domingo, 10 de mayo de 2009

Congosto de Ólvena. Duquesa esmeralda.

2 de mayo de 2009
El congosto de Ólvena está situado entre Barbastro y Graus, en la provincia de Huesca. Es una zona que quería conocer desde hace tiempo ya que tiene vías de varios largos equipadas y de dificultad asequible. De hecho creo que soy el único de mi cuadrilla que aún no había estado ahí. Así que enseguida le propuse a Abel ir allí el sábado pasado. Me daba igual la vía porque no conocía ninguna y Abel tenía ganas de hacer la Duquesa esmeralda, así que no le puse ninguna pega.
Empezamos muy tarde a escalar, a las 12, pese a quedar sobre las 9: una hora y pico para llegar hasta el congosto, luego a cargar todo el material y hacer la aproximación y encontrar la vía. Y ése fue el problema, nos costó más de una hora encontrarla.
Párkin, al fondo en rojo el collado que lleva al pie de vía
Aparcamos el coche en un ensanchamiento que se encuentra a la izquierda (en el sentido hacia Graus) nada más pasar el segundo túnel, al lado del cartel que indica Puente de la sierra. De ahí mismo parte un camino que lleva hasta el puente. Cruzarlo suposo la parte más expuesta del día: une las dos márgenes del cañón a decenas de metros por encima del río sin más protección que una valla de piedra de apenas medio metro de altura. Mejor no mirar.
El vertiginoso puente
Nada más pasar el puente hay que seguir por un estrecho camino a la izquierda. Sabíamos que la nuestra estaba más allá de las dos primeras vías, la Astérix y la Frixis. Abel conocía la Frixis, así que hasta ahí fue todo fácil. Los problemas empezaron cuando dejamos atrás el comienzo de estas vías. El camino se dividía en dos: hacia la izquierda había un hito que indicaba el sendero que lleva hasta una estrecha repisa desde donde salen varias vías; de frente el camino bajaba y se perdía a los pies de un contrafuerte que nos pareció demasiado vertical.
Abel en el hito que nos equivocó y en la repisa en la que estuvimos a punto de embarcarnos
Seguimos a los hitos hasta la repisa. Mirando el croquis y mirando la pared, nos pareció reconocer algunas de las partes de la vía. Abel llegó a encordarse y pegarse a la pared, pero no lo veía claro porque no encontraba la fisura de entrada de la vía. Ya había intentado otra vez hacer esta vía y no la había conseguido encontrar tampoco, así que Abel se empezó a rayar la cabeza. La pista definitiva fue una ristra de parabolts que llevaban a unas cuerdas fijas. Estaban demasiado nuevos, relucían y nuestra vía era bastante antigua, de principios de los 80, una clásica con muchísimas repeticiones: sus parabolts no podían estar tan brillantes. Debían ser de una nueva vía que alguien estaba abriendo y equipando. Recogimos el material y lo intentamos por la otra opción. Para nuestra sorpresa el sendero no acababa en el contrafuerte, sino que seguía y subía cómodamente por la canal de la izquierda hasta un evidente collado. En unos pocos metros más llegamos a la pared y ahí distinguimos perfectamente la vía.
Vistas del congosto desde la vía: había turistas observando desde el caminillo
La vía resultó bonita, especialmente el cuarto largo, aunque le falta continuidad: hay sectores muy sosos, como el último, que desvirtúan un poco la vía.
Abel en el último tramo de la vía ferrata
Este último largo te deja en un collado al que llega la vía ferrata que hay que continuar por una repisa muy lavada que te deja en el mirador, desde donde se disfrutan unas impresionantes vistas del congosto, del pueblo de Ólvena y de los Pirineos.
Pantano de El Grado, Torreciudad y los Pirineos con las 3 Sosores en el centro
El camino de vuelta pasa por el pueblo y al llegar a la primera calle se sigue recto, sin bajar, se gira la derecha y llegas al comienzo de un sendero que baja cómodamente hasta el puente de nuevo, completando una vuelta completa a la peña. Abel aprovechó para hacercese con un ramillete de espárragos trigueros silvestres que cenó esa misma noche. A pocos metros antes de llegar al puente vimos, mejor dicho, oímos primero, a una pareja de amiguetes que estaban colgados de la pared. Nunca se sabe dónde vas a encontrarte a ningún conocido que pueda escuchar tus fanfarronadas sobre la vía que has escalado, así que es mejor no hablar muy alto.
Eva y Alberto colgados de la pared
La cerveza nos la tomamos finalmente en el Eroski de Huesca, después de un infructuoso intento en Argüés.
La vía
Croquis de la vía sacado de la web: www.onaclimb.com
L1. 6a. El croquis recomienda llevar algún friend mediano para el L4, pero Abel ya tuvo que colocar dos en el L1: el primero antes del primer parabolt, que estaba bastante alto; el 2º, en una pequeña panza roma donde termina la estrecha fisura de este primer largo, que no tiene nada donde agarrarse. Yo, por supuesto, aceré este segundo friend, ¡anda que no! Menudo pasito más puñetero.
Abel al comienzo del primer largo: aún le queda para la puñetera pancita. El círculo rojo marca más o menos la R1 y el azul, nuestra R2 (la R3 del croquis)
El largo continúa por una pared vertical de agarres minúsculos que exigió también trabajo: Abel tuvo que colocar una uña para poder alcanzar una chapa y yo pude acerar casi todas gracias a que Abel puso cintas largas en todo este tramo.
El agüelo apretando en los pocos pasos a los que no llegaron las cintas largas

