Menuda forma de colgar los esquís hasta la temporada que viene: ni más ni menos que una gran clásica como la subida a las Maladetas por el Collado de la Rimaya. Y eso que nada invitaba al optimismo: pronósticos de tiempo nada fiables, varios cambios de destino (al principio íbamos a subir el Aneto por Coronas, pero a última hora a David le entró la vena innovadora y quiso probar los Vallibiernas por Llauset pero el refu en ruinas, varias avalanchas cerrando el camino y la poca nieve en general le convencieron para volver a recalcular ruta), dudas sobre mis posibilidades de superar tanto desnivel... Mi primera temporada de esquí de travesía ha sido bastante más completa y activa de lo que yo me imaginaba y ha terminado de una manera inigualable: con una gran ascensión, con un gran tiempo y una nieve más que aceptable (especialmente buena, como siempre según David, en la primera parte del descenso entre el collado y el Portillón superior).
Salida: Maladeta por el collado de la Rimaya
Fecha: domingo 2 de mayo
Participantes: David "malabarista", Abel y el agüelo
Altitud de salida: 1850 m (Llanos de la Besurta)
Altitud máxima: 3308 m (Pico Maladeta)
Desnivel máximo: 1458 m
Hora de salida: 6:15 am
Tiempo de subida: 4h 45'
Tiempo bajada: 1h
Tiempo total actividad: 7 h (incluidos los descansos)
Dificultad: media (el desnivel es grande, el foqueo inicial se realiza por fuertes pendientes de nieve dura y por último la llegada al collado de la Rimaya incluye una corta y expuesta subida de unos 80 m)
Dormimos cómadamente en los pórticos del edificio del cámpin de Senarta, gracias a un colchón abandonado, a la luz de la Luna y bajo una noche estrellada que nos dio ánimos de cara al posible tiempo del día siguiente. Nos dimos el madrugón del siglo y nos levantamos a las 5:00 am (menos mal que al día siguiente todos teníamos fiesta). El cielo había cambiado y ya se vislumbraban varias nubes. La pista del Hospital a la Besurta estaba limpia de nieve excepto en 3 o 4 puntos que se atravesaban sin dificultad (si uno no intenta hacer lo imposible) y allí nos encontramos muchos vehículos, pero no tanto como se esperaba David. Organizar las mochis y el material nos llevó un ratillo como siempre para desesperación de David, y por fin esutvimos listos para marchar a las 6:15 bajo unas amenzantes nubes negras. Cargamos los esquís a la chepa y a pesar de que la nieve empezaba a los pocos metros, Abel y yo seguimos así hasta el refugio de la Renclusa (40 minutos) porque la nieve estaba bastante dura. Allí nos animamos a calzarnos los esquís, pero pronto comenzaron las fuertes rampas y nos tuvimos que parar a poner las cuchillas. Todos los que iban a pie con crampones nos adelantaron sin grandes alardes y en este tramo perdimos bastante tiempo porque el foqueo se nos hizo penoso ya que las irregularidades de la nieve provocaban que las cuchillas se quedaran muchas veces en el aire. Llegamos al Portillón Inferior una hora más tarde de dejar el refugio y a partir de entonces la nieve cambió y pudimos avanzar más cómodamente. Además, dejamos atrás también la gruesa capa de nubes negras que formaban un inmenso mar de nubes que tapaban todas las cumbres del horizonte y empezamos a disfrutar de un soleado pero frío día. En otra hora más llegamos al Portillón Superior y alcanzamos a David, que nos esperaba pacientemente sentado detrás de una roca al resguardo del viento. El buen hombre para hacer tiempo se había acercado hasta el Portillón para hacer fotos, había vuelto y aún tuvo tiempo de aburrirse un rato largo hasta que llegamos Abel y yo. Desde aquí se alcanba a ver ya la cumbre de la Maladeta y supe que esta vez iba a llegar sí o sí, que me iba a desquitar del mal sabor de boca que me dejó mi fracaso al Bisaurín. En ese punto abandonamos a las numerosas procesiones que se dirigían religiosamente a la cumbre más alta del Pirineo y continuamos mucho más tranquilos hasta el pie del collado de la Rimaya (1 hora). Allí tocó cambiarnos de calzado y ponernos los crampones y agarrar el piolet para salvar la única dificultad del día: los empinados 60-80 metros que nos quedaban hasta el collado que dieron la puntilla final a mis piernas e hicieron que cubriera penosamente los escasos 5 minutos de fácil pateo que nos quedaban hasta la cima. Nada de todo eso me impidió disfrutar (a pesar del viento) del sueño realizado, de las vistas... Esos escasos minutos que permanecimos en la cima, en medio de la enormidad de los Pirineos, aislados de todo signo de civilización más que nosotros mismos, con la agradable sensación de superación tras haber vencido al esfuerzo y al cansancio, son los momentos que me enganchan, que hacen que vuelva una y otra vez, dejando atrás mi sillón y mi pereza, para intentar repetirlos de nuevo.
Y aún quedaba lo mejor: la bajada esquiando sobre una nieve estupenda al principio, y que fue empeorando a medida que descendíamos, que evitó que puntuara ni siquiera una sola vez. Lástima que mis piernas no me aguantaran un poquito más, porque tuve que parar continuamente para darles cortos descansos. Aún así, uno tras otro fuimo dejando rápidamente atrás todos los lugares que nos había costado tanto llegar a ellos esta mañana (Portillón superior, Portillón inferior, refugio...) y en poco más de una hora estábamos de vuelta en el coche: un 3000 como la Maladeta se había convertido en un monte de una mañana!!!!
