Mostrando entradas con la etiqueta hielo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta hielo. Mostrar todas las entradas

lunes, 23 de diciembre de 2013

Poco sol, mucha polea

El señor de Morata en sus dominios bajo la atenta mirada del Moncayo 

Dos actividades muy distintas las de este fin de semana pasado (el sábado escalada en roca en Morata de Jalón y el domingo cascadas en Canal Roya), con algunas características en común: las dos se consideran escalada deportiva dentro de su ámbito, poca aproximación, poco esfuerzo y riesgo pequeño (decir esto de cualquier actividad invernal me da la risa, cuando me recupere de la paliza del domingo y me pueda reír), en las dos apenas vimos el sol, en la nevera de Canal Roya es obligado y en Morata de Jalón opcional y desagradable, y en las dos me colgué como un chorizo de la cuerda.
En Morata de Jalón dimos una vuelta de tuerca más a la tónica plaquera invernal (esperad a que llegue la primavera y ya veréis quién me saca de Rodellar, ya) y nos metimos a darle pegues a Lolailos, 6c, de purita placa. 
Y el domingo, después de casi 3 años sin hacer nada de escalada invernal, por fin, vuelvo a disfrutar de las sensaciones del hielo. Parece mentira que esta actividad, las cascadas de hielo, fuera con la que me inicié en la escalada mediante un cursillo en el que conocí a Rubén. Con él y con Ana coincidimos Tono y yo en las cascadas de Canal Roya, así que la jornada fue redonda: reencuentro con viejas aficiones y amigos, estreno de Tono en la escalada de hielo, un tiempo cojonuti y unos cuantos metros escalados a pesar de la masificación de la zona, a la que nosotros contribuimos también. 

 Un poco de postureo de Abel en Fernanderas, 6b+
 Muchos fueron los que la intentaron...
... y sólo Tono se llevó Lolailos
 Las duras condiciones, aire y nubes, no ayudaron a motivarse a Ana y Vanesa
El agüelo choriceando también en Fernanderas 
El grupo choricero al completo al final del día
 Súper Tono y el agüelo con el Anayet al fondo
 Tonitopower probando la adicción al hielo en Ópera prima,
el sector Almendro del hielo según él
 El agüelo y el Anayet: no sé quién es más viejuno
 El agüelo dándole al postureo en un resalte vertical de Ópera prima
Choriceando todos en Enajenación mental:
Rubén, el agüelo y Ana
 El agüelo terminando, por fin, el tramo vertical
Rubén, Tono, Ana y el agüelo abandonando los últimos Canal Roya,
¡ni que fuera un bar!

viernes, 31 de diciembre de 2010

Paseo por Barrosa

Vistas del fondo del valle de Barrosa
Casi un año después de mi primera visita a este precioso valle, volvemos para intentar de nuevo la cascada Océano Pacífico. Y de nuevo... nos volvemos con las manos casi vacías. Las cascadas estaban justitas de hielo y además estaban chorreando más o menos agua debido al escaso frío que hacía. Después de una breve discusión nos decidimos por intentar otro año más la Espluca. El primer largo estaba en perfectas condiciones, pero el segundo, también formado, era una pequeña ducha por lo que después de intentarlo rapelamos y estuvimos haciendo el primer largo un par de veces en polea, aprovechando que la primera reunión estaba protegida por dos parabolts (alguien había repuesto el parabolt que fue arrancado el año pasado). Probé por primera vez a subir sin dragoneras y para mi sorpresa subí mucho más relajado y descansado que con ellas. Al no tenerlas podía soltar fácilmente los piolets y relajar los brazos cuando quería. Como si estuviera en el panel. Los descansé más de esta forma que colgándome de los tornillos.
Pasada la una del mediodía recogimos todo y bajamos hasta el coche, mientras no paraban de subir excursionistas a disfrutar de un agradabel día de sol y nieve, y nos dio tiempo para poder comer tranquilamente en La Fuen, en el pueblo de Parzán. Un saludable menú a base de garbanzos y carne. Aprovechamos el final de la tarde visitando el outlet de Barrabés en Huesca y llegamos a Zaragoza mucho antes de cenar: todo un lujo comparando con actividades anteriores.
Se nota que esta actividad no fue tan exigente. Pero, ¿en qué momento he perdido el norte? ¿Cómo puedo considerar una actividad invernal de 4-5 h una salida de "cámpin y playa"? Ah, estas malas compañías!!!!!
¡¡¡¡FELIZ AÑO A TODOS!!!

