domingo, 18 de octubre de 2009

Midi d'Ossau: vía Flip Matinal (6a)

Juan y Chema pasmados de frío en los prados de la Aneou
al fondo de izda a dcha: Pico Cuyalaret, Pico de Aneou
(justo encima de Juan) y Pene de la Glere (el último)

El miércoles 14 de octubre aprovechando los últimos coletazos del macropuente de los Pilares, nos fuimos al Midi una nueva cordada: Juan Korkuera (para mi siempre será "el rastas" aunque ahora sea difícil identificarle con ese alias), Chema y el agüelo. Tanto Juan como Chema ya han colgado en sus respectivos blogs (ver enlances a la derecha para los que no quieran aburrirse con las batallitas del agüelo) la piada de la vía, así que a mí sólo me queda narrar las sensaciones del agüelo (que es de lo que va este blog, de las emociones, miedo, satisfacción, que un agüelo novato experimenta en cada nueva vía que hace).
El lunes por la tarde quedé con Javi y Abel para tomar unas cervezas en las casetas autonómicas de Fernando el Católico. Allí estaba también Juan y más tarde se nos unió Dani "sueco". Al calor de las cerves Juan me propuso ir a escalar con él al Midí. "Sueco" también se apuntó y enseguida organizamos la salida: les iría a buscar por su casa el miércoles a las 6:30 de la mañana.
Juan, Javi, "Sueco", Abel y el agüelo en el Posturas
La noche terminó en el Posturas y al día siguiente me levanté sin mucho ánimo para ir a escalar con Abel y Chema a Morata. En cuanto Chema me oyó los planes que tenía para el día siguiente se apuntó en seguida. El mismo miércoles me llamó Juan para decirme que "sueco" estaba con fiebre y no podía venir y así fue cómo la cordada se quedó en un escalador y dos paquetes. La emoción estaba asegurada, no sólo por la dureza de la vía, sino también por la hora a la que la terminaríamos. Por si acaso nos echamos las frontales a la mochila.
El maratón empezó con el despertador a las 6:00 am, ya había dejado todo preparado el día anterior, así que sólo tenía que quitarme las legañas y vestirme y recoger a mis dos compis; llegamos al párkin pasadas las 8:30, organizamos material y nos pusimos a patear un poco antes de las 9, pasadas las 10:30 estábamos ya a pie de vía y Juan empezó a escalar a las 11:00; terminamos de escalar 7 h y media después, a las 20:00 estábamos de nuevo en el suelo y cerca de las 22 en el coche, reorganización de material y carretera; después de una larga e infructuosa búsqueda de un lugar donde tomar un bocata y una cerveza de la victoria llegué a casa a la 01 del día siguiente.
Pero mereció la pena. La vía no es la más bonita que he subido, (combina largos preciosos con otros en travesía y algún que otro sitio perdedor), pero sí es una de las que más he disfrutado. Y aún no sé muy bien por qué: quizá porque cogí confianza al poder superar las primeras dificultades, quizá porque me tuve que colgar enseguida de la cuerda y eso me quitó el miedo a que semejante hilillo de 8,5 mm se rompiera, o por la confianza que da el tener todas las reuniones montadas bien con dos clavos o con un clavo y un cintajo, o porque dejé a Chema la última posición de la cordada por si acaso necesitaba volver a recurrir a la cuerda fija, o quizá porque contar con Juan como primero es todo un lujo o quizá por el simple hecho de estar de nuevo escalando en el Midi (un monte de preciosa estampa donde todo es difícil: la normal, las numerosas vías de escalada, los destrepes, los rápeles...).
Croquis de la vía realizado por Juan y sacado de su blog
Los grados que aparecen en él no son los "oficiales" de Ravier,
pero seguramente son los que más se acercan a la realidad