Salida: Maladeta por el collado de la Rimaya
Fecha: domingo 2 de mayo
Participantes: David "malabarista", Abel y el agüelo
Altitud de salida: 1850 m (Llanos de la Besurta)
Altitud máxima: 3308 m (Pico Maladeta)
Desnivel máximo: 1458 m
Hora de salida: 6:15 am
Tiempo de subida: 4h 45'
Tiempo bajada: 1h
Tiempo total actividad: 7 h (incluidos los descansos)
Dificultad: media (el desnivel es grande, el foqueo inicial se realiza por fuertes pendientes de nieve dura y por último la llegada al collado de la Rimaya incluye una corta y expuesta subida de unos 80 m)
Dormimos cómadamente en los pórticos del edificio del cámpin de Senarta, gracias a un colchón abandonado, a la luz de la Luna y bajo una noche estrellada que nos dio ánimos de cara al posible tiempo del día siguiente. Nos dimos el madrugón del siglo y nos levantamos a las 5:00 am (menos mal que al día siguiente todos teníamos fiesta). El cielo había cambiado y ya se vislumbraban varias nubes. La pista del Hospital a la Besurta estaba limpia de nieve excepto en 3 o 4 puntos que se atravesaban sin dificultad (si uno no intenta hacer lo imposible) y allí nos encontramos muchos vehículos, pero no tanto como se esperaba David. Organizar las mochis y el material nos llevó un ratillo como siempre para desesperación de David, y por fin esutvimos listos para marchar a las 6:15 bajo unas amenzantes nubes negras. Cargamos los esquís a la chepa y a pesar de que la nieve empezaba a los pocos metros, Abel y yo seguimos así hasta el refugio de la Renclusa (40 minutos) porque la nieve estaba bastante dura. Allí nos animamos a calzarnos los esquís, pero pronto comenzaron las fuertes rampas y nos tuvimos que parar a poner las cuchillas. Todos los que iban a pie con crampones nos adelantaron sin grandes alardes y en este tramo perdimos bastante tiempo porque el foqueo se nos hizo penoso ya que las irregularidades de la nieve provocaban que las cuchillas se quedaran muchas veces en el aire. Llegamos al Portillón Inferior una hora más tarde de dejar el refugio y a partir de entonces la nieve cambió y pudimos avanzar más cómodamente. Además, dejamos atrás también la gruesa capa de nubes negras que formaban un inmenso mar de nubes que tapaban todas las cumbres del horizonte y empezamos a disfrutar de un soleado pero frío día. En otra hora más llegamos al Portillón Superior y alcanzamos a David, que nos esperaba pacientemente sentado detrás de una roca al resguardo del viento. El buen hombre para hacer tiempo se había acercado hasta el Portillón para hacer fotos, había vuelto y aún tuvo tiempo de aburrirse un rato largo hasta que llegamos Abel y yo. Desde aquí se alcanba a ver ya la cumbre de la Maladeta y supe que esta vez iba a llegar sí o sí, que me iba a desquitar del mal sabor de boca que me dejó mi fracaso al Bisaurín. En ese punto abandonamos a las numerosas procesiones que se dirigían religiosamente a la cumbre más alta del Pirineo y continuamos mucho más tranquilos hasta el pie del collado de la Rimaya (1 hora). Allí tocó cambiarnos de calzado y ponernos los crampones y agarrar el piolet para salvar la única dificultad del día: los empinados 60-80 metros que nos quedaban hasta el collado que dieron la puntilla final a mis piernas e hicieron que cubriera penosamente los escasos 5 minutos de fácil pateo que nos quedaban hasta la cima. Nada de todo eso me impidió disfrutar (a pesar del viento) del sueño realizado, de las vistas... Esos escasos minutos que permanecimos en la cima, en medio de la enormidad de los Pirineos, aislados de todo signo de civilización más que nosotros mismos, con la agradable sensación de superación tras haber vencido al esfuerzo y al cansancio, son los momentos que me enganchan, que hacen que vuelva una y otra vez, dejando atrás mi sillón y mi pereza, para intentar repetirlos de nuevo.
Y aún quedaba lo mejor: la bajada esquiando sobre una nieve estupenda al principio, y que fue empeorando a medida que descendíamos, que evitó que puntuara ni siquiera una sola vez. Lástima que mis piernas no me aguantaran un poquito más, porque tuve que parar continuamente para darles cortos descansos. Aún así, uno tras otro fuimo dejando rápidamente atrás todos los lugares que nos había costado tanto llegar a ellos esta mañana (Portillón superior, Portillón inferior, refugio...) y en poco más de una hora estábamos de vuelta en el coche: un 3000 como la Maladeta se había convertido en un monte de una mañana!!!!
La meteo se cumplió al 100% y nada más terminar de recoger todos los trastos y meternos en el coche empezó a llover. Entramos en Benasque a reponer fuerzas antes de seguir camino a Zaragoza y aún nos quedó toda la tarde para descansar.
4 comentarios:
Enhorabuena por esa cima!!
La tenemos apuntada nosotros para este verano... e lo que pasa por no tener esquis.
lo mejor de ir con esquís es... la bajada!!!!
Que buena la foto de la llegada a cima! Y que bien te sientes cuando se supera el esfuerzo.
¿Cómo van las piernas hoy?
como me he pasado todo el día en casita ni he notado el cansancio!!!
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