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domingo, 5 de octubre de 2014

Dos vías, dos deberes y una maravillosa sorpresa

Vistas de la cuevaca mayor de Somaén, en azulito el regalo del día, y del año

Dos escuelas totalmente distintas, Valdegovía (Álava) y Somaén (Soria), han sido los destinos escaladores del mes de septiembre, y en ambas he encontrado dos recomendaciones estupendas. Primero en Somáen Dani Endedaque me enseñó Rojo atardecer, 7a+, que recorre los desplomes del lateral izquierdo de la cueva mayor hasta llegar a un nicho, y a ella le dedicamos ambos nuestros esfuerzos el domingo 14 de septiembre.
El fin de semana del 20 y 21 de septiembre Tono y Juan tenían un plan cojonuti: escalar el sábado en Valdegovía y correr por las Salinas de Añana el domingo. Yo me acoplé a la escalada del sábado, aproveché para visitar a mis papis en Bilbao y recogí a los dos esforzados corredores el domingo en Vitoria después de la carrera y después de la victoria de Tono. 
Patri hizo de perfecta anfitriona en Valdegovía y calentamos en el sector Kaparrak donde Tono y yo encadenamos Zintzarria, 6b (¡¡¡mi primer encadene en meses!!!!). Ya con la misión cumplida de llevarnos algo a casita, nos dirigimos al sector Jatxo a probar un 7a, sin nombre en la guía, disfrutón, de continuidad y de mucho cacho.
Por supuesto que no estaba para poder acercarme siquiera a encadenar ninguna de esas dos vías, pero ambas eran tan buenas que era la mejor manera para entrenar brazo.

Enfedaque currándose la vía
La cordada del día: Enfedaque y el agüeo, al fondo el comienzo de la vía
 Zelan, Patri, Tono y Juan en las campas de Valdegovía
 Tono abriendo y encadenando Zintzarria
 Patri en la misma vía, siempre escalando con la misma tranquilidad
Tono apretando a muerte en el 7a del sector Jatxo




Aquí tenía que haber terminado esta entrada, pero ayer volví de nuevo a Somaén junto con David y su novia Elena (ella para no aburrirse se fue a dar un paseo por un barranco cercano en busca de setas). Mi intención era clara: seguir entrenando en Rojo atardecer e intentar superar el número de chapas escaladas la vez anterior con Enfedaque. Monté la vía con la caña, dejé la cuerda chapada hasta la 3ª cinta y me preparé a trabajarla. Nada, absolutamente nada, ni los intentos anteriores de septiembre, ni la frustración de las semanas previas por no poder seguir los entrenos de Tono, ni el primer intento del día donde volví a caer a la altura de la 4ª cinta y llegué a la reunión colgándome a descansar en todas las cintas restantes, hacía presagiar el regalo que me ofreció la vía. Pero ayer los astros se alinearon en el segundo intento: llegué a la 5ª cinta, superé un momento de vacilación (una vez cumplido ya el objetivo, ¿me paro ya aquí?), mi cerebro se transformó, se olvidó de todo y se centró únicamente en escalar una presa más, y otra, y otra... En ese frenesí escalador me despisté e improvisé una secuencia de movimientos nueva entre la 6ª y la 7ª cinta y sin darme cuenta estaba ya agarrando el pijo previo a llegar a la reunión. ¿Cómo había podido ocurrir? Esta vez la determinación de acabar la vía borró de un plumazo el inmenso miedo en la llegada a la reunión. Algún día tendré que tumbarme en el diván de un psiquiatra para que me explique de dónde sale esa determinación y a ver si me pone un interruptor para que pueda sacarla cuando yo quiera.
David tuvo un día aún más espectacular y tachó de su libreta Mayumaná, 7b+ y Petabrazos, 7b. ¡Toma titán!
Vistas del coqueto pueblo de Somaén
David en la 2ª vía que utilizamos para calentar
David encadenando Petabrazos, 7b
 Estético paso en la misma vía
David, Elena y el agüelo al finalizar la jornada 

domingo, 7 de octubre de 2012

Ogoño y más, mucho más!!!

