamente 3/4 de hora se llega a una pequeña cabaña de troncos que nos indica el inminente final del bosque. La vista del circo es espectacular: las laderas inundadas del amarillo intenso de las flores del erizón y las altas paredes dominando todo. Después de llevar unos minutos en campo abierto dejamos a la derecha el desvío de la Faja Racún (una faja que hace el mismo recorrido, pero mucho más abajo) y seguimos hasta llegar al torrente donde aprovechamos para llenar nuestros "camel-backs". Tras cruzarlo el sendero sigue en dirección al Tozal, pero enseguida llegamos a un cruce bien señalizado en el que torcemos a la derecha y al poco nos toca trepetear por terreno empinado pero sin grandes dificultades hasta los pies de la pared y la recorremos a lo largo de un estrecho y vertical sendero en busca algún punto débil que nos permita superarla pero que desde aquí se antoja imposible.
De izquierda a derecha: el agüelo, Vitorino y Víctor
Pues en realidad no hay un único paso, sino dos y enseguida se llega a la bifurcación: hacia la izquierda por una corta trepada se llegan a las clavijas de Salarons y recto se sigue hacia la Fajeta del Mallo a través de un sendero más vertiginoso que la propia Faja de las flores y una corta trepada no muy vertical apoyada también con clavijas.
Vista de la vertiginosa Fajeta
Las primeras clavijas discurren por un terreno fácil, donde no llegan a resultar imprescindibles y pronto se llega a un corto resalte vertical, unos 8 m, surcado por una amplia hendidura vertical donde se encuentra el tramo más complicado de la subida, sin llegar nunca a hacer falta encordarse (aunque hay un par de anclajes químicos al final para montar reunión).
El agüelo en las clavijas de Salarons
Una vez superado esta pequeña dificultad se sigue subiendo por fuerte pendiente durante unos pocos minutos hasta llegar a un amplio prado donde nos cruzamos con el camino que viene del Tozal del Mallo. El valle nos queda ya muy abajo, pero aún nos quedan unos cuantos metros más de subida. En este punto hay que girar a la derecha, hacia la salida del camino que viene de la Fajeta, para poder seguir subiendo por un cómodo sendero. Nosotros nos equivocamos, giramos hacia la izquierda, pasamos al lado de las dos enormes rocas que nos sirvieron de improvisado vivac a David y a mi el año pasado en medio de una buena tormenta, y seguimos hacia el Tozal en busca de un sendero que nos guíe hacia arriba. Después de caminar unos minutillos y ver que no había tal sendero por ese lado decidimos tirar hacia arriba por el terreno más sencillo que encontramos en vez de retroceder. Después de una pequeña sudada para cubrir el fuerte desnivel volvimos a encontrar fácilmente el sendero y lo retomamos sin más complicaciones hasta llegar a la explanada de Aguas Tuertas. Allí una serie de hitos nos guían por las pendientes rocosas de la derecha hasta llevarnos al comienzo de la Faja de las flores después de 2h y media de pateo. Comimos decentemente, nada de barritas energéticas, disfrutamos de las vistas de los Gabietos y descansamos unos 20 minutos antes de comenzar la Faja.
El agüelo al comienzo de la Faja de las flores
La Faja es prácticamente horizontal y apenas hay que realizar esfuerzo alguno para recorrerla. Las vistas son espectaculares, tanto del valle de Ordesa como del valle de Otal, pero el sendero en sí mismo nos decepcionó un poco: esperábamos que fuera un pelín más expuesto, pero la verdad es que en la mayoría de los 3 km de trayecto hay varios metros de separación entre el sendero y el vacío.
La primera parte, la que discurre aún por el borde del Circo de Carriata, la disfrutamos en sombra y fue la que más me gustó, la parte donde las paredes (tanto la de arriba como la de abajo del sendero) eran más verticales.
Primera parte de la Faja de las flores

En cuanto se termina el circo, la Faja se abre al valle de Ordesa y se puede apreciar el enorme desnivel salvado desde la pradera. En este tramo el sendero siempre circula pegado a la pared y alejado del precipicio por un terraplén herboso.
Vistas de la Faja de las flores, el Tozal del Mallo
(ya no tan espectacular) y al fondo del Pico Otal
Poco a poco el sendero va rodeando las paredes del Pico Gallinero y entramos en el espectacular Circo de Cotatuero. Mirando hacia la cortada por donde cae la cascada volvemos a preguntarnos cómo es posible descender de él sin tener que usar la cuerda. Parece imposible.Vistas del Circo de Cotatuero, el pico Tobacor y
al fondo Monte Perdido y Soum de Ramon
En esta parte del recorrido nos encontramos con gran cantidad de edelweis, la flor blanca del Pirineo en peligro de extinción en España. El único testigo de pasados cambios climáticos. En breve se termina la Faja (hemos tardado apenas 1h 15') y llegamos a una de las mejores vistas de todo el Parque Nacional: allí mismo se nos ofrecen en una misma panorámica casi todas las cimas de más de 3000 metros, desde los Gabietos y el Taillón, pasando por la Brecha de Rolando, hasta las 3 Sorores (Cilindro, Monte Perdido y Soum).

