lunes, 14 de julio de 2008

Galletas

Menudo mes de julio: hace 15 días "El espolón de los navarros" en el Telera y ayer, la "Galletas" en Riglos. Dos vías estupendas en las que he disfrutado como hacía tiempo del riesgo, del vértigo y de la satisfacción personal de haber superado ambos. Dos vías muy distintas en varios aspectos: tipo de roca (caliza y conglomerado), localización (montaña y a pie de coche) y estilos de escalada (diedros-fisuras y bolos-chimeneas), pero similares en uno: ambas están semiequipadas y tienen ambiente, mucho ambiente. Aunque en la vía del espolón no hay ni un solo parabolt, ni siquiera en las reuniones, y en ambas escasean los seguros, del tipo que sean, resulta más fácil de proteger sus fisuras que los bolos de Riglos. La equipación de Riglos, sobre todo en las vías clásicas, es buena en los pasos difíciles y en los largos fáciles mejor no te caigas: los alejes entre seguros es una marca de la casa. Así sucede también en la Galletas: las guías marcan su dificultad máxima como 6b, sin embargo el pequeño tramo de 6b está "cosido" con 3-4 parabolts a los que puedes llegar "casi" de cinta a cinta, y sin embargo, los pasos más peligrosos están en los "fáciles" largos finales de la chimenea, 4+, donde no hay un solo seguro expansivo y los puentes de roca con cintajos viejos y mugrientos están demasiado separados para mi escaso valor. Aún así conseguí escalar de primero 5 largos, todo un exceso. Eso sí, los más sencillos y menos comprometidos.
A pesar de todo esto, o quizás debido a ello, me encanta ir a escalar a Riglos: por las inmensas sensaciones que me producen sus escaladas, por ser el primer sitio donde escalé una vía de varios largos, por tener vías asequibles a mi nulo nivel, por preguntarme cada vez que pasaba delante de sus mallos qué tipo de locos se aventuraban a escalar esas paredes tan acojonantemente verticales. Así que no suelo decir que no a ningún plan para volver a Riglos. En esta ocasión no había objetivo definido, el plan era simplemente ir a escalar a Riglos. La vía era lo de menos, si era alguna que no había escalado aún mejor que mejor. Pero al punto de la mañana cuando estaba haciendo la ronda para recoger a Abel y Carlos (Dani se cayó de la convocatoria a última hora), no podía imaginar que iba a escalar, por fin, la Galletas.
Esta vía se encuentra en la cara sur del mallo Firé, el más occidental de los mallos de Riglos.
Esta imagen la he obtenido de la siguiente web http://spigolo.biz/escuela.aspx?304. En ella podéis obtener más información sobre esta zona de escalada: localización, número de vías, tipo de equipación, etc. En la foto se muestran sólo los llamados mallos mayores, a la derecha se encuentran, aunque no aparecen, otros mallos más pequeños como el Mallo Colorado, el Cored o la Aguja Roja.
Esta vía fue abierta en 1959 por R. Montaner y Alberto Rabadá y el nombre original es el de Francisco Ramón Abella (fundador del Grupo de Escaladores de Montañeros de Aragón y miembro honorario del grupo de Alta Montaña), pero su mote "el Galletas" -parece ser que tenía una fábrica de galletas- terminó imponiéndose también sobre el nombre de pila en la vía.
Tanto este croquis de la vía como la información anterior se han obtenido de la web: http://a0avista.blogspot.com/2008/02/galletas-mi-historia-su-historia.html
Al igual que todas las vías que se abrieron en esa época tiene un recorrido sinuoso, con muchas travesías en ambos sentidos, buscando siempre las zonas más fáciles. Como además tienes que tener vista de lince para encontrar los escasos parabolts que pudieran indicarte por dónde va la vía, son escaladas en las que resulta muy fácil equivocarse si no llevas un buen croquis (y a veces ni siquiera con él consigues evitar perderte). Esta vía aprovecha la fisura que se abre entre las dos cimas principales del Firé. Empieza al pie de un muro negro y ya desde el primer largo hay que empezar el deporte de buscar el parabolt más cercano: en este largo sólo hay dos. Como la guía marcaba la dificultad de este primer largo de 4+ me presenté voluntario.
