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sábado, 26 de agosto de 2017

Osán y van... cinco

Jornada normal tirando a poco concurrida en el mallo Frechín

Con 4 meses de retraso cuelgo la cita anual con la única carrera en la que he participado hasta ahora sin fallar ningún año desde mi primera vez. La oferta combinada del fin de semana incluyó de nuevo los espectaculares mallos de Riglos.

Croquis bajado del blog de Sueño vertical

Vía: Los tacones rosas de la tía Glori. 6c, V+ obligado. 7 largos. 200m.
Cordada: Tono, Jorge y el agüelo
Día: 22 de abril de 2017
Material: 16 cintas.
Tiempo escalada: algo menos de 4h y media
Descenso: andando por el Circo de verano.

Descripción de la vía: Otra creación más de Sueño vertical que incluye la reequipación y limpieza de tramos de dos vías antiguas, La rosaleda de 1960, la Vía del Taco de 1973, y la apertura de un nuevo tramo que lleva la cima. Al invento lo han llamado Los tacones rosas de la tía Gloria para recordar la historia de los dos primeros tramos y para homenajear a una amiga suya. El resultado final es una vía más que interesante con algunos largos espectaculares, los 3 nuevos (a mí las chimeneas ni fú ni fá). La vía supone una oferta más para el populoso Mallo Frechín.

L1, V, 30m. Típico largo de chimenea donde se usan más los pies en oposición que los antebrazos. Principio más fácil y llegada a la reunión un poco más difícil.
L2, V+, 30m. Último largo de la antigua Rosaleda y que continua con el mismo estilo y dificultad que el primero, plus arriba o abajo.
L3, 6a, 30m. Desde el comienzo de la vía ya se adivina el estrechamiento final de este largo que es donde se concentran las dificultades, y las incomodidades.
L4, IV/+, 20m. Comienzo vertical y luego tumbadera rota. Hay una cuerda fija en los metros finales.
L5, 6c, 30m. Fin de las chimeneas y comienzo de los bolos petabrazos. Una pena que la calidad de la roca no sea excelente. El largo comienza con unos pasos a la izquierda para luego encaramarse a una repisa, hacer una pequeña travesía a la derecha y salir recto hacia la súperpanza que se ataca un poquito a la derecha para evitar la poca calidad de la roca en ese tramo (a más de uno se le han soltado bolos en esta parte). La llegada la reunión se hace con tendencia hacia la izquierda donde se adivinan buenas presas. Los parabolts están muy cerca aquí por si no nos dan los antebrazos.
L6, 6a+, 30m. Largo estrella, con un comienzo por la derecha un poco picantón y luego vertical con cazo hasta la reunión. 
L7, 6a, 30m. Más fácil que el anterior, la única dificultad se concentra en la salida. Luego tumba y se deja hacer.

L1


L2
 Famosetes callejanos

 Arriba se vislumbran las estrecheces del siguiente largo

L3


L4

L5



L6


L7

 Cima

El domingo me tocó sufrir bastante más, aunque menos que otros años ya que me lo tomé con calma desde el principio y eso me sirvió para llegar sin apenas calambres a meta.

