Este finde pasado estuve con los rasmias disfrutando de un par de estupendas escaladas en el Pirineo. Hicimos dos vías totalmente distintas a pesar de ser ambas de varios largos. Una, el Diedro de la Hoz de Jaca, es una vía corta y equipada con parabolts como si fuera una vía de deportiva. La segunda, la Fouquier al Midí d'Ossau es mucho más larga y casi totalmente desequipada. La primera tiene un grado más díficil, V+, que la segunda, IV+. En la primera disfrutamos como enanos y en la segunda vivimos todo tipo de aventurillas (que tendrán que esperar a que vuelva de una nueva tanda de escaladas, esta vez por el sur, snif, a pasar calor; de momento dejo unas pocas fotos).
Fecha: Sábado 30 de julio de 2011
Participantes: Javi y Carla en una cordada y los Rasmias y el agüelo en otra
Dificultad: V+ (V/A0 obligado)
Longitud: 120 m
Material: 15 cintas exprés (la vía está totalmente equipada con parabolts)
Horario: rápeles (1 h), escalada (3 h, Javi y Carla tardaron media hora menos)
Acceso: seguir la carretera del valle hasta llegar al embalse de Búbal donde nos encontraremos una indicación hacia Hoz de Jaca que nos guía a una carretera que después de atravesar la presa nos deja en el pueblo. Al final del pueblo se bifurca el camino y cogemos el de la izquierda y en pocos metros llegamos al mirador donde dejamos el coche, si se puede. El camino nace a la izquierda del mirador, tiene tramos de fuerte pendiente pero está bien asegurado con un par de cuerdas fijas.
Esta estupenda vía es un precioso mirador del embalse de Búbal, en el valle de Tena. Lo tiene todo para disfrutar de una relajada mañana de escalada: está muy bien equipada, le da la sombra hasta pasado el mediodía, las vistas son excelentes, tiene patio pero sin llegar a asustar y la dificultad es asequible. El ambiente se empieza a "disfrutar" ya desde el principio porque es una vía a la que se llega rapelando y el primer rápel tiene mucho, mucho ambiente.
Hay varias posibilidades para rapelar y nosotros lo hicimos en 3: un rápel corto, hasta debajo del techo (hay que columpiarse un poco hacia la izquierda para llegar a la reunión) y dos más hasta el suelo.
En el mirador vimos mucho coche y mucha furgo y nos temimos lo peor: la vía va a estar petada de gente. Bajando hacia los rápeles nos encontramos con una de esas cordadas que estaban saturando la vía: ¡Javi y Carla! ¡Menuda sorpresa! ¡Anda que no es grande el Pirineo para encontrarnos en la misma vía sin avisarnos! Bajamos todos juntos pero nos pegaron una buena lijada subiendo, ja ja.
Yo ya había hecho esta vía con Rubén "bombero" hacia varios años y le pedí a Jorge (porque Vanesa tuvo a bien dejarnos toda la vía para nosotros; lo mismo que le hicimos Beto y yo a Álex este finde en el Diedro Sajuma, ja ja) tirar yo los largos que tiró Rubén de primero en aquella ocasión. No me puso ninguna pega y me adjudiqué el primero y el tercero.
L1 (V+): la primera vez ya me pareció el más durillo y como lo pasé de aquellas maneras me apetecía comprobar si ahora después de tantos años lo escalaba más dignamente. La impresión siguió siendo la misma: durete. Es una fisura que tiene un par de pancitas sin apenas presas para el pie izquierdo. Al final eché mano a un cordino amarillo en la salida de la segunda de ellas, más por canguelitis que por necesidad.
L2 (V+): tiene un comienzo de placa fina con los parabolts muy cerca y luego una sección de bloque con cacho estupenda.
L3 (V/V+): El comienzo tiene un paso tonto, de saber colocarse (menos mal que Jorge me corrigió rápidamente porque yo iba bastante desequilibrado) y luego sigue un diedro vertical con mucha presa (la llegada a la reunión echa un poco para atrás).