Material: llevamos un juego completo de camalots y de fisureros, un par de aliens y 12 cintas que se nos quedaron escasas (para cordadas tan flojas como la nuestra mejor llevar de 15 a 18).
L1: El pie de vía se encuentra unos cuantos metros más arriba del comienzo común a la Surploms y la Sudeste clásica. La vía empieza por una fisura fina de dedos que se sube en bavaresa. Aquí fue donde Juan se empezó a darse cuenta de lo que significaba subir con el agüelo. Puso un friend tras 3-4 m, subió otro par, cogió el friend anterior y lo colocó más arriba. Chema y yo nos quedamos helados: ¿cómo íbamos a agarrarnos a los friends, en caso de que lo necesitáramos, si se los llevaba? A partir de ese momento tuvo mucho cuidado de dejarnos algo, siempre que podía, en cada paso que él veía complicado (y con las cintas desplegadas además).
Juan en los primeros metros de la vía
A los 15 m se llega a una repisa y hasta ahí conseguimos subir sin acerar nada Chema y yo. A continuación viene el tramo más bonito y el que me resultó más complicado de la vía: una doble fisura vertical que Juan atacó empotrando la mitad derecha de su cuerpo y tirando de lo poco que había: una regletilla a la derecha, un cuernito a la izquierda y una fisura potable un poco más arriba.
Juan en la dura fisura del L1
El agüelo en el mismo sitio a punto de sacar el estribo
Yo no le vi color, no sabía cómo colocarme a pesar de las numerosas indicaciones de Juan desde la reunión, y tuve que recurrir a mis peores técnicas: tirar de la cuerda de Chema, que esperaba pacientemente a unos cuantos metros de seguridad más abajo, y sacar el estribo. El largo termina con estupendos tramos de fisura-diedro: el primero bastante tumbado pero sin mucha presa, y el segundo muchos más vertical pero con alguna cosilla donde poner los pies.
L2: La única dificultad de este largo está en los primeros metros de salida de la R que yo solventé acerando con elegancia el alien verde que había dejado Juan: un paso fino y vertical que termina en una repisa inclinada donde hay que meter todo el cuerpo para ganarla.
Juan desapareciendo dentro de la repisa del 2º largo
Se sigue sin problemas la repisa hacia la derecha y después de salvar unos pocos metros verticales, pero con mucha presa, se llega a la siguiente reunión situada en una pequeña y cómoda repisa.
L3: este es el largo más fácil de toda la vía, pero es un poco perdedor. Se sale a la derecha de la R para ganar una fácil repisa que sube hacia la izquierda, cuando se termina se sube unos pocos metros por losas grandes y se gira totalmente hacia la derecha, después de cruzar por la Directísima, por una repisa donde hay un par de descoloridos cintajos que te guían un poco. Juan tuvo que improvisar una reunión, lo que nos hizo dudar de si estábamos siguiendo la vía o nos habíamos embarcado.
Chema cruzando la Directísima camino de la R3
L4: el más corto, pero uno de los que más me gustó. Después de mucho pensar y de mirar el croquis, Juan decidió atacar por un par de diedros verticales que nacen a la derecha de la R. Flipamos cuando Juan iba comentando mientras subía que era más fácil de lo que parecía, y aún flipé más cuando llegó mi turno y a pesar de encararlo con la sana intención de agarrarme a todo lo que había dejado Juan, me encontré en la pequeña repisa que separa ambos diedros sin haber tocado siquiera los friends: una fuerte apretada al principio, subir pies, llegar a un semicazo, subir más los pies y alehop, ya estaba arriba.
Juan y el agüelo en el mismo paso del 4º largo: casi casi parezco que escalo y todo.
Un clavo en esa repisilla nos indicó que Juan no se había equivocado al elegir este camino. Después de haber conseguido escalar el primer diedro no podía fracasar en el segundo, con más cacho, pero tirando un poco hacia afuera. Después de la "exhibición" del agüelo a Chema no le quedó más remedio que apretar también y sacar el largo en libre.
Agüelo, ¿esto por dónde se sube? ¿seguro que no te has agarrado a nada?
L5: el más largo. Hay que tener cuidado al principio porque hay una repisa facilona justo enfrente de la reunión que no para de decirte: sígueme, sígueme y donde es fácil enmarronarse.
Juan dejando abajo a la derecha los cantos de sirena del embarque
Ya estábamos bien avisados por el croquis que llevábamos y Juan enseguida tiró hacia arriba por una fisura y continuando por un sistema de grandes lajas inclinadas que te echan hacia afuera y que te dejan a los pies de una pequeña panza.
Juan pensándose el duro paso de la panza
Mientras observaba a Juan superar todas las dificultades de este largo no podía evitar extasiarme con el espectáculo que tenía a mis pies: un patiazo inmenso que Chema prefería no mirar y un paisaje inmenso repleto de innumerables montañas (muchas de ellas conocidas: el Palas, el Balaitous, Peña Telera, el Collarada, la Pala de Ip...). Disfrutar de la quietud de ese momento un miércoles cualquiera, colgado de una reunión de 2 roñosos clavos, a decenas de metros en el Midí mientras el resto de los humanos estaban inmersos en su rutina diaria, fue una
de las mejores sensaciones de la jornada.
Llegar a la panza supuso para Chema y para mí, acerar todas cintas que Juan habia dejado en los numerosos clavos de este largo.
