martes, 31 de marzo de 2015

Ni Morata puede con el non


Apuntar las vías en la web 8a.nu es lo que tiene: cuando progresas te da un subidón ver tu gráfica, cuando flojeas, te deprime. Subidones y depres aparte, los datos son tozudos: llevo 3 meses sin encadenar ninguna vía superior a 6b y en los últimos 12 meses he conseguido encadenar la escalofriante cifra de 16 vías de 6a o más. Mis esfuerzos por ser un completo paquete están dando sus frutos. 
Esta sequía para alguien que reconoce abiertamente que le encanta encadenar es un palazo. Más aún si ni siquiera encuentro consuelo en el opio dulzón de las frases vacías que llenan ahora las redes sociales, y antes las estanterías de libros de autoayuda, del tipo "la auténtica belleza está en tu interior", "conócete a ti mismo y serás feliz", "la verdad te hará libre" o la más cercana a este tema "pero lo que realmente me importa es disfrutar de la escalada".  Me encanta encadenar, es una de las razones por las que entreno todas las semanas (la otra es que me gusta entrenar, soy un bicho raro). Llegar a la cadena de una vía que has peleado es un subidón de adrenalina y por qué no decirlo, de autoestima. Te hace volver a casa con una sonrisa de oreja a oreja que, con suerte, puede durarme una semana, pero 3 meses...
Por necesidad, al igual que me ha tocado aprender a vivir sabiendo que nunca voy a conocer personalmente a Naomí Campbell, también he aprendido a disfrutar de escalar sin encadenar, dándolo todo, cada día ese "todo" es distinto, a veces más, a veces menos, dependiendo del humor, de las fuerzas, del canguelo... , y volviendo a casa con esa agradable sensación de dedos cansados.
Quizá esta sequía tiene mucho que ver con el hecho de que me cueste una enormidad actualizar el blog y que acumule unas cuantas salidas sin contar nada. Así que como buen desordenado que soy voy a empezar por el final. Por este sábado pasado en Morata.
Tenía claro que Morata no iba a ser el destino ideal para que este eterno estado de non terminara, como así fue, pero hacía ya muchos meses que no visitaba esta escuela tan cercana a Zaragoza, desde agosto del año pasado, y ya tocaba. Apretar, apreté, pero no estuve cerca de encadenar ná de ná. Tono me llevó directo a la Pared del túnel y ahí calentamos en El capricho, 6a, que se me atragantó cerca de la reu, y en El profanador de vías, que no aparece en la guía, 6b+?, mucho más plaquera que la anterior y por lo tanto aún se me dio peor. Después de este sobrecalentamiento nos fuimos a por La señora, 6c. Bueno, Tono fue a por ella y casi se la llevó, yo seguí arrastrándome por la pared. Y para terminar nos fuimos a la sombra del Puente de roca, mi espalda ya estaba roja como un cangrejo, para hacer series en Chúpame la polla, 6a+, y la vía nueva de la derecha, 6a?. Con este tute, ¿cómo no voy a terminar con los dedos hechos puré?

Tono en el duro bloque de La señora
Tono y el agüelo con la Pared del túnel al fondo

lunes, 26 de enero de 2015

Apretar y apretar, ¿qué más se puede pedir?

El sector Bombos cubierto ya por la sombra de la tarde

No he encadenado nada, no he podido, porque no me he atrevido, escalar de primero y, sin embargo, vuelvo de esta visita primera al sector Bombos de Vadiello con los dedos cansados y doloridos, una sensación que siempre asocio con la felicidad. Soy feliz escalando hasta cansarme, incluso cuando ese cansancio en antebrazos o dedos surge en el tablón, pero si además es en roca, al sol de invierno y a resguardo del vendaval que soplaba hoy en todo el valle del Ebro, entonces me olvido del fracaso ante esos desplomes apabullantes, de mi flojera en ese mar de tridedos y bidedos imposibles de alcanzar, de la fealdad de esos picados ominipresentes y hasta de la ausencia de encadenes. Esa felicidad, simple, sencilla, infantil, asociada a mis dedos cansados, viene de darlo todo, todo lo que he podido dar, que hoy no ha sido mucho, incluso de gritar de frustración por no haber tenido la fuerza suficiente para bloquear y llegar a un lejísimo bidedo cuando estaba subiendo de segun todo el día, cuando ya me había colgado infinidad de veces en ese pegue.
Esta sensación de felicidad es la que busco en cada salida y la que encuentro casi siempre, a nada que barra un poco el polvo de la frustración. La receta es sencilla: buena compañía, vías físicas y solete de invierno. Y así comenzó el año con la primera visita anual a Benabarre, aunque fuera sólo a un par de días de la anterior, e incluso la inesperada visita al sector del Castillo de Loarre, como mejor sustituto a unos Mallos de Riglos completamente desaparecidos bajo una gruesa y persistente niebla, y sus placas tumbadas no me impidieron disfrutar de un sol y una tranquilidad inusitada.

Reportaje en orden temporal inverso:

Bombos de Vadiello
El agüelo haciendo como escala Mongolos en acción, 6c+:
uy pues no me quedo, a ver así, tampoco, y al final tocó lo de siempre.
David en la espectacular Ataraxia, 7c
Muestra de los apabullantes bombos del sector
El agüelo apretando y apretando en Charlicita, un 7b al que entramos pensando 
que era 7a+, pero como la montó Abel no iba a desperdiciar la oportunidad
de seguir escalando de segundo
 Abel, David y el agüelo

Benabarre
 Abel en Rukipankis, 6c
Júnior a punto de encadenar, por fin, Jigoku, 7a
David asegurando a su amigo Dani en Delicuent habits, 7a+
David en Belladona, 7a
El agüelo descifrando el bloque de El llanto de Belcebú, 6c+
El bloque quedó resuelto, la vía no, jjj
Abel, Dani, Júnior, David y el agüelo

Castillo de Loarre
Los dos sectores: a la izquierda El Búnker, donde estuvimos, 
y a la derecha Peña O Rufo
El agüelo tuvo la suerte de salir en las mejores fotos de la jornada 
Tono en Reyno de los cielos, V, y Fino en el liso inicio de Cicuta, 6a+
 Fino a punto de terminar Cicuta, 6a+
 Silvia en el espolón de Reyno de los cielos, V
 ¿Qué hago yo en una placa así?
 Un aragonés apretando
Fino en el disfrutón techo final de Búnker, 6a+
(abajo se ve la pretona fisura inicial)
Fino on fire, encadenando Saputilandia, 6c
Silvia, Tono, Fino y el agüelo, un extraño entre todos estos titanes de la placa