L4 (V+): tirada muy corta que la vez anterior tuve que acerarla de cabo a rabo y esta vez no toqué ni uno siquiera de los parabolts (parece que algo mejoramos). Comienza con una bonita bavaresa y luego sigue por una fácil travesía hacía la derecha para salvar el imponente techo y termina por la chimenea inicial hasta el camino. Asusta más de lo que es porque el patio es tremendo.
A la tarde después de despedirnos de Javi y Carla, que seguían camino hacia sus estupendas vacaciones en Córcega, nos dirigimos hacia la siguiente meta: la vía Fouquier al Midí. Los Rasmias ya habían intentado hacía poco subirlo por la ruta normal, pero el mal tiempo se lo había impedido y esa tarde tampoco parecía que fuéramos a tener más suerte. Pero los Rasmias no se llaman así por nada y tiramos hacia Pombie con las mochilas llenas y el ánimo un poco más vacío.
Vanesa más rasmia que nunca se empeñó en subir mi cuerda y claro así pude realizar la subida a Pombie más cómoda que recuerdo. Cuando llegamos al collado de Soum de Pombie ya vimos que los augurios eran por fin buenos y las nubes se empezaban a retirar.
Los alrededores del refu estaban petados de tiendas y ninguno de los dos vivacs buenos estaba libre, así que me busqué un rinconcito mientras los rasmias plantaban su tienda. Cenamos de lujo con un picoteo a base de queso roquefort acompañado de un buen vinito que se habían subido los rasmias (por eso sus mochilas eran tan grandes).
Fecha: domingo 31 de julio de 2011
Participantes: los Rasmias y el agüelo
Dificultad: IV+ (si no te embarcas)
Longitud: 635 m
Horarios: aproximación (algo más de 1 h), escalada (12 h), bajada (5 h).
Material: nosotros llevamos dos juegos de friends y uno de fisureros y usamos casi todo.
El domingo a las 6 de la mañana recibo la furtiva visita de Jorge que me pregunta si salimos ya, entre gruñidos consigo decirle que me deje dormir, que hace mucho frío y se larga corriendo a su tienda sin protestar lo más mínimo. Me levanto después de amanecer y levanto a los rasmias. Tras desayunar y equiparnos nos ponemos a andar a las 8:30. Aún no lo sabíamos pero no volveríamos al catre hasta las 3 de la madrugada, 17 horas y media después.
La Fouquier recorre la cara E del Midí y para llegar al pie de vía salimos por la senda que lleva a su ruta normal. Cuando dejamos atrás el corredor Pombie-Suzon dejamos el camino y tiramos recto hacia arriba por una incómoda pedrera hasta un nevero que aguanta toda la temporada. Lo rodeamos por la derecha, trepeteamos un poco por terreno fácil hasta localizar el primer largo. A las 10 de la mañana, tras echar a suertes con Jorge quién empieza (es la primera vez que me juego el comenzar la escalada, normalmente a Abel no le dejo que ni se lo plantee: tira él sí o sí), Jorge comienza el primero de 16 largos.