L2. V/V+. El largo anterior termina en una evidente repisa que recorrí hacia la izquierda, primero de pie y luego colgado de la pared,
subí unos pocos metros protegidos con un clavo universal y un parabolt con más miedo que vergüenza, hasta llegar a otra repisa que se sigue hacia la derecha, se remonta un par de metros y se llega a la R2 del croquis, al comienzo de un diedro evidente, detrás de una gran roca. El siguiente largo era muy corto, apenas 10 m. Lo examiné: un parabolt muy cerca, enseguida un clavo y un poco más allá otro parabolt a lo largo de una fisura clara. Me dije: Iñaki, esto parece fácil. Así que le avisé a Abel que iba a empalmar los dos largos y tiré para arriba. Llegar al clavo fue, efectivamente, muy fácil, lo difícil venía ahora: la pared izquierda del diedro casi lisa, la fisura cada vez más estrecha, mi confianza... por los suelos. No tardé en arrepentirme de mi osadía. Lo intento una vez y me bajo de nuevo. Y otra. No tengo confianza, el paso era evidente, una apretada y arriba, pero... El tiempo pasa, Abel tiene que estar ya aburrido esperando abajo a que yo termine de hacer el tonto. La vergüenza torera acaba por decidirme y llego al último parabolt con menos problemas de los que me estaba imaginando: soy un cagado. Me cuelgo. Examino los siguientes metros: un poco más arriba veo ya la siguiente reunión. Tan cerca y tan lejos. Vuelta a empezar: intento la fisura, nada; intento por la izquierda, mejor, pero tampoco; otro intento por la izquierda de nuevo, nada. Me faltaban pies. Estaba vez no iba a esperar tanto. Saqué el estribo que a partir de ahora voy a llevar siempre conmigo y en un pis-pás estaba ya en la reunión. Miré hacia abajo: doscientas horas para superar unos míseros 8-10 metros. Triste. Abel subió sin problemas hasta el último paso. Se rió cuando vio mi estribo, pero en seguida le oí resoplar y me dijo entrecortadamente por el esfuerzo que el pasito se las traía. je je.
Abel en el pasito de V+
L3. 6a. El mejor sin ninguna duda. A Abel al principio le pareció feo, esperaba una fisura perfecta, y estaba estaba rota por todos los costados.
Pero en seguida empezó a disfrutarla. Estaba bien equipada, pero efectivamente necesitaba algún friend mediano. A mí no me quedó más remedio que escalarla, porque Abel sabiendo que no había que rapelar la vía para bajar decidió coger sólo una cuerda simple. Así que esta vez no tenía la opción de trepar por una de las cuerdas mientras Abel recogía la otra. Esta vez había que escalar. Así que en cuanto le grité a Abel que salía ya de la reunión me mentalicé para escalar. Y al contrario de lo que había sentido hasta ese momento en los dos largos anteriores, empecé a concentrarme únicamente en la escalada: iba buscando presas para manos, para los pies, pensando cómo colocar el cuerpo antes de dar el paso... Ni siquiera me alteré cuando llegué a un paso sin apenas presas para manos o pies, lo vi claro: me empotré en la fisura y repté con hombros y rodillas un par de metros hasta llegar a una zona más asequible. Tampocó le iba gritando cada dos pasos a Abel que recogiera cuerda. De hecho, sólo se lo grité casi al final del largo, cuando el cansancio estaba haciendo ya mella en mis gemelos. En ese momento también tuve la tentación de acerar una cinta, pero resistí. Ya queda poco, me dije. Conseguí encadenarlo entero, aunque de segundo. De primero habría acerado la mitad de los seguros o me habría bajado a mitad del largo.
