miércoles, 22 de abril de 2015

Finde osanero

El agüelo en la niebla
Foto realizada por Jesús Sanagustín

Un año más pude disfrutar de esta fiesta del deporte en la montaña que es la carrera de Osán. En esta ocasión el pacto con el diablo que parecía tener la organización para reservar un tiempo estupendo, se ha mantenido a medias: una mañana fría y con niebla que dio paso a un mediodía soleado justo a tiempo para poder disfrutar en la campa de las migas, el huevo frito, la cerveza... y los calambres.
A pesar de las impresionantes tormentas de granizo y lluvia de la tarde anterior, no hubo tanto barro en el recorrido como yo me temía, incluso el vadeo del riachuelo en el 2º km fue mucho menos problemático que en ediciones anteriores, gracias a la labor de acondicionamiento de la organización. Buenas sensaciones en general durante la carrera que se tradujeron en una mejora de un par de minutos en meta por mi parte. El resto del grupo igualaron o mejoraron también sus espectaculares tiempos. Ni un par de rodillas maltrechas o una ampolla gigante en el talón les impidió darlo todo.
El sábado anterior completamos este pedazo de fin de semana con una nueva visita a Riglos: Tono y el agüelo se dedicaron a apretar bolos en el sector de deportiva llamada Los volaos, mientras que los Rasmias' family se unieron a unos amigos para disfrutar de las impresionantes vistas que ofrece el sendero que da la vuelta completa a los mallos. Los dos grupos nos juntamos en la terraza del bar El Puro para relajarnos al sol. Vaya ambientazo de gente que tiene ahora Riglos con el buen tiempo. 
Después de cumplir con la liturgia de recoger los dorsales en el pueblo de Osán, seguimos con la no menos importante tradición de la cena pancetera diseñada por nuestro gurú dietético, Tono, y que vistos los buenos resultados vamos a tener que mantener.

 Las terrazas del Gállego desde las paredes de los mallos
 Tono en Los Volaos
Foto final después de la escalada...
... y foto final después de la comida:
Silvia, Azu y Jorge en la izquierda, y Vane, Xabi, Rubén y Tono en la derecha
Una pequeña representación del Equipo de Carreras de Montaña de Montañeros de Aragón en la sede del club el día que nos llegó la equipación
Algunos estuvieron estrenando la camiseta por Cáceres, otros por Cadrete...

... y otros en la Osán: Tono, Jorge, Álex, Ana y Alberto
(faltan Rubén y Beto)
 

Las dos últimas fotos se han obtenido de Ramón Ferrer
Reconocimiento a los miembros de la Osán Xtrem, que un año más y van 3, 
salieron a las 12 de la noche de Huesca para llegar a tiempo a Osán 
para tomar parte en la carrera ¡después de 100 km!!


sábado, 4 de abril de 2015

Riglos tantos meses después

El mallo Firé con el recorrido aproximado de la vía hasta la cima Mallafré

Algo más de un año sin escalar en este santuario llamado Riglos y el reencuentro no ha podido ser mejor: por el día soleado pero sin calor, por la vía, Directa as cimas en el mallo Firé, por el compi de cordada, Tono, y por haber podido aguantarle a este rutón al menos la mitad de los largos.
La vía entra de lleno en el segundo nivel de dificultad de rutas de Riglos, según mi particular clasificación, junto con la Murciana al Pisón y la Zulú demente en la Visera. A ver cuándo le toca a esta última.
En esta ocasión he disfrutado mucho más de la escalada que en la Murciana y esto es debido a que en aquella ocasión fuimos una cordada de 3 y nos dividimos la ruta en 3 tramos de 3 largos cada uno, así que para cuando llegó mi turno de ir de primero ya tenía los antebrazos al jerez. En esta ocasión nos alternamos todos los largos y además de nuevo a Tono le tocó en el sorteo los dos más duros, el 5º y el 7º, por lo que me llegó la gasolina para escalar la mitad de la vía. Escalar mientras disfruto de la escalada, sin pensar en caerme, concentrado sólo en progresar y buscar siempre la mejor manera para hacer el siguiente paso, es una sensación novedosa para mí, empecé a descubrirla al mismo tiempo que descubrí las vías deportivas de desplome, y que raras veces disfruto fuera de ese ámbito, y mucho menos a decenas de metros de altura. Esa sensación me duró 4 largos y medio. En cuanto mis antebrazos alcanzaron y sobrepasaron la reserva mi cabeza se fue también y dejé de escalar y me dediqué a lo de siempre, a arrastrarme de chapa en chapa. Eso sí, nada de ir de compiguay: conseguí cumplir con el reparto de largos hasta el final.
Y después de tanto esfuerzo, físico y mental, la recompensa aumentada de llegar a cima, de gozar de esa extraña perspectiva hacia abajo de las terrazas del Gállego, del resto de los mallos, del pueblo... de la vida cotidiana.

Una cordada saliendo por la Rabadá-Navarro
El agüelo feliz como una perdiz por estar de nuevo en el Firé,
detrás a la derecha el mallo Pisón y su Puro
Un placer compartir cordada, una vez más, con Tono



El que quiera aquí tiene el tocho con datos y más fotos.