Al principio todo va bien, nos intercalamos en los largos, los largos se corresponden con lo que aparece en el croquis, pero a partir del sexto largo todo cambia. El terreno se vuelve más indefinido, mis recuerdos no son tan buenos (como ya había hecho hacía 4 años la vía, los rasmias me dejan el papel de guía indio), confundo un primer muro con la parte final de la pared y nos desviamos en exceso hacia la izquierda en busca de una grieta que parece la chimenea que según recuerdo remata la vía. Jorge decide ponerse al mando de la cordada ya que él va más rápido que yo. Los largos se suceden y el tiempo pasa. Es entonces cuando surge una y otra vez la mítica frase de la película Pulp fiction de Quentin Tarantino: "No nos chupemos aún las pollas". Un largo parecía seguir el croquis y lo hacíamos rápido y parecía que íbamos a conseguir salir con luz de ahí. Al siguiente nos atascamos y empezamos a temernos lo peor. Vamos bebiendo de vez en cuando y comemos algo porque las horas pasan y el cansancio se acumula. Como nos hemos desvíado demasiado a la izquierda superamos el resalte por un punto equivocado y Jorge tiene que superar un difícil paso que desde luego supera el cuarto grado. Definitivamente estábamos metidos en un buen embarque. Llegamos a una amplia feixa y la seguimos hacia la derecha buscando retomar la vía. Por fin llegamos a lo que me parece recordar que es la chimenea final. Vuelve la confianza. A mitad de largo le empiezan a dar calambres a Jorge, de vuelta al pesimismo. Jorge consigue terminar a duras penas el largo y salimos Vanesa y yo. Vanesa lleva todo el día instalada en el puesto que normalmente corresponde al agüelo, es decir, el segundo de cordada, y hace uso de todos sus recién aprendidos trucos, incluido el trepar por la cuerda del tercero, osea, la mía. Pero está muy nerviosa y cansada y sin querer da lugar a alguna situación cómica: ella va delante de mí y en el paso más duro del largo va retirando los friends que había colocado Jorge. Cuando se da cuenta entonces yo no puedo usarlos ya para acerarlos, me dice: "lo siento, agárrate a mi cuerda", je je, como si pudiera saltar 7 metros y tirar de ella. No me queda más remedio que escalar, por Dios, y sacar el paso. El siguiente largo voy yo de primero para intentar dar un descanso a Jorge. El tiempo apremia, son las 21:00 y no quedan muchos minutos de luz. Subo todo lo deprisa que puedo, sin colocar apenas seguros (ummm, ¡qué raro!) y por fin llego al pie de la chimenea final. Monto reunión. Estamos salvados, apenas nos separan un par de decenas de metros del final. Tira Jorge, sube bien, a mitad de largo le oímos decir que la chimenea se acaba, que hay un boquete, que él no se atreve a pasar por ahí y que destrepa. Mierda, de nuevo habíamos empezado a chuparnos las pollas demasiado pronto. Tan cerca y tan lejos. A los pocos segundos le oímos que va a intentar salir de la chimenea directamente hacia arriba y en pocos minutos grita reunión. Je je, esta vez sí, cuando ya casi no nos veíamos ni nuestras propias narices salimos de la vía, son las 22:10.
Ya no hay prisas. Ya hemos terminado de escalar. Nos quitamos los gatos, recogemos las cuerdas y con las frontales encendidas buscamos en la oscuridad el camino de bajada. La idea era llegar a la cima para coger allí el comienzo del camino de bajada, pero a los pocos minutos de empezar a andar descubrimos un hito, marcas de sendero, y pronto más hitos. Tantos hitos no podían estar para indicar un camino de escaladores, tenía que ser la ruta normal. Dejamos de subir y tiramos sendero abajo con la esperanza de que ése fuera el camino de bajada. Bajamos despacio, no queremos perder las trazas del sendero. Una frontal nos observa durante un buen rato desde el sendero del collado, en el suelo. Su luz nos sirve de orientación. Por fin encontramos la cruz de hierro que indica el comienzo de las 3 chimeneas de la ruta normal. Es definitivo: estamos en el buen camino. Buscar a tientas y con la luz de dos frontales, la mía se quedó sin pilas al poco de encenderla (me olvidé las pilas de repuesto en el coche, ahí donde hacen falta, sí señor), las reuniones parar rapelar no es fácil, pero ya era cuestión de tiempo. El peligro de perderse se había terminado. Hicimos 4 rápeles y después de 4 h de terminar de escalar por fin pisamos tierra firme. En una hora más llegamos a los sacos. Sorprendentemente no soy el que más cansado está, algo está cambiando.
Al día siguiente nos regalamos un desayuno generoso, disfrutamos de la tranquilidad del paisaje a ras de suelo y sin prisas recogemos el campamento de vuelta a casa.
La vía no se nos fue de las manos por dificultad técnica, ni física, sino por longitud. No tenemos aún la suficiente rapidez para una vía desequipada tan largo donde hay que buscar constantemente emplazamientos para los seguros, montar reuniones o buscar el recorrido de la vía en un terreno indefinido.
