domingo, 3 de enero de 2010

Pic d'Estrémère (Pico del Portalet), 2.165 m

Después de 2 días seguidos de esquí, hoy ha tocado día de descanso, o sea, día de lavadoras, cocina e internet. El viernes 1 de enero nos fuimos Abel, Yolanda y servidor a Formigal a estrenar el año mientras la mayoría de los mortales aún estaban descansando de las celebraciones de Noche Vieja. Como ya imaginamos no tuvimos tráfico ni a la ida ni a la vuelta y tampoco nos encontramos mucha gente en las pistas así que no tuvimos que esperar colas en ningún momento. El principal problemilla fue el tiempo: nevadas ligeras y mala visibilidad, no se puede tener todo. Lo mejor las vistas, es un decir porque ver, ver no se vía mucho, de los Pirineos por fin realmente nevados.
Pantano de Lanuza
Al día siguiente Abel y Yolanda querían volver a Formigal, David quería hacer travesía por algún sitio de Panticosa y yo me apunté a ir con él siempre que renunciara a sus exigentes, para un novato paquete como yo, planes iniciales tipo Garmo Negro, etc. Como todos íbamos al mismo valle decidimos ahorrar dinero y petróleo e ir juntos en el mismo coche, en esta ocasión en el de Abel.
A medida que nos acercábamos a Piris nos dimos cuenta que el día iba a ser mejor que el de ayer, pero que tampoco iba a ser estupendo. Aparcamos en Espelunciecha y desde allí salimos en un principio hacia el Peyreget, pero viendo el marrón que había por Francia, le convencí a David para un objetivo mucho más liviano: el Pico Estremere.
Abel y Yolanda a punto ya para iniciar otra jornada de esquí

Salida: Subida al Pico Estremere
Fecha: 2 de enero de 2010
Participantes: David "Malabarista" e Iñaki "el agüelo"
Altitud salida: 1750 m
Altitud máxima: 2160 m
Desnivel: poco más de 400 m
Horario subida: 1h y media
Desnivel acumulado: 680 m
Duración total: 5h y 15 minutos
Dificultad: fácil (al menos con las condiciones de nieve que nosotros tuvimos)

Empezamos a subir un poco antes de las 12 del mediodía, la meteo era imprecisa (cada uno de los diferentes partes que habíamos visto o leído era diferente) y no teníamos ninguna gana de madrugar para nada. El Pico Estremere o Pico de Portalet es un monte que se encuentra justo en la frontera entre Francia y España y nosotros iniciamos la subida nada más cruzar la carretera a la altura de la última rotonda antes de la frontera, siguiendo inicialmente por su vertiente sur la huella hecha por numerosos excursionistas con raquetas que se dirigían al Viejo Puerto de Portalet, hacia el este.
David se puso en cabeza desde el segundo cero, abrió huella toda la subida
Pronto la abandonamos para encaramar unas suaves pendientes hacia el norte que poco a poco se fueron empinando y nos obligaron a hacer las primeras vueltas María.
El agüelo pensando cómo se hacía eso de la vuelta María
Y ahí empezaron mis penurias: sudando, resoplando, estrujando los bastones y con los consejos de David conseguí por fin hacer la primera vuelta. En las diagonales tampoco iba mejor: a pesar de las focas los esquís se me resbalaban sin cesar y no entendía bien las explicaciones pacientes de David sobre echar el peso hacia adelante en cada paso: yo pensaba que eso era precisamente lo que ya estaba haciendo. Salimos por fin a una amplia loma de nieve venteada y continuamos por ella hasta un collado a unos 100 m de la cima donde nace la Canal del Ejecutivo.
David me preguntó si me sentía con ánimo para bajar por ahí!!!!!
Descansé un poco y enseguida nos plantamos en la cima donde apenas permanecimos el tiempo suficiente para sacar un par de fotos, quitarnos las focas, ajustarnos las botas y, en mi caso, reunir la decisión suficiente para iniciar la bajada.
El agüelo en su primera cima con esquís
En vez de seguir el lomo de la subida bajamos por la vaguada que hay a su izquierda (mirando hacia abajo), con bastante pendiente (demasiada me pareció a mí al principio) pero muy ancha. Confirmé los pronósticos de todos: que mi estilo iba a ser el de raya-punto-raya-punto o el también llamado extensión-flexión-ostión. ¿En qué consiste ese estilo? Ahí va una demostración práctica: dentro vídeo.
En vez de hacer una preciosa huella culebreante, yo hacía unas diagonales enormes, flexionaba, giraba y... torta. Cada torta es un punto y yo puntué bastante.
Vistas del Peyrelue (¿para otra salida?), justo en frente del Estremere,
y el Puerto Viejo de Portalet, el llano de abajo.

