viernes, 18 de julio de 2008

Estrujando el pase permanente

Me estoy dando cuenta que casi tengo más entradas sobre conciertos de la expo que sobre escalada. Lo cual no sé si es indicativo de lo poco que escalo o del alto nivel de los espectáculos musicales programados por la expo.
El miércoles pasado, 16 de julio, tuve doble bonus. Antes de que empezara la expo ya me había hecho un calendario con las actuaciones que quería ir a ver a toda costa (lástima de esos dos conciertos que me perdí, uno por avaricioso, Alanis Morissete, y otro por la tormenta, Dulce Pontes con Estrella Morente) y para el miércoles 16 de julio no tenía marcada ninguna. No conocía a ninguno de los artistas que actuaban ese día. Sin embargo, esa misma mañana repasé la agenda de la expo y ponían maravillas de dos de ellos: Paul Weller, en el anfiteatro a las 23:00, y Bettye Lavette en el balcón de la música a las 00:30. No tenía nada que perder, ya tenía pagado el pase para toda la expo, así que bajé con curiosidad a ver qué espectáculo ofrecían. Además, con un poco de suerte podría ver los dos, uno detrás del otro.
El anfiteatro estaba ya lleno cuando llegué sobre las 22:30. A duras penas conseguí encontrar un sitio donde sentarme y cenar mientras esperaba a que diera comienzo el concierto. De Pual Weller sólo sabía las 4 cosas que había mirado en internet: alguna foto suya, que había sido el fundador de The Jam (el nombre me sonaba ligeramente) y de The Style Council, buh, y había escuchado 2 o 3 temas en youtube. Paul Weller no se hizo apenas demorar y empezó casi puntualmente. Y desde el primer momento se pudo ver cómo iba a ser el concierto: arrollador y guitarrero. Empezó él más entonado que el público, quizás porque no había mucha gente que le conociera de antemano. Uno tras otro todos los temas eran brutales, enérgicos... Creo que tanta energía desanimó a la mayoría del público porque los asientos del anfiteatro se fueron vaciando poco a poco, de tal manera que al final del concierto apenas permanecían ocupados la mitad. El público de a pie, no flojeó y se mantuvo ahí firme. Puede que el vientecillo fresquito que poco a poco te dejaba como un churrete influyera también en el desalojo progresivo (menos mal que no era la primera noche que bajaba a la expo y me llevé una camiseta de manga larga al menos, eso sí, eché de menos unos pantalones largos también). Hacia mitad del concierto el cantante dejó las guitarras, cambiaba de guitarra en cada una de las canciones, y se pasó a los teclados. Los temas ya no fueron tan atronadores, pero no perdieron su fuerza. No paró de beber y durante todo el concierto, algo poco habitual en estos tiempos tan saludables que corren. Nos regaló dos bises, el último de traca: una versión de All you need is love de los Beetles, con un chelo haciendo las veces de las trompetas.
Al día siguiente por la tarde ya había 9 temas del concierto colgados en youtube, así son los tiempos hoy en día: inmediatos.
En cuanto nos dimos cuenta de que el hombre no iba a tocar ni un tema más, me fui hacia el balcón de la música, en el otro extremo de la expo. Aún tenía frescas las sensaciones del anterior concierto y ahora iba a cambiar totalmente de registro: nada de guitarras atronadoras, sino una voz encantadora (o eso decían todos los artículos de prensa, porque de Bettye Lavette tampoco sabía nada). El balcón estaba lleno, todos los asientos ocupados y varias filas de personas en pie alrededor. El concierto ya había empezado. La cantante fue repasando temas desde los más antiguos a los más modernos de su repertorio: desde los 60 a los 8o (eso fue lo más moderno que interpretó). Y efectivamente su voz era como la describían, quizás un poco cascada (62 años no perdonan). Su voz y su trato cercano, llegó a sentarse en el suelo después de estar bailando todo el tiempo en el tema anterior, encadiló al público que ya estaba bastante predispuesto. La perla la dejo para el final, el único bis: una canción a capella, salió sin ningún músico: nos dejó a todos sin habla. Bueno, a todos no. Había varios grupos en cercanos que no pararon de hablar durante todo el concierto, incluido este maravilloso tema, que rompieron la intimidad del momento. En concierto de Weller había 4 personas sentadas a mi lado que no pararon tampoco de hablar todo el tiempo, pero claro, con el vendaval de música que sonaba no me importó lo más mínimo. Eran como un susurro en una tormenta. Pero, aquí casi se les oía más a ellos que a la artista. Eso sí, cada vez que acababa un tema aplaudían, ¿a qué? ¿Para qué estaban ahí? ¿No estarían mejor en cualquier bar, sentados, sin pasar frío? ¿O delante de la tele en sus casitas, en su sillón preferido, viendo Operación Triunfo, una telenovela o las chuminadas que más les gusten? País.
Este vídeo no es del concierto, pero da una idea del nivel de la artista.
Hoy toca Youssu N´Dour. Mañana os cuento.

2 comentarios:

Juan korkuerika dijo...

Iñakiii déjate de tanto Rock&Roll en la Expo y dale caña al ROCA&Roll en el Piri jejejje
Un abrazo y hasta la vista alpinista

Iñaki dijo...

No te preocupes que en agosto ya estamos planificando una semanita de escalada por Benasque. Ya te daré un toque cuando sepa las fechas exactas.
Salu2