_________________________________
Actividad: Diedro de la Hoz de Jaca
Fecha: Sábado 30 de julio de 2011
Participantes: Javi y Carla en una cordada y los Rasmias y el agüelo en otra
Dificultad: V+ (V/A0 obligado)
Longitud: 120 m
Material: 15 cintas exprés (la vía está totalmente equipada con parabolts)
Horario: rápeles (1 h), escalada (3 h, Javi y Carla tardaron media hora menos)
Acceso: seguir la carretera del valle hasta llegar al embalse de Búbal donde nos encontraremos una indicación hacia Hoz de Jaca que nos guía a una carretera que después de atravesar la presa nos deja en el pueblo. Al final del pueblo se bifurca el camino y cogemos el de la izquierda y en pocos metros llegamos al mirador donde dejamos el coche, si se puede. El camino nace a la izquierda del mirador, tiene tramos de fuerte pendiente pero está bien asegurado con un par de cuerdas fijas.
_________________________________
Esta estupenda vía es un precioso mirador del embalse de Búbal, en el valle de Tena. Lo tiene todo para disfrutar de una relajada mañana de escalada: está muy bien equipada, le da la sombra hasta pasado el mediodía, las vistas son excelentes, tiene patio pero sin llegar a asustar y la dificultad es asequible. El ambiente se empieza a "disfrutar" ya desde el principio porque es una vía a la que se llega rapelando y el primer rápel tiene mucho, mucho ambiente.
Hay varias posibilidades para rapelar y nosotros lo hicimos en 3: un rápel corto, hasta debajo del techo (hay que columpiarse un poco hacia la izquierda para llegar a la reunión) y dos más hasta el suelo.
En el mirador vimos mucho coche y mucha furgo y nos temimos lo peor: la vía va a estar petada de gente. Bajando hacia los rápeles nos encontramos con una de esas cordadas que estaban saturando la vía: ¡Javi y Carla! ¡Menuda sorpresa! ¡Anda que no es grande el Pirineo para encontrarnos en la misma vía sin avisarnos! Bajamos todos juntos pero nos pegaron una buena lijada subiendo, ja ja.
Yo ya había hecho esta vía con Rubén "bombero" hacia varios años y le pedí a Jorge (porque Vanesa tuvo a bien dejarnos toda la vía para nosotros; lo mismo que le hicimos Beto y yo a Álex este finde en el Diedro Sajuma, ja ja) tirar yo los largos que tiró Rubén de primero en aquella ocasión. No me puso ninguna pega y me adjudiqué el primero y el tercero.
L1 (V+): la primera vez ya me pareció el más durillo y como lo pasé de aquellas maneras me apetecía comprobar si ahora después de tantos años lo escalaba más dignamente. La impresión siguió siendo la misma: durete. Es una fisura que tiene un par de pancitas sin apenas presas para el pie izquierdo. Al final eché mano a un cordino amarillo en la salida de la segunda de ellas, más por canguelitis que por necesidad.
L2 (V+): tiene un comienzo de placa fina con los parabolts muy cerca y luego una sección de bloque con cacho estupenda.
L3 (V/V+): El comienzo tiene un paso tonto, de saber colocarse (menos mal que Jorge me corrigió rápidamente porque yo iba bastante desequilibrado) y luego sigue un diedro vertical con mucha presa (la llegada a la reunión echa un poco para atrás).
L4 (V+): tirada muy corta que la vez anterior tuve que acerarla de cabo a rabo y esta vez no toqué ni uno siquiera de los parabolts (parece que algo mejoramos). Comienza con una bonita bavaresa y luego sigue por una fácil travesía hacía la derecha para salvar el imponente techo y termina por la chimenea inicial hasta el camino. Asusta más de lo que es porque el patio es tremendo.
Croquis del Diedro de la Hoz de Jaca sacado de la web de Korkuerika
El diedro y al fondo la Sierra de Tendeñera
Carla y Javi en el comienzo de la vía,
con el pantano de Búbal a sus pies y
la sierra de Partacúa al fondo
Carla en el primer rápel
El problema de esta vía: la línea de rápeles discurre por la misma vía
y hay que tener cuidado con las cordadas que vienen por abajo.
Ambienteee!!! Y por aquí hay que subir luego??