Chema escalando con estilo antes de llegar a la panza
Pero la panza no se podía acerar y no me quedó más remedio que escalarla con la ayuda de las indicaciones de Juan: empotrar la mano derecha invertida en una fisura, subir pie izquierdo hasta llegar con la mano izquierda a una mierda de regleta ancha pero roma, tirar como se pueda de ella, romperte la ingle subiendo el pie derecho hasta tu oreja, mover la mano derecha a lo largo de la fisura hasta encontrar lo que se pueda y tirar con todas tus fuerzas. El grito de alivio que lancé en cuanto superé el paso se me debió oir hasta en Formigal, pero aún no se habían terminado las dificultades. Después de repetir a Chema lo que me había dicho Juan y de un par de aceretes más sin importancia me quedé debajo del último techo intentando llegar a una cinta larga por la que pasaba la cuerda de Chema. Pero ésta estaba tan tensa que la cinta no caía, sino que se quedaba horizontal y no podía alcanzarla así que no me quedó más remedio otra vez que volver a escalar: si es que... Un par de presas pequeñas, múltiples gritos de tensa, tensa (no sé cómo Juan no nos mandó a la mierda en este largo porque le tuvimos que poner la cabeza como un bombo: azul, gris, tensa, pilla...), y ya llegué a un cordino naranja precioso, salvador, que colgaba del último friend, un despatarre extremo y ale, ya estaba encima del techo y a los pies de una lisa y tumbada repisa.
El agüelo despatarrándose en el techo
Para salir del techo menos mal que había a la izquierda una regleta roma en forma de media luna que mordía lo suficiente para dar confianza. De aquí a la reunión sólo quedaban unos pocos metros protegidos por un par de clavos que Juan tuvo que chapar como pudo porque se quedó sin cintas.
A falta de cintas buenos son los empotradores
Ésta fue la 2ª reunión que tuvo que montar porque se le acababa la cuerda y se quedó a unos pocos metros del verdadero emplazamiento de la R5, protegida con un par de clavos. Al menos tenía un clavo, pero que Juan ni usó porque le dio mala espina.
L6: lo abrió Chema y a pesar de que marcaba IV+ se tiró su tiempo, así que Juan me preguntó visto lo justo que íbamos andar si me importaba que tirara él el resto de la vía y claramente le dije que no (así que no abrí ningún largo, en mi tónica). El largo es evidente: hay que llegar a una marcada canal-chimenea hasta un techo
Chema comprobando que en el Midi incluso los IVs hay que escalarlos
y entonces de abandona hacia la izquierda hasta llegar a una incómoda repisa donde hay montada reunión con un clavo y un montón de descoloridos cintajos.
El agüelo llegando acojonado a la R6: ainnn, pero si no hay nada donde agarrarseeee!!!
Desde aquí observamos a la cordada de al lado atacando el último y duro largo de la Directísima, 6b.
Uno de los catalanes echando todo lo que había que echar para superar este "pasito" de 6b
L7: el último. A Juan le costó mucho decidirse: a la izquierda se veían ya las "virettes" de bajada, pero para llegar a ellas había que seguir unas repisas inclinadas que no tenían nada donde agarrarse. La otra opción era tirar hacia arriba por unas fisuras verticales y diminutas que en absoluto eran de IV. Al final optó por esta solución.
Juan en las últimas fisuras de la vía
El largo acaba a unos cuantos metros por encima del comienzo de las "virettes" y tuvimos que rapelar hasta ahí.
Chema rapelando hasta las "virettes"
Primero bajó Juan y nos aseguró desde un spit semifiable para que no nos fuéramos demasiado hacia el cortado de la derecha. A partir de aquí tocaba destrepar mientras las sombras y el frío nos perseguían. Aseguramos a Juan en el primer destrepe y luego él nos bajó a los dos hasta llegar al "sendero" que te lleva hasta el último rápel.
Atardecer en el Palas y Balaitous
A pesar de la prisa que teníamos aún robé una última foto. No pude evitarlo. Rapelamos con las frontales encendidas y bajamos hasta las mochilas con cuidado de no pasárnoslas. Chema iba entre los dos porque se había dejado la frontal en casa. Entre tanto bloque en la oscuridad nos costó encontrar el camino hacia el refu. Nada más bajar el collado del Soum de Pombie se nos tragó la niebla y tuvimos que seguir casi a tientas cualquier traza de pista que vislumbrábamos (pasabamos al lado de la cabaña de Senescau sin verla siquiera). Por fin llegamos al río y en pocos minutos al coche.
Lástima que no pudiéramos celebrar esta estupenda y larga jornada con una buena cerveza.


Para los que habéis conseguido llegar al final de esta larguísima historia os dejo de premio un enlace donde podréis disfrutar de unas estupendas fotos del Midi y para los que viváis en Zaragoza o alrededores, un reto:
Animaros que los premios son grandeeeeees

3 comentarios:

Juan korkuerika dijo...

Lo mejor de la vía la compañía jajajajjaja pero si me ha salido un pareado sin tenerlo preparado jajajajajja...
Un abrazo y a ver cuando es la próxima jejejejjeje...
Hasta la vista alpinistaaa

Juan korkuerika dijo...

Jajjajajja que buena nuestra foto... Parecemos clones jajajjajajaja

Iñaki dijo...

sí, sí, sólo hay una pequeña diferencia: la cuerda por arriba que yo tenía, je je je