Momentos antes de la salida

miércoles, 20 de abril de 2016

Encadenar y correr

Vista general de los Mallos Pequeños con la Ralla d'A Balsa en medio 

Primer finde combinado de la temporada y al igual que al año pasado los pronósticos meteorológicos no eran nada halagüeños, especialmente para el sábado. El domingo todos confiábamos en la tradicional suerte de la Osán para que se obrara el milagro que esta vez se quedó a medias.
Esta incertidumbre unido a cierta inercia perezosa en el grupo hizo que no tuviéramos decidido ningún plan y que saliéramos el sábado por la mañana de Zaragoza con todas las posibilidades abiertas a la espera del tiempo que nos íbamos a encontrar. El destino si que lo teníamos medio claro, Riglos: nos pilla de camino y hay opciones de tapia y deportiva. El cielo gris con que nos recibieron los maravillosos mallos nos evitaron las dudas: deportiva. Genial, así estrenaba los gatos. El año pasado nos quedamos en el sector de Los volados y esta vez fuimos a la Ralla d'A Balsa. Un pequeño sector calizo en medio de los reinos del conglomerado. 
Aparcamos al lado del centro de interpretación, ya no se puede aparcar en la balsa, sino que hay que ir andando hasta ella y allí cogimos el camino que sube al mallo Colorado. En una pedrera bien marcada nos desviamos a la derecha y en unos pocos minutos nos presentamos debajo del murallón, más imponente en su parte central de lo que aparentaba desde abajo. Tono se dio de baja desde el principio debido a los efectos colaterales del concierto de Silvio Rodríguez la noche anterior, y calenté con Jorge en los Vos de la derecha. La cabra tira la monte y el agüelo a los desplomes, así que enseguida empecé a valorar las opciones en la zona central del sector y A Güeña fue la vía escogida. Conseguí montar la vía de chapa en chapa y mientras descansaba el día se oscureció y empezó a chispear. Jorge y Tono esperaron pacientemente y me dejaron darle un segundo y último intento a la vía. Para mi sorpresa todo fue bien, pude aguantar bien el desplome y terminar encadenándola.

Caliza naranja desplomada... 
... frente a caliza gris plaquera. Ummm, ¿con cuál me quedo?
¡Qué raro! Salió desplome con cazos. A güeña, 7a+ 
Descolgándome después del frustrante primer intento 
Chapando la reunión en el inesperado segundo intento 
Tono incrustado entre la familia Rasmias y el agüelo

Recogimos bártulos, yo con una sonrisa de oreja a oreja, y después de hacer la parada de las compras, nos fuimos a Osán a por los dorsales. Enseguida llegaron el resto de invitados a Casa-Tono: Patri y su hermano Óscar, que nos engañó a todos y al final no corrió, con la familia (Amaya, Julia y Tibo). Este año no hubo granizadas, pero sí una persistente lluvia que presagiaba mucho barro para la carrera y que nos impidió sacar la barbacoa. Putada. El secreto ibérico lo tuvimos que hacer a la plancha.
Nos levantamos lloviendo aún y los más optimistas se fijaban más en los pequeños claros que en la abrumadora mayoría de nubes. El día no fue glorioso, pero tampoco un desastre. Hubo niebla y ratos de lluvia salteados con momentos de sol.
Gran ambiente como siempre en la salida y ya desde el principio me sentí bien de piernas así que decidí no ahorrar nada al principio e intentar salvar los embudos del primer repecho y del vado del arroyo. En la subida a las ermitas seguía con buenas sensaciones, pero aquí sí que ahorré un poco porque esta vez quería tener algo de reservas para poder correr los 2 km de falso llano de las campas de las antenas. Excepto en una cuesta un poco más severa, lo conseguí y empecé la bajada final feliz como una perdiz. Los 5 km y pico se pasaron rápido y sin calambres y conseguí entrar en meta 7 minutazos antes que el año anterior. Desgraciadamente las migas las tomamos bajo un cielo plomizo y frío que hizo que se me atragantaran y no pudiera terminármelas. 
Como precio a pagar por tanta alegría y esfuerzo del finde, un trancazo del siete me viene acompañando desde entonces. En cuanto me lo quite de encima a volver a entrenar porque las buenas sensaciones de la Osán me han convencido para meterme en el reto de participar en la carrera larga de la Boca del Infierno. 25 km y 1500 m de desnivel, ahí es nada. Ya veremos si no es mucho pedir.