Vanesa en el segundo punto de rápel (R3 de subida)
Carla y Javi en el comienzo de la vía,
con el pantano de Búbal a sus pies y
la sierra de Partacúa al fondo
Carla en el primer rápel
El problema de esta vía: la línea de rápeles discurre por la misma vía
y hay que tener cuidado con las cordadas que vienen por abajo.
Ambienteee!!! Y por aquí hay que subir luego??
Vanesa en el segundo punto de rápel (R3 de subida)
Jorge apretando en la llegada a la R1
Jorge en la fina placa del comienzo del L2
Vanesa en el mismo punto, ¡GLUPS!
El agüelo a pocos metros de llegar a la R2.
"Ummm, a ver qué era esto de una bicicleta..."
El agüelo al comienzo del largo 3
Jorge disfrutando del precioso diedro del L3
Jorge en la fina placa del comienzo del L2
Vanesa en el mismo punto, ¡GLUPS!
El agüelo a pocos metros de llegar a la R2.
"Ummm, a ver qué era esto de una bicicleta..."
El agüelo al comienzo del largo 3
Jorge disfrutando del precioso diedro del L3
De charreta en el mirador. Javi y Carla nos trataron tan bien
que nos invitaron a embutido, quesito y cervezas frías:
¡estos sí son amigos!
que nos invitaron a embutido, quesito y cervezas frías:
¡estos sí son amigos!
A la tarde después de despedirnos de Javi y Carla, que seguían camino hacia sus estupendas vacaciones en Córcega, nos dirigimos hacia la siguiente meta: la vía Fouquier al Midí. Los Rasmias ya habían intentado hacía poco subirlo por la ruta normal, pero el mal tiempo se lo había impedido y esa tarde tampoco parecía que fuéramos a tener más suerte. Pero los Rasmias no se llaman así por nada y tiramos hacia Pombie con las mochilas llenas y el ánimo un poco más vacío.
Vanesa más rasmia que nunca se empeñó en subir mi cuerda y claro así pude realizar la subida a Pombie más cómoda que recuerdo. Cuando llegamos al collado de Soum de Pombie ya vimos que los augurios eran por fin buenos y las nubes se empezaban a retirar.
Los alrededores del refu estaban petados de tiendas y ninguno de los dos vivacs buenos estaba libre, así que me busqué un rinconcito mientras los rasmias plantaban su tienda. Cenamos de lujo con un picoteo a base de queso roquefort acompañado de un buen vinito que se habían subido los rasmias (por eso sus mochilas eran tan grandes).
_________________________________
Actividad: vía Fouquier al Midí d'Osau
Fecha: domingo 31 de julio de 2011
Participantes: los Rasmias y el agüelo
Dificultad: IV+ (si no te embarcas)
Longitud: 635 m
Horarios: aproximación (algo más de 1 h), escalada (12 h), bajada (5 h).
Material: nosotros llevamos dos juegos de friends y uno de fisureros y usamos casi todo.
_________________________________
El domingo a las 6 de la mañana recibo la furtiva visita de Jorge que me pregunta si salimos ya, entre gruñidos consigo decirle que me deje dormir, que hace mucho frío y se larga corriendo a su tienda sin protestar lo más mínimo. Me levanto después de amanecer y levanto a los rasmias. Tras desayunar y equiparnos nos ponemos a andar a las 8:30. Aún no lo sabíamos pero no volveríamos al catre hasta las 3 de la madrugada, 17 horas y media después.
La Fouquier recorre la cara E del Midí y para llegar al pie de vía salimos por la senda que lleva a su ruta normal. Cuando dejamos atrás el corredor Pombie-Suzon dejamos el camino y tiramos recto hacia arriba por una incómoda pedrera hasta un nevero que aguanta toda la temporada. Lo rodeamos por la derecha, trepeteamos un poco por terreno fácil hasta localizar el primer largo. A las 10 de la mañana, tras echar a suertes con Jorge quién empieza (es la primera vez que me juego el comenzar la escalada, normalmente a Abel no le dejo que ni se lo plantee: tira él sí o sí), Jorge comienza el primero de 16 largos.