Vitorino se emociona ante la visión de la Brecha y vuelve a insisitir en llegar hasta ella, se siente pletórico después de tanto tiempo sin pisar el Pirineo y después de tantos años martirizado por su espalda. Víctor no se atreve a decir nada así que me tocó a mí negarle el caramelo al niño. Iniciamos el descenso antes de que Vitorino cambiara de opinión y se nos largara él solito dando brincos hasta la Brecha como un sarrio más del parque. El terreno es ahora incómodo, atravesamos un enorme lapiaz kárstico surcado por miles de grietas y agujeros. Dudamos y nos equivocamos en no seguir unos hitos que nos dirigían hacia abajo muy cerquita de la pared, y optamos por seguir otros hitos que daban un rodeo mayor por la izquierda para sortear las distintas barreras rocosas que nos salían al paso. Viendo que este camino nos alejaba mucho acortamos en cuanto pudimos siguiendo el más mínimo rastro de hitos a través de empinados pero fáciles destrepes hasta las verdes campas de Cotatuero.
En rojo el camino correcto desde la Faja, nosotros nos desviamos
bastante a la derecha del riachuelo (imagen tomada del
komando kroketa)
Ya sólo nos tocó atravesar sin problemas un torrente y nos reencontramos con el sendero que proviene de la Faja. En unos minutos más estábamos a la altura del río, donde nos encontramos con más gente que en todo el día (a lo largo del camino apenas nos cruzamos con media docena de parejas de senderistas). Estaban tomando el sol y disfrutando del valle. Nosotros nos encaminamos sin perder tiempo hacia el vertiginoso sendero que nos condujo circo abajo. Casi sin tiempo de sentir el vacío del empinado camino llegamos a las famosas clavijas de Cotatuero. Es una pequeña ferrata protegida últimamente por un clave que permite al que quiera protegerse con un arnés y una línea de vida. El tramo más expuesto son dos travesías horizontales con clavijas para las manos y los pies, unidas por una corta sección de bajada.
Vitorino en el comienzo de las clavijas de Cotatuero, al fondo
el espololón por donde discurre la vía de escalada El Pilar de Primavera
y un poco antes el espolón de la Rabadá-Navarro.
El agüelo y Víctor
Luego viene el descenso por una canal menos vertical y sin tanto patio, pero en la que hay que tener igualmente cuidado porque la roca está muy pulida por la cantidad de gente que continuamente pasa por ahí, y resbala bastante. El camino sigue después bajando rápidamente gran cantidad de metros y hay que echar de vez en cuando las manos al suelo para superar el fuerte desnivel, pero enseguida se endereza y se vuelve un cómodo sendero que nos va bajando sin más problemas hacia el valle. Primero llegamos al cruce con la Faja de Racún, luego pasamos al lado de otra cabaña de troncos (donde nos desviamos unos pocos metros para disfrutar de unas maravillosas vistas de la cascada de Cotatuero) y finalmente llegamos a la hornacina con la Virgen del Pilar en el cruce con el camino que va de la pradera a la Cola de caballo. En apenas 5 minutos más estábamos ya disfrutando unas refrescantes rondas de jarras de cerveza (yo me escaqueé de un par de ellas porque no hay quien les siga el ritmo a este par de dos). En total 2h y 40' de descenso que terminó machacando los pies de Víctor (menos mal que no hicimos caso al Vitorino).
Una vez en Torla buscamos un lugar para alquilar trajes de neopreno y sólo vimos abierto la oficina de los Guías de Torla, donde nos confirmaron que no tendríamos ningún problema para hacerlo, y nos volvimos tranquilamente a cenar a nuestra particular terracita. Mientras mi pareja de amigos juerguistas aún se bajaron al pueblo a por un par de cervezas, yo me quedé solito con la centrifujadora en la que se había convertido mi pobre estómago (no sé lo que me sentó mal, si "las dos" cerves de la pradera, si el gazpacho recalentado durante todo el día o si el cocido de garbanzos de la cena). Una vez vaciado el estómago todo el túrmix paró por fin y pude dormir tranquilo.

Croquis del Furco
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Actividad: descenso del Furco
Fecha: Domingo 8 de agosto de 2010
Participantes: Vitorino, Víctor y el agüelo
Tiempo de aproximación: 30'
Tiempo de descenso: 1h 30'
Retorno: 5'
Dificultad: 3 (en una escala de 5)
Combinación de vehículos: No
Material: neopreno completo, 2 cuerdas de 30 m, casco y material para rapelar (arnés, mosquetones de seguridad, línea de vida, ocho...)