Momentos antes de la salida en la plaza de Osán: Beto, Jorge, Tono y el agüelo 
Llegando al primer avituallamiento: aún quedaba todo lo gordo
Después de las escaleras
Este año la cascada bajaba tan espectacular... 
 ... que algún valiente se atrevió a rapelarla
 De nuevo los primeros tuvieron que sufrir malas condiciones en la cima
 Pero a cambio esta es la cara que se te queda cuando llegas tan prontito
 Orgullo de papi
El grupo al completo antes de las migas bajo uno de los pocos rayos de sol que disfruté:
Rosa, un nuevo fichaje para el equipo de carreras de montaña, Jorge, Ion, el agüelo, Beto y Tono

sábado, 19 de diciembre de 2015

IV Turrón skyrace

Medio congelados antes de la salida

Cuarta edición de esta sencilla carrera solidaria cuyo objetivo es colaborar con el Banco de alimentos de Huesca. Este caluroso fin de otoño nos ha brindado una jornada espléndida de sol y temperaturas agradables que ha colaborado al buen ambiente de la jornada.
La carrera consiste en una subida cronometrada al Pico del águila desde Arguís. Cada 30" daban la salida a un nuevo corredor para realizar un recorrido agradable a lo largo de un cómodo sendero de 4,6 km y 716 m de desnivel.
Mejores sensaciones que cuando realicé este recorrido a modo de entreno hace meses, sin embargo he terminado antepenúltimo con un tiempo de 49 minutos, casi el doble que el ganador, a 20' de Juanma y a 17' de Tono que ha conseguido un merecido segundo puesto en la categoría de veteranos.
Tengo que entrenar más.
Podium de veteranos

lunes, 7 de diciembre de 2015

Último finde activo de la temporada

Pista desde Murillo del Gállego con Peña Rueba al fondo 
y el recorrido aproximado de la vía

Y última entrada para ponerme al día antes de que se acabe el año. Esta vez mi pereza se ha pasado tres pueblos y ha permitido que una actividad de septiembre duerma tres meses en el limbo. Snif.
El plan era un combo escalada sábado + carrera domingo como siempre, pero esta vez se nos fue un poco de las manos. La vía Lorenzo Ortas no tiene nada que ver con el resto de vías en Peña Ruaba o en otras paredes que habíamos escalado últimamente en este tipo de findes. Esta es mucho más exigente, con muchos largos de 6b o superiores, y acabamos ligeramente cansados.
Croquis sacada de la web de hijosdelaroca

L1+L2, (6b+6a), 15+20m. La vía comienza muy cerca de la Sendero límite, pero se distingue fácilmente por las ya famosas chapas verdes pintadas con spray y sobretodo por la placa con su nombre. El reparto de palitos sonrió a Tono y le tocó a él empezar a pelearse con el bloque de entrada en un bombo de agarres pequeños. El resto de este primer y corto largo no tiene más dificultades y Tono decidió alargarlo empalmándolo con el siguiente, 6a, un muro vertical de presa pequeña, quedando un potente largo de 35m.
 Tono lanzándose a por la vía
Apretando en el paso duro del largo 
El abuelo contento de haber pasado lo peor de la placa del L2

L3, 6b+, 35m. Comienza con un ligero desplome que promete cacho a saco. Sin embargo, enseguida me doy cuenta del error: a 5-6 m de la reunión está el paso clave, donde los bolos gordos son planos y no consigo sacarlo. El resto del largo se endereza y a pesar de la petada inútil de brazos, se deja hacer.
 El abuelo en el paso clave del largo
Tono saliendo de él silbando

L4, 6c, 35m. Largo y duro. El paso duro, que no nos salió a ninguno de los dos, es una panza que empieza con un invertido que te pega al desplome y a ciegas tienes que buscar algo que te permita subirte encima de la panza. Ni a ciegas ni colgados del parabolt conseguimos encontrar algo a lo que pudiéramos llamar un agarre. El largo no termina ahí, sigue muchos metros más por más panzas duras, pero asequibles.
Comienzo del largo 
 Tono estudiando y requetestudiando la panza clave
 Tono llegando a la reunión de este larguísimo largo
El abuelo en mitad del patio del L4

L5, V+, 35m. Largo de relax donde lo más duro está al comienzo. Luego se llega a una enorme repisa donde se cruzan nuestra vía con la Sendero límite que va hacia la izquierda. La nuestra sigue recta hacia arriba siguiendo las chapas verdes.
Tono siguiendo la hilera de chapas verdes