Al principio todo va bien, nos intercalamos en los largos, los largos se corresponden con lo que aparece en el croquis, pero a partir del sexto largo todo cambia. El terreno se vuelve más indefinido, mis recuerdos no son tan buenos (como ya había hecho hacía 4 años la vía, los rasmias me dejan el papel de guía indio), confundo un primer muro con la parte final de la pared y nos desviamos en exceso hacia la izquierda en busca de una grieta que parece la chimenea que según recuerdo remata la vía. Jorge decide ponerse al mando de la cordada ya que él va más rápido que yo. Los largos se suceden y el tiempo pasa. Es entonces cuando surge una y otra vez la mítica frase de la película Pulp fiction de Quentin Tarantino: "No nos chupemos aún las pollas". Un largo parecía seguir el croquis y lo hacíamos rápido y parecía que íbamos a conseguir salir con luz de ahí. Al siguiente nos atascamos y empezamos a temernos lo peor. Vamos bebiendo de vez en cuando y comemos algo porque las horas pasan y el cansancio se acumula. Como nos hemos desvíado demasiado a la izquierda superamos el resalte por un punto equivocado y Jorge tiene que superar un difícil paso que desde luego supera el cuarto grado. Definitivamente estábamos metidos en un buen embarque. Llegamos a una amplia feixa y la seguimos hacia la derecha buscando retomar la vía. Por fin llegamos a lo que me parece recordar que es la chimenea final. Vuelve la confianza. A mitad de largo le empiezan a dar calambres a Jorge, de vuelta al pesimismo. Jorge consigue terminar a duras penas el largo y salimos Vanesa y yo. Vanesa lleva todo el día instalada en el puesto que normalmente corresponde al agüelo, es decir, el segundo de cordada, y hace uso de todos sus recién aprendidos trucos, incluido el trepar por la cuerda del tercero, osea, la mía. Pero está muy nerviosa y cansada y sin querer da lugar a alguna situación cómica: ella va delante de mí y en el paso más duro del largo va retirando los friends que había colocado Jorge. Cuando se da cuenta entonces yo no puedo usarlos ya para acerarlos, me dice: "lo siento, agárrate a mi cuerda", je je, como si pudiera saltar 7 metros y tirar de ella. No me queda más remedio que escalar, por Dios, y sacar el paso. El siguiente largo voy yo de primero para intentar dar un descanso a Jorge. El tiempo apremia, son las 21:00 y no quedan muchos minutos de luz. Subo todo lo deprisa que puedo, sin colocar apenas seguros (ummm, ¡qué raro!) y por fin llego al pie de la chimenea final. Monto reunión. Estamos salvados, apenas nos separan un par de decenas de metros del final. Tira Jorge, sube bien, a mitad de largo le oímos decir que la chimenea se acaba, que hay un boquete, que él no se atreve a pasar por ahí y que destrepa. Mierda, de nuevo habíamos empezado a chuparnos las pollas demasiado pronto. Tan cerca y tan lejos. A los pocos segundos le oímos que va a intentar salir de la chimenea directamente hacia arriba y en pocos minutos grita reunión. Je je, esta vez sí, cuando ya casi no nos veíamos ni nuestras propias narices salimos de la vía, son las 22:10.
Ya no hay prisas. Ya hemos terminado de escalar. Nos quitamos los gatos, recogemos las cuerdas y con las frontales encendidas buscamos en la oscuridad el camino de bajada. La idea era llegar a la cima para coger allí el comienzo del camino de bajada, pero a los pocos minutos de empezar a andar descubrimos un hito, marcas de sendero, y pronto más hitos. Tantos hitos no podían estar para indicar un camino de escaladores, tenía que ser la ruta normal. Dejamos de subir y tiramos sendero abajo con la esperanza de que ése fuera el camino de bajada. Bajamos despacio, no queremos perder las trazas del sendero. Una frontal nos observa durante un buen rato desde el sendero del collado, en el suelo. Su luz nos sirve de orientación. Por fin encontramos la cruz de hierro que indica el comienzo de las 3 chimeneas de la ruta normal. Es definitivo: estamos en el buen camino. Buscar a tientas y con la luz de dos frontales, la mía se quedó sin pilas al poco de encenderla (me olvidé las pilas de repuesto en el coche, ahí donde hacen falta, sí señor), las reuniones parar rapelar no es fácil, pero ya era cuestión de tiempo. El peligro de perderse se había terminado. Hicimos 4 rápeles y después de 4 h de terminar de escalar por fin pisamos tierra firme. En una hora más llegamos a los sacos. Sorprendentemente no soy el que más cansado está, algo está cambiando.
