lunes, 7 de diciembre de 2015

Último finde activo de la temporada

Pista desde Murillo del Gállego con Peña Rueba al fondo 
y el recorrido aproximado de la vía

Y última entrada para ponerme al día antes de que se acabe el año. Esta vez mi pereza se ha pasado tres pueblos y ha permitido que una actividad de septiembre duerma tres meses en el limbo. Snif.
El plan era un combo escalada sábado + carrera domingo como siempre, pero esta vez se nos fue un poco de las manos. La vía Lorenzo Ortas no tiene nada que ver con el resto de vías en Peña Ruaba o en otras paredes que habíamos escalado últimamente en este tipo de findes. Esta es mucho más exigente, con muchos largos de 6b o superiores, y acabamos ligeramente cansados.
Croquis sacada de la web de hijosdelaroca

L1+L2, (6b+6a), 15+20m. La vía comienza muy cerca de la Sendero límite, pero se distingue fácilmente por las ya famosas chapas verdes pintadas con spray y sobretodo por la placa con su nombre. El reparto de palitos sonrió a Tono y le tocó a él empezar a pelearse con el bloque de entrada en un bombo de agarres pequeños. El resto de este primer y corto largo no tiene más dificultades y Tono decidió alargarlo empalmándolo con el siguiente, 6a, un muro vertical de presa pequeña, quedando un potente largo de 35m.
 Tono lanzándose a por la vía
Apretando en el paso duro del largo 
El abuelo contento de haber pasado lo peor de la placa del L2

L3, 6b+, 35m. Comienza con un ligero desplome que promete cacho a saco. Sin embargo, enseguida me doy cuenta del error: a 5-6 m de la reunión está el paso clave, donde los bolos gordos son planos y no consigo sacarlo. El resto del largo se endereza y a pesar de la petada inútil de brazos, se deja hacer.
 El abuelo en el paso clave del largo
Tono saliendo de él silbando

L4, 6c, 35m. Largo y duro. El paso duro, que no nos salió a ninguno de los dos, es una panza que empieza con un invertido que te pega al desplome y a ciegas tienes que buscar algo que te permita subirte encima de la panza. Ni a ciegas ni colgados del parabolt conseguimos encontrar algo a lo que pudiéramos llamar un agarre. El largo no termina ahí, sigue muchos metros más por más panzas duras, pero asequibles.
Comienzo del largo 
 Tono estudiando y requetestudiando la panza clave
 Tono llegando a la reunión de este larguísimo largo
El abuelo en mitad del patio del L4

L5, V+, 35m. Largo de relax donde lo más duro está al comienzo. Luego se llega a una enorme repisa donde se cruzan nuestra vía con la Sendero límite que va hacia la izquierda. La nuestra sigue recta hacia arriba siguiendo las chapas verdes.
Tono siguiendo la hilera de chapas verdes

L6. Largo de transición. Hay que atravesar un jardín hasta alcanzar de nuevo la pared. Aunque no hay dificultad, la roca está muy suelta y preferimos hacer estos metros encordados.
 Tono saliendo de la reunión para llegar al jardín
Un grupo de ovejas que lleva acampado en este jardín desde vete a saber cuándo 
y que es el responsable de la lluvia de piedras a primera hora de la mañana. 
Luego se meten debajo del árbol a dormir la siesta y ya no molestan. 
Es un misterio cómo han podido llegar a un lugar tan escarpado y 
cómo sobreviven sin agua a su alrededor.

L7, 6a, 30m. Largo vertical que empieza con una travesía hacia la derecha, luego se endereza siguiendo un diedro muy roto y termina en una placa hasta la reunión. Mantenido.
Travesía de comienzo del largo 
 Tono a la salida del diedro rotiñán
Tono abusando de los pocos cazos del largo

L8, 6a+, 30m. Largo vertical y continuo.


L9. Segundo largo de transición que atraviesa el segundo jardín.
Vistas del río Gállego

L10, 6a, 50m. Corto comienzo vertical, pero enseguida tira hacia la izquierda.
 Señalización de la reunión
Comienzo del largo...
... y final, al fondo los mallos de Agüero

L11, 6b, 30m. Largo mantenido sobre roca estupenda. Una dura sucesión de panzas hasta la reunión. Uno de los más bonitos de la vía. Como ya nos sucedió en la vía Sendero límite, los largos que más nos gustaron fueron los últimos, los que están después del último jardín.
¡Venga panzas! 

L12, IV, 15m. Corto y sin más preocupación que alguna roca suelta que otra.
 Largo rampeta

Fin de vía después de casi 6h
Camino de bajada hacia la ferrata con Riglos al fondo

Al día siguiente, domingo 20 de septiembre de 2015, tocaba la segunda parte del menú, carrerita por Sabiñánigo. Juanma, Jorge y Tono estaban apuntados a la Puyada a Oturia, 38km y 2000m de desnivel, y yo, mierdecilla, a la Media maratón Puyada. Según los datos de la organización la media tenía una longitud de 21,5 km y un desnivel acumulado de 1000m. Las otras carreras que había corrido eran un poco más cortas 15-18 km, pero de igual desnivel y las había hecho en unas 2h y media. Así que me hice una previsión de intentar terminar ésta en menos de 3h. El GPS de Nike+ me marcó al final una distancia de 24,8 km e hice un tiempo de 3h22'35'', es decir casi media hora más de lo que yo me había imaginado. Toma bofetón.
A pesar del bajón que me supuso alejarme tanto de los pronósticos, me encantó la carrera. El primer tercio,  hasta Santa Engracia y luego hasta cruzar el río, discurre a lo largo de un cómodo sendero por un precioso bosque. Además volver a pasar por alguno de los tramos por donde discurre la Osán me hizo mucha ilusión. A partir de aquí vienen los peores kilómetros ya que se realizan por asfalto y la bajada de nuevo al río es incómoda, por un sendero que va y vuelve, que aparece y desaparece y que cuesta un poco seguir. Y por último quedaba la guinda final de la que ya estaba advertido: una dura subida. Cada repecho que atravesaba me hacía la ilusión que era la esperada trampa, y siempre había otro repechín, y otro, hasta que nos adentramos en el bosque por terreno cómodo y llano y en mitad de la nada aparece un voluntario que te señala inmisericorde un sendero de fuerte pendiente. Lo poco que me quedaba de reserva en las piernas se quedó en esa cuesta que se me hizo eterna, más de 100 m de desnivel y 2 km de longitud. Una vez terminada  ya solo quedaba lo peor, llegar a meta.



 Nada más salir de Sabiñánigo, aún había fuerzas para correr
 Juanjo cruzando el río por primera vez
Jorge llegando a meta después de haberlo dado todo

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