El largo va ligeramente hacia la izquierda, hasta llegar a un árbol seco característico: la primera reunión se encuentra 3-4 m a la izquierda de este árbol.
Abel en el árbol, apunto de llegar a la R1
El segundo largo es una travesía horizontal que termina en una entosta de 3-4 m que hay que trepar porque la R2 se encuentra justo encima de ella. Carlos no se sentía seguro como para abrir ningún largo, así que aunque no me gustan nada las travesías me tocó también a mi abrirlo.
Ioz superando un espolón de la travesía, a la izquierda el Pisón
Carlos y Abel en la travesía del L2
El L3 y el L4 son muy cortos y los unimos en una sola tirada. Como la dificultad de ambos ya era severa decidimos por unanimidad que los abriera Abel. El L3 es V+ y acaba en un pequeño nicho de donde sale el L4 por la derecha superando una panza con 3-4 parabolts bastante seguidos: 6b. Aún así hay que dar un paso en libre para llegar a uno de los parabolts a no ser que se lleven estribos. Ni que decir tiene que aceramos este paso sin mayores problemas.
Abel en la primera mitad del L3
Carlos en el L4, en la panza de 6b
Ioz en el mismo paso justo antes de agarrarme a la primera cinta
El siguiente largo, L5, me tocaba de nuevo a mí, otra travesía esta vez a la derecha en diagonal y de V+. No era difícil, pero como los parabolts estaban bastante alejaditos, o eso me parecía a mí, me paré casi casi en cada seguro para reunir un poco de valor antes de seguir hasta el siguiente. La R5 está en otro nicho a los pocos metros de superar un arbolito, que se ve desde pie de vía, por la derecha.
Ioz empezando el L5 con el culo bien prieto
Llegando a la R5
Carlos en los últimos metros del L5
Esta reunión es común a dos vías, una sale por la derecha siguiendo un reguero de buriles oxidados, y la nuestra, la Galletas, que continua por la izquierda unos pocos metros en travesía para luego subir recto hasta el comienzo de la chimenea donde se encuentra la siguiente reunión. Este largo lo abrió Abel (sólo de asomarme desde la reunión y ver la travesía se me quitaron las pocas ganas que tenía de abandonar una reunión tan cómoda y segura).
Carlos llegando a la reunión 6
El largo 7, de dificultad V+, comienza con una panza a la derecha de la reunión protegida, atención, por un parabolt y dos clavos (de cuando Franco era corneta) todos juntitos en un metro: todo un lujo para una vía como esta. ¡Estaba megacosido! (que diría Abel). Mi primera tentación, porque esta vez ya no me pude escaquear de abrir el largo, fue agarrarme al primer clavo, para qué voy a mentir, pero no me pareció tan complicado y al final lo pasé sin acerar.
A punto de encarar la primera panza
Esta fue mi última oportunidad de acerar nada, porque más adelante no hay casi nada que acerar salvo unos pocos cintajos colgados de puentes de roca. Puse un par de friends y me quedé con ganas de poner más si hubiera podido poner algo. El largo continua por una chimenea inclinada interrumpida por varias panzas verticales. Lo peor es que la pared de la izquierda era bastante lisa, daba un poco de rollo porque parecía que en cualquier momento se te iba ir el gato izquierdo. Cada vez que pasaba una pancita liberaba la tensión gritando y animándome a mí mismo.
Vista del patio que me esperaba si me pegaba el galletazo
Carlos llegando a la R7
El siguiente largo le tocó a Abel y comienza con un pequeño muro vertical
Carlos al comienzo del L8
y una vez pasado tumba ya bastante. Dificultad, IV+. A medida que se avanza en el largo la chimenea se estrecha cada vez más hasta llegar a la reunión.
Ioz llegando a la R8
Lo mejor me esperaba cuando levanté la cabeza.
La chimenea se estrechaba tanto que dos bloques de piedra lo cerraban dejando sólo dos pequeñas aperturas, la más grande la de la izquierda, por donde tendríamos que pasar (si cabíamos).
