De las verdes y monótonas planicies holandesas (la semana pasada estuve con un grupo de alumnos de intercambio por esas tierras) a las escarpadas y secas cumbres de Peña Rueba, al otro lado de Riglos, en apenas un par de días. Cosas de la aldea global. Fue Abel el que me propuso esta vía. La había visto en la web de Inazio.com y parecía asequible. La única condición que le puse es que tenía que estar pronto en Zaragoza porque esa misma tarde, domingo 16, actuaba Lizz Wright en la sala multiusos del auditorio y ya tenía las entradas para ir con Mariví y Pilar. En un principio yo creía que el concierto empezaba a las 21:00 y le dije de volver a las 19:00, porque ya nos conocemos y siempre volvemos más tarde de lo que planeamos. Resultó que en realidad empezaba a las 20:00 y tuvimos que acelerar un poco la vuelta.
Le recogí a las 9:10 de la mañana en su casa, pusimos gasofa en el camino para poder calcular gastos y llegamos sobre las 10:30 al desvío hacia Agüero. Para acceder a las paredes de Peña Rueba hay que seguir esta carretera hasta desviarse a la derecha por una pista situada a 1 km del cruce y marcado con un mojón amarillo. Se sigue esta pista sin hacer caso de las primeras pistas que nos surgen a nuestra derecha, hasta que nos aparece una nueva a la derecha, justo enfrente de la Peña que nos lleva directamente debajo de su pared. Hay un ensanchamiento donde se puede dejar el coche nada más pasar una fuerte curva.
Vista general de las paredes: nuestra vía discurre a la derecha
Un sendero marcado con hitos nos conduce justo debajo del primero de los Mallos y allí cogemos un nuevo sendero que nos conduce al resto. Es un sendero perfectamente marcado con hitos y marcas amarillas y rojas.
Croquis de la vía sacado de la web: www.inazio.com
El pie de vía se encuentra en un muro donde se encuentran otras dos vías más, a la izquierda y a la derecha (chapas amarillas) de la nuestra.
Como enseguida veo que este primer largo pinta vertical y fino se lo dejo gustosamente a Abel. Es un largo picantón, sobre todo para ser el primero.
Abel pensándoselo mucho en el 1er largo
Lo intento sacar sin agarrarme a nada, me desequilibrio y me caigo en el paso más fino (menos mal que iba de segundo, je). Estudio el paso y lo vuelvo a intentar con mayor fortuna esta vez. Contento por haber pasado sin acerar tiro el segundo largo, muy fácil y tumbado, pero sin ningún seguro excepto en un paso para superar un pequeño resalte. El tercer largo también lo consigo superar sin acerar nada, de segundo claro.
Abel en paso duro del 3er largo
El cuarto marcaba 6b (A0) y decido intentarlo. La primera parte de este largo son unas panzas con buen agarre excepto en la última, donde me tengo que colgar a estudiar el paso. Finalmente me armo de valor y me desvío un poco a la derecha para tirar por la fisura que divide toda la pared. Resoplando de alivio (soy un cagueta) una vez chapado ese paso miro lo que me queda: superar esa enorme fisura por una pared vertical con bastante cazo. Aún así ni me lo planteo y comienzo toda la parafernalia del aceraje: pedales, línea de vida, etc. Afortunadamente estaba muy bien protegida, al igual que el resto de la vía, y no plantea más problema que la salida: abandonar la seguridad del artificial y volver a agarrar la roca con tus propias manos, snif. Abel consigue liberar este paso en libre de segundo y con el subidón se encarama a la primera chapa del siguiente largo, una fisura que exige bastante contorsionismo y en el que termina por acerar ligeramente la siguiente cinta. La decepción se le pasa enseguida porque el siguiente tramo también tiene que acerarlo. El croquis marca 6a/A0 y en el algún comentario de peña que lo ha conseguido liberar marca 6b/6b+. Nosotros ni nos lo planteamos: a acerar. Dos metros antes de la reunión se me petan los brazos, la vía es bastante mantenida en su dificultad (6a) y mis brazos no pueden más. Me cuelgo un largo rato para intentar recuperarlos y dejo también a Abel que lidere el último largo, cuyo trazado ha sido cambiado con respecto al original para no molestar a nuestros vecinos los buitres. La variante actual tiene un comienzo picantón que me asusta a mis agotados brazos, pero después la pared tumba un poco y el grado disminuye y puedo disfrutar de estos últimos metros.
Vistas desde la cima: al fondo el pueblo de Riglos
Nuestras sombras desde la cima
Hay dos posibilidades de descenso: trepar hasta la cima y bajar por la vía ferrata cercana o descender por la evidente canal y rapelar por la vía Nueva Cultura del Agua. Eran las 16:30 de la tarde y tras sopesar los inconvenientes de cada opción, mucho tiempo para el descenso normal, desconocimiento de los rápeles, nos decidimos por la segunda. No nos quedaban muchas horas de luz y había que darse prisa. Tras varios resbalones y arañazos se termina la canal y encontramos un tinglado con dos parabolts y un cordino auxiliar, sin argollas, sólo con eslabones soldados. Nos da mala impresión, pero no encontramos otra cosa. Tras un corto rápel por una cuesta sin mucha pendiente llegamos a la primera reunión rapelable. Abel se salta la segunda reunión y apurando toda la cuerda llega a la 3ª, así por casualidad nos ahorramos un rápel y en poco más de una hora después de llegar a cima estamos de nuevo con los pies en suelo firme. Peor lo debieron pasar una cordada que aún andaban por el 5º largo en esos momentos, con el sol desaparecido y el frío y la oscuridad aumentando a gran velocidad. Nada más llegar al coche, 18:15, enciendo el móvil y me entero de mi error, así que me cambio de ropa y salimos cingando a Zaragoza. Le dejo a Abel en mi casa (el pobre se tiene que ir andando con toda la mochila), subo a casa, cojo las entradas y salgo pitando con el coche hacia el Auditorio donde ya me está esperando Pilar. Mariví se encontraba muy adormilada y no se anima a venir, una pena porque el concierto fue estupendo. Lizz Wright exhibió su preciosa y potente voz a lo largo de una docena de temas hasta las 21:30, cuando dio por terminado su actuación tras un único bis.
Me acosté con un montón de imágenes en la cabeza: los cercanos recuerdos de Holanda, los momentos vividos en la escalada, la preocupación por Mariví, la cálida voz de Lizz Wright...
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