Seguimos bajando en dirección este hacia el Puerto Viejo de Portalet con poca visibilidad y aquí realicé mi única colaboración útil a la salida: hice de lazarillo durante unos pocos metros a David y a otro chico que nos acompañó en la bajada y así ellos podían ver dónde había mucha nieve blanda y dónde no. Fue también mi único momento de gloria al realizar 2-3 giros sin puntuar. Una vez en el Puerto Viejo torcimos hacia el oeste llaneando todo lo posible para no tener que ponernos las focas. Paramos unos minutos para sentarnos, beber y comer algo y seguimos sin perder mucha altura hasta encontrar nuestra huella de esta mañana y volvimos a subir. Esta vez procuré hacer mejor las cosas: las vueltas Marías seguían siendo torpes pero ya no me cansaba tanto realizándolas, y me di cuenta que si no abusaba tanto de las calzas la propia fijación me obligaba a echarme hacia adelante y ya no me resbalaba en las diagonales. Yo me quedé en el collado (vimos huellas de esquís por el corredor del Mayordomo) y David siguió hacia cima en un rapto de optimismo al vislumbrar un ratillo de buen tiempo. Ese ratillo se alargó hasta el anochecer y nos deparó los mejores momentos de la salida. Esta vez David iba a bajar por la loma donde yo estaba para unirse a mí y e ir juntos el resto de la bajada. Mientras le esperaba tuve todo el tiempo del mundo para prepararme y decidí bajar unos pocos metros por mi cuenta: me lanzo con decisión después de los últimos éxitos del final de la anterior bajada, primer giro y... punto. Me levanté enfadado conmigo mismo, me había frenado demasiado, ¿cómo podía ser tan torpe? Seguí bajando igual de pato unos pocos metros más hasta el colladito de la loma donde cambiámos de vertiente para dirigirnos al punto de partida y allí esperé a David.
David culebreando en la segunda bajada; al fondo la primera cima del Estremere
Entre la loma rocosa y la cima está la pala que bajamos la primera vez
Al cabo de unas cuantas rayas y puntos más con los muslos de las piernas ardiéndome en cada intento de giro, David se dio cuenta de la razón de mis penurias: ¡ESTABA BAJANDO CON LAS FOCAS PUESTAS!!! Novato, paquete y tonto todo en uno.
Seguí aumentando el repertorio de mis caídas hasta el final, pero ya era otra cosa.
El agüelo tras el penúltimo punto, todo rebozado en nieve pero feliz
como un niño después de haber subido y bajado un pico,
por piquillo que sea, con los esquís

De nuevo con los pies en suelo firme pude liberar mi cámara del fondo de mi mochila, donde la había retenido a salvo de la nieve, para poder grabar las mejores vistas del día
El Peyreget (a la izquierda) y el Midí d'Ossau (a la derecha)

2 comentarios:

lola dijo...

Iñaquiiii.... hay que puntuar sea como sea ehhhh!!!!!!!Animo que ya te has estrenado , solo puede ir a mejor, jajajaja.

Iñaki dijo...

Eso espero, ir a mejor y puntuar cada vez menos!!!