Abel me propuso abrir el largo, sólo es 4+ me decía, como el anterior largo, sólo que esta vez el primer seguro era un cintajo alrededor de uno de los bloques, allí arriba, a 4 m del suelo. Luego decía que había varios parabolts. Je je, rechacé amablemente la oferta. Así que no le tocó más remedio a Abel que salir hacia arriba.
Después del bloque no había parabolts, ya me parecía a mí que hice bien en quedarme abajo.
Ioz y Carlos en la R8 vistos desde el bloque
El agujero era pequeño de verdad, pasamos justo justo, y yo con mi claustrofobia:
Carlos atravesando el agujerito
Carlos nada más superar los bloques, en esta zona no había ni un seguro ni medio
Desde la reunión 9 ya no queda más que un pequeño largo fácil, III, dice la guía, hasta el collado donde se monta reunión alrededor de un árbol. Abel pensó en unir estos 2 largos, pero no nos hubiéramos oído y le aconsejamos que montara allí la reunión. Como lo veía muy fácil me volví a presentar voluntario. Como siempre me arrepentí cuando ya no había vuelta atrás: ni un seguro en todo el largo (Abel me dijo luego que me salté un puente de roca a mi derecha). Di un gran suspiro de alivio en cuanto pasé una cinta por el tronco y grité reunión. ¿Quién me mandaría hacerme el valiente?
Pequña comba de cuerda detrás de mí
Carlos también tuvo ganas de abrazar al árbol
Una vez en collad sólo queda ya un último largo. La cima más alta queda a la derecha (en el sentido de ascensión). Como Carlos y yo nos hicimos el longuis, Abel tuvo que volver a currar. El comienzo del largo es bastante vertical y el primer seguro es un cintajo a la altura de la copa del árbol. Abel apoyó el culo en una rama del árbol para chapar el cintajo. La vía sigue bastante vertical y bien protegida, por fin, por un par de parabolts. Luego tumba unos pocos metros al alcanzar la cima.
¡CIMAAAAAA!!!
¿Cómo podía un tipo como yo que no escala un pedo estar en la cima principal del Firé? Nos pusimos a hacer un montón de fotos con las 3 cámaras. Primero Abel y Carlos, luego Abel y yo y por último Carlos y yo. Menuda sensación estar allí arriba, divisar el Pisón enfrente, el río Gállego bien abajo. Y menduo viento. Nos estábamos quedando pajaritos, así que volvimos a la realidad y nos pusimos a bajar.
Un rápel y estábamos en el collado desde donde comienza un sendero empinado, interrumpido por dos rápeles, que da la vuelta al Firé y nos deja tras una incómoda pedrera en la pista debajo del Puro.
Vía de bajada. Un sendero perfecto, nada que ver con las viras del Midí
sacado de la web: http://www.cmayud.com/riglos_270901_galletas.htm
Las 5 cimas del Firé
En el párkin del Pisón nos esparaban los padres y los tíos de Abel. Habían pasado el día de turismo por Ayerbe, el castillo de Loaerre y habían venido a media tarde a ver por dónde andaba el loco de su hijo. A su madre casi le da un infarto cuando nos localizaron en la cima. Entramos para celebrarlo en el bar El Puro, pero se les había acabado el pan así que después de terminarnos la jarra de cerveza (a la que nos invitaron amablemente los padres de Abel), nos bajamos al refu donde devoramos un bocadillo de longaniza. Nuestra única comida desde el desayuno y eran ya más de las 8!!!
Entrada a la vía, 11:30
Llegada a cima: 17:30
Vuelta al coche: 19:00

4 comentarios:

nomadas de las fiesta dijo...

tienes un blog muy interesante me ha encantado poder visitarlo,la verdad que lo haces ameno de leer y pienso que no te importa dedicarle el tiempo necesario al blog sigue asi,te invito a visitar mi blog y a devolverme el comentario,gracias y suerte con tu blog

Iñaki dijo...

Habéis sido los primeros fuera de mis compis de escalada que habéis dejado un comentario. Muchas gracias.

Juan korkuerika dijo...

Maestrooooo cómo mola ese agujero eh... jajajajja
Un abrazo y hasta la vista alpinistaaa

Iñaki dijo...

Nadie me había hablado de ese agujero y fue fliplante, je je.