L6. Largo de transición. Hay que atravesar un jardín hasta alcanzar de nuevo la pared. Aunque no hay dificultad, la roca está muy suelta y preferimos hacer estos metros encordados.
 Tono saliendo de la reunión para llegar al jardín
Un grupo de ovejas que lleva acampado en este jardín desde vete a saber cuándo 
y que es el responsable de la lluvia de piedras a primera hora de la mañana. 
Luego se meten debajo del árbol a dormir la siesta y ya no molestan. 
Es un misterio cómo han podido llegar a un lugar tan escarpado y 
cómo sobreviven sin agua a su alrededor.

L7, 6a, 30m. Largo vertical que empieza con una travesía hacia la derecha, luego se endereza siguiendo un diedro muy roto y termina en una placa hasta la reunión. Mantenido.
Travesía de comienzo del largo 
 Tono a la salida del diedro rotiñán
Tono abusando de los pocos cazos del largo

L8, 6a+, 30m. Largo vertical y continuo.


L9. Segundo largo de transición que atraviesa el segundo jardín.
Vistas del río Gállego

L10, 6a, 50m. Corto comienzo vertical, pero enseguida tira hacia la izquierda.
 Señalización de la reunión
Comienzo del largo...
... y final, al fondo los mallos de Agüero

L11, 6b, 30m. Largo mantenido sobre roca estupenda. Una dura sucesión de panzas hasta la reunión. Uno de los más bonitos de la vía. Como ya nos sucedió en la vía Sendero límite, los largos que más nos gustaron fueron los últimos, los que están después del último jardín.
¡Venga panzas! 

L12, IV, 15m. Corto y sin más preocupación que alguna roca suelta que otra.
 Largo rampeta

Fin de vía después de casi 6h
Camino de bajada hacia la ferrata con Riglos al fondo

Al día siguiente, domingo 20 de septiembre de 2015, tocaba la segunda parte del menú, carrerita por Sabiñánigo. Juanma, Jorge y Tono estaban apuntados a la Puyada a Oturia, 38km y 2000m de desnivel, y yo, mierdecilla, a la Media maratón Puyada. Según los datos de la organización la media tenía una longitud de 21,5 km y un desnivel acumulado de 1000m. Las otras carreras que había corrido eran un poco más cortas 15-18 km, pero de igual desnivel y las había hecho en unas 2h y media. Así que me hice una previsión de intentar terminar ésta en menos de 3h. El GPS de Nike+ me marcó al final una distancia de 24,8 km e hice un tiempo de 3h22'35'', es decir casi media hora más de lo que yo me había imaginado. Toma bofetón.
A pesar del bajón que me supuso alejarme tanto de los pronósticos, me encantó la carrera. El primer tercio,  hasta Santa Engracia y luego hasta cruzar el río, discurre a lo largo de un cómodo sendero por un precioso bosque. Además volver a pasar por alguno de los tramos por donde discurre la Osán me hizo mucha ilusión. A partir de aquí vienen los peores kilómetros ya que se realizan por asfalto y la bajada de nuevo al río es incómoda, por un sendero que va y vuelve, que aparece y desaparece y que cuesta un poco seguir. Y por último quedaba la guinda final de la que ya estaba advertido: una dura subida. Cada repecho que atravesaba me hacía la ilusión que era la esperada trampa, y siempre había otro repechín, y otro, hasta que nos adentramos en el bosque por terreno cómodo y llano y en mitad de la nada aparece un voluntario que te señala inmisericorde un sendero de fuerte pendiente. Lo poco que me quedaba de reserva en las piernas se quedó en esa cuesta que se me hizo eterna, más de 100 m de desnivel y 2 km de longitud. Una vez terminada  ya solo quedaba lo peor, llegar a meta.



 Nada más salir de Sabiñánigo, aún había fuerzas para correr
 Juanjo cruzando el río por primera vez
Jorge llegando a meta después de haberlo dado todo