L4. V. Salgo en travesía hacia la derecha hasta una evidente media luna que supero en bavaresa. Fácil, pero es el único tramo que me provoca alguna duda.
El agüelo en la bavaresa
Sigo por una fisura hacia arriba con grandes cazos, llego a una repisa y sigo por otra fisura pequeña hasta un gran bloque que adivino que es donde va a estar el tramo de Ae, así que empiezo a buscar la reunión. La encuentro a los pies del bloque y por fin puedo sentarme a la sombrita.
L5. V/Ae. El comienzo atraviesa una pared lisa ligeramente extraplomada equipada con una ristra de viejos buriles a los que se llega muy fácilmente de uno a otro con un pedal o un estribo.
Abel en la burilada final
Queda un poco extraño porque justo a su izquierda hay una buena fisura que podría haber sido el camino más lógico para seguir. Además desde esta reunión se puede alcanzar andando la vía ferrata, así que no queda muy claro porqué quisieron alargar la vía, queda un poco rebuscado este último tramo. El largo sigue luego por una placa tumbada donde la escasez de agarres obliga a buscar la adherencia.
El agüelo sufriendo en las adherencias
Termina en un pequeño collado donde debería estar la siguiente reunión, pero Abel no la encontró así que siguió para arriba a través de una fisura vertical pero fácil que tuvo que proteger entera con friends, hasta llegar al collado final.
Al fondo el tramo de ferrata que lleva a la "cima"
Desde ahí se empalma con la ferrata en un bonito tramo en travesía protegido con un grueso cable y numerosos peldaños metálicos para agarrarse.
Los dos en la "cima": el mirador a escasos metros del pueblo
La curiosa cima, un mirador lleno de gente admirando el paisaje, es un final curioso para una vía que discurre por un paisaje inmenso y que sin ser estupenda tiene sus buenos momentos y que a mí, al menos, me permitió disfrutar como hacía tiempo de la escalada.

4 comentarios:

Juan korkuerika dijo...

¡Buen sitio! jejejejejeje Menudo siedro guapo que tiene esa vía eh! La siguiente la lección que en semilibre te sale fijo ;-)))
Un saludico y hasta la vista alpinistaaaa

Iñaki dijo...

Ya vi el post de esa vía que colgaste en tu blog y creo que iba a necesitar algo más que el semilibre para subirla, je je

soneman dijo...

Hola Iñaki

Me he mondado de risa con tu descripción.... hicimos la vía el pasdo sábado y..... ¡jodo con el primer largo! Y el pasito del tercero.... ¡pregúntale a la Pilla, que no lo pasó nada fenómeno! El diedro es brutal.... ójala hubiera más largos así
Seguro que Abelico arrancó algún clavo... jajaja
Saludotes
Carlos

Iñaki dijo...

Esos dos pasos, el del L1 y el del L3, fueron la caña!!! te quedas como un tonto delante de ellos porque ves que solo son un paso y ya está, pero ojito con esos pasos.
Abel no se llevó ningún clavo, este chico se está regenerando!!!!
un saludo!!!!