 Vistas de la playa de Laga desde la cima del cabo Ogoño,
al fondo Mundaka y más atrás aún, Bermeo
El pasado 15-16 de septiembre me fui a tierras vascas acompañado de Juan y los Rasmias. Hacía tiempo que no disfrutaba de un finde tan completito. Y lo mejor es que fue fruto de la improvisación total: un guasap a toda prisa al final del verano desencadenó todo. Había una oferta para una sidrería en Muskiz, Vizcaya, y había que contestar ya de ya. A partir de aquí se montó el resto, escalada en Ogoño el sábado por la mañana, tarde playera en Laga, la consabida cena sidrera y deportivear el domingo en Valdegovía antes de volver de nuevo a Zaragoza. Una paliza de viaje, una panzada de kilómetros que mereció la pena, sin duda, por muchos motivos.
Ogoño era un objetivo largamente acariciado que no nos defraudó, una cena en una sidrería (aunque sea en una sidrería poco al uso) es algo que no se debe rechazar, especialmente si la compañía es la adecuada, y por último Valdegovía, aunque ya la conocía, no deja de sorprender (esta vez fuimos a un sector muy jugoso, Chorreras, con divertidas entradas de extraplomo y finales verticales con cosa).
 (más)

 Mónica al final del segundo largo en Ogoño
 Disfrutando? de un calor sin agobios en Laga
 Es lo que hace el hambre...
 ... y la sidra
 El sector izquierdo la mesa: Irantzu, Ainara, Mónica, Patri y Juan
 El sector derecho: Jon, Aitziber, Carlos, Vane y Jorge
La extraña sidrería era en realidad el batzoki del pueblo
 El agüelo disfrutando de lo único que se le da bien: el cacho
 La pandilla con la nueva mascota en Valdegovía:
Juan, Mónica, Patri, Irantzu, el agüelo, Vane y Jorge

martes, 10 de mayo de 2011

3ª quedada de "gastro-climbing"


El grupo al completo en las campas de Valparaíso
(el sector más duro de Valdegovía)

La afición a este nuevo estilo de escalada se va imponiendo poco a poco y cada vez tenemos más participantes. Esta vez montamos una mini-invasión aragonesa de Álava. El objetivo era la dura escuela de escalada de Valdegovía. Llegamos el viernes a la noche a Vitoria justo a tiempo para participar en el previo al gastro-climbing. El día siguiente amaneció gris, tanto por la lluvia como por la resaquilla. Nada de esto nos pilló por sorpresa y atacamos al plan B: el rocódromo de Ariznavarra. Una envidia de instalación frente a la pobre representación de rocos públicos de Zaragoza. Ocupa toda la longitud del lateral de un campo de hockey y tiene una altura razonable (8-10 m; los bordillos de Jaulín son más pequeños, por ejemplo). La única pega es que no se puede escalar de primero, pero a los más miedosos no nos importó lo más mínimo. Yo disfruté como un enano probando, y encandenando, alguna de sus vías, a pesar del desánimo generalizado que cundía por todo el grupo: el tiempo pasaba y seguía lloviendo, ¡mira tú! La opción de neutralizar la parrillada para la cena estaba empezando a tomar cuerpo. Pero no hay nada que un buen almuerzo y un poco sol, por fin se dignó a aparecer a media tarde, no arreglen. Cuando estuvimos seguros que la mejoría era estable nos fuimos a comprar y de ahí al parque natural de Valderejo donde hay una preciosa zona preparada para las parrillas. La sidra, el vinito, las chuletas y el pacharán dieron el punto deseado al "gastro-climbing".
Ya solo faltaba conocer Valdegovía. La zona es preciosa, con una campa verde inmensa y una pared extraplomada que asusta sólo de verla. El grado se vende caro y hay muy pocas vías asequibles, es decir, por debajo del 6b, así que tocó sufrir y apretar y apretar sin conseguir nada. Toda una cura de humildad para no volver a quejarme del grado de Jaraba, por ejemplo. Al final terminé agredeciendo el mal tiempo del sábado porque nos salvó de una doble sesión de romas gotas de agua, bidedos y minúsculas regletas.

Preparados para llenar el carro de comidaaaa
En plena parrillado, el corazón del "gastro-climbing"
(pena airecito que corría)


El agüelo apretando en un V+, lo único que encadené
Diego en los metros finales de un 6c