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El Furco es un cañón corto, pero intenso. Tiene de casi todo condensado en unos escasos 90 minutos: rápeles (especialmente el primero es precioso), toboganes, un salto opcional de 8 m, vegetación... Se encuentra en el pueblo de Broto (Huesca). El coche se puede dejar en un pequeño párkin, a apenas 1 km nada más salir del pueblo en dirección a Fanlo, donde termina el cañón o si no hay espacio, un par de kilómetros más allá carretera arriba. La primera opción es la más deseable, desde mi punto de vista, porque aunque aumenta la longitud de la aproximación permite llegar al coche sin tener que sudar de nuevo.
Nosotros pasamos primero por la oficina de los Guías de Torla a alquilar trajes para los vitorinos, tuvimos que esperar un buen rato a que cogieran material primero todos sus clientes de esa mañana, y luego, pasadas las 9:30 nos dirigimos en coche a Broto.
Encontramos sitio en el 1er párkin, nos cambiamos e inciamos la aproximación carretera arriba una decena de metros y enseguida cogimos un sendero señalizado que nace a la izquierda. El camino atraviesa la carretera y al cabo de 10 minutos sale de nuevo a ella, a la altura del 2º párkin (un mero ensanchamiento del arcén). Seguimos carretera arriba 20 m y cogemos una amplia pista que nace a nuestra izquierda, al principio con bastante pendiente. Al cabo de un rato llanea y cuando termina la siguiente cuesta, que bordea el precipicio del barranco, llegamos a un nuevo llano. Aquí buscamos un empinado sendero al borde de la presa que tiene una cadena para ayudarnos a bajar.
El grupo de clientes que nos dejó pasar bajando hasta el primer rápel
Nos cambiamos al pie de la cascada y nos preparamos para iniciar el descenso.
Vitorino y Víctor ya preparados para comenzar el descenso
En la pared de la presa hay una reunión montada para rapelar desde ahí y entonces debe salir un rápel de 35 m. Nosotros hicimos una pequeña y áerea travesía protegida por una cadena hasta otro punto de rápel un poco más corto. Este primer rápel es precioso, largo (22 m), al lado de una cascada, en una especie de bóveda abierta... Termina en una poza de escasa profundidad y enlaza a su salida con otro rápel mucho más corto, 10 m. A partir de aquí viene una zona tranquila, al principio por un caos de rocas y luego por unas repisas a mano derecha, que se va poco a poco encajonando y donde las paredes se van llenando de una copiosa vegetación. En este trayecto plano hay un par de toboganes cortos y enseguida se llega a la gran atracción del barranco. Un bloque empotrado que se puede salvar de 3 maneras: rápelando todo el desnivel, destrepando los primeros metros (se puede instalar una cuerda fija) y luego con un entrenido tobogán o mediante un impresionante salto desde una evidente losa a mano derecha (para llegar a ella se puede poner un pasamanos para los más miedosos o gatear al principio con cuidado y pasar la parte más baja sentado en la conducción del agua y con las piernas colgando). Una vez en la losa hay que pensárselo unos minutos antes de reunir el ánimo suficiente para saltar. También se puede combinar el tobogán con el salto: se puede trepar por la cuerda hasta la reunión, recoger la cuerda y hacer el salto (con la cuerda de 8 y medio que llevaba no resultó tan fácil como con una de 10 como en las veces anteriores y no pude trepar de nuevo y me quedé sin saltar, aunque tampoco lo lamenté mucho: se pasa un pelín de miedo). Al salir de la poza del salto está el último rápel con dos opciones: con el pasamanos de la derecha sale un rápel de 17 m y es la opción que cogimos. El rápel acaba en una poza de escasa profundidad y se sigue andando hasta la última diversión: un corto pero entrenido tobogán que si flotas mucho llegas hasta un saliente del lecho que te puede hacer una caricia. De ahí su nombre: rompe-culos. A partir de aquí ya sólo nos quedan 5 minutos a través de un caos de rocas y salimos a nuestra derecha antes de llegar al puente de la carretera. Se trepa por bloques grandes y terminamos directamente en el párkin.
Vitorino bajando el primer rápel
Víctor al final del 2º rápel
En uno de los pequeños toboganes intermediosVíctor pensándose el salto
Vitorino en el último rápel

Víctor terminó encantado con esta última actividad su primera visita al Pirineo. Devolvimos los trajes y nos fuimos a Biescas donde me invitaron a comer. Con chicos así se puede ir a cualquier parte. Ni siquiera me dejaron pagar mi parte de la gasolina.