Al día siguiente nos regalamos un desayuno generoso, disfrutamos de la tranquilidad del paisaje a ras de suelo y sin prisas recogemos el campamento de vuelta a casa.
La vía no se nos fue de las manos por dificultad técnica, ni física, sino por longitud. No tenemos aún la suficiente rapidez para una vía desequipada tan largo donde hay que buscar constantemente emplazamientos para los seguros, montar reuniones o buscar el recorrido de la vía en un terreno indefinido.
Jorge con toda la pared que nos quedaba todavía por escalar,
y más que no se ve. En rojo la fisura que me engañó y
que nos hizo embarcarnos. El paso está mucho más a la derecha.
El agüelo liderando un largo, el L2, iujuuu!!!
(este hecho excepcional sólo se volvió a repetir 3 veces más)
Los rasmias recuperando el segundo largo.
Aún era tiempo de reír y de disfrutar del sol y la escalada.
Vanesa en la 2ª reunión debajo del diedro:
"¿Y de estos clavos hay que fiarse?"
Jorge abriendo el 3er largo, parece mentira que esa fisura sólo sea de IV+
y más que no se ve. En rojo la fisura que me engañó y
que nos hizo embarcarnos. El paso está mucho más a la derecha.
El agüelo liderando un largo, el L2, iujuuu!!!
(este hecho excepcional sólo se volvió a repetir 3 veces más)
Los rasmias recuperando el segundo largo.
Aún era tiempo de reír y de disfrutar del sol y la escalada.
Vanesa en la 2ª reunión debajo del diedro:
"¿Y de estos clavos hay que fiarse?"
Jorge abriendo el 3er largo, parece mentira que esa fisura sólo sea de IV+
Vanesa y su inseparable sombra escalando
el característico diedro del L3
Jorge en la reunión que montó a la salida del diedro
L4, sobrepitonado que diría Abel
(como apenas tuve que meter seguros lo hice bastante rápido)
Jorge en el L5, el último que creo que seguimos correctamente
En la larga y expuesta travesía (¡con lo que a mí me encantan!)
hacia la derecha del que fue nuestro L6. Aquí las cosas
empezaron a no cuadrar con el croquis.
el característico diedro del L3
Jorge en la reunión que montó a la salida del diedro
L4, sobrepitonado que diría Abel
(como apenas tuve que meter seguros lo hice bastante rápido)
Jorge en el L5, el último que creo que seguimos correctamente
En la larga y expuesta travesía (¡con lo que a mí me encantan!)
hacia la derecha del que fue nuestro L6. Aquí las cosas
empezaron a no cuadrar con el croquis.
La niebla puso un punto más de incertidumbre a la jornada
El paso más duro de la vía lo hizo Jorge aquí para superar este muro intermedio.
Sólo se quejó de lo que le tiraba la cuerda, ¡cómo para no con semejante zeta!
Ambiente exagerado en la travesía que hicimos para salir del muro
Vanesa en la feixa que seguimos hasta retomar la vía
El paso más duro de la vía lo hizo Jorge aquí para superar este muro intermedio.
Sólo se quejó de lo que le tiraba la cuerda, ¡cómo para no con semejante zeta!
Ambiente exagerado en la travesía que hicimos para salir del muro
Vanesa en la feixa que seguimos hasta retomar la vía
Precioso atardecer a falta aún de 3 largos!!!
Jorge en el antepenúltimo largo, el largo de los calambres,
el largo de los friends que no pude acerar
Jorge en el antepenúltimo largo, el largo de los calambres,
el largo de los friends que no pude acerar