Vistas del sector final de cascadas
Vista de Espluca, en la imagen dos vascos que la subieron después que nosotros
Condiciones de Océano Pacífico

_________________________________
Actividad: Cascada Espluca (Barrosa)
Cordada: Beto, Abel y agüelo
Fecha: 30 de diciembre de 2010
Dificultad: como en todas las cascadas: variable. En las guías marca 3+, pero nosotros encontramos en el primer largo tramos a 80-85º, osea, 4-4+.
Acceso: Por la carretera del valle de Bielsa en dirección al túnel, a los pocos metros pasada la antigua aduana se encuentra el comienzo de la pista.
Aproximación: 1 h y media (Beto se tomaba a broma que fuéramos a tardar tanto, pero sí, así de lento va el abuelo), al principio por una amplia pista (están cerradas con cinta los desvíos que no hay que tomar) y luego por sendero hasta colocarse debajo de las casacadas y entonces se sube directamente por los conos de avanlancha que nos conducen a ellas.
_________________________________

Abel abriendo el primer largo de Espluca
Beto, todo un clásico: casco clásico, peto clásico, botas clásicas
El agüelo probando los eclimb de Beto
Beto protegiéndose como podía de la "lluvia" en el 2º largo
Abel e Iñaki en la primera reunión viendo cómo se empapaba Beto
Los 3 en la primera reunión

sábado, 6 de marzo de 2010

Historia d'eau III, 4 (300 m)

Cascada la Historia del agua
Miles de planes y un solo día para hacerlos. Así son todos los días previos a los fines de semana: llamadas al móvil, correos electrónicos... ir y venir de objetivos, de compañeros de cordada, de valles. Y este puente de la Cincomarzada no iba a ser menos: primero Telera, al final Izas; primero Javi Pérez, dos hermanos Galve, Guillermo, Abel y yo, luego Guillermo no viene y más tarde Javi Pérez invita a otro Javi; primero la Colgada, al final La Historia del Agua...
Izas es uno de los mejores valles del Pirineo español para practicar la escalada en hielo. No tiene un gran números de cascadas, pero todas tienen más de un largo, las hay de todas las dificultades (desde la más fácil, Ruta Jacobea, hasta los 60 m totalmente verticales de la Colgada), y todas de gran belleza. La Historia del Agua es, sin duda, la más apetecida por la mayoría de los escaladores: no es fácil encontrar una cascada de su longitud (algo más de 300 m), ni tan variada (combina pasos sumamente estrechos con amplias cortinas de hielo, como la famosísima autopista visible desde muchos puntos de los valles vecinos).
Para conocer el acceso y la distribución de las principales
cascadas del valle de Izas, ver post anterior
Javi Pérez y los dos Galve, Javi y Chema, salen por un lado a primeras horas de la tarde del jueves, mientras que Abel queda en recogerme sobre las 8. Íbamos a dormir a la casa que los Galve tienen en Villanúa y como no tenía más datos y temiéndome lo peor cargué con un colchón de gomaespuma, una almohada, comida para cenar, hornillo... Nada de todo eso hizo falta, su casa no es como sus vivacs: dormimos en cama y nos invitaron a cenar y a cervezas. Todo un lujo.
Nos levantamos a las 6 de la mañana Abel, los dos Galve y yo, para intentar llegar los primeros a las cascadas y que no nos pisaran las vías. Y lo conseguimos. Javi Pérez había quedado con su amigo a las 8 y se evitó el madrugón. Enseguida llegamos al puente donde empieza la subida de la pista y tuvimos la primera sorpresa: no había ni nieve ni coches (si hubiéramos visto muchos coches malo, como no vimos ninguno malo también). A pesar de todo no pudimos llegar en coche hasta el collado porque en la última curva había todavía gran cantidad de nieve acumulada. Nos calzamos, nos echamos las mochis y subimos en 5 minutos al collado: ahí tampoco había coches ni apenas nieve, malo, malo. Temiéndonos lo peor, que íbamos a darnos un breve paseo matutino sin poder pinchar en hielo, empezamos la aproximación. En apenas 1 h llegamos al llano donde se encuentran todas las cascadas. No había nadie. Echamos un vistazo a las cascadas: Abel quería escalar la Colgada y los Galve la Historia del agua. En seguida desechamos nuestra primera idea de darle a la Colgada: la subida de temperaturas de la semana anterior ha hecho mella en todas y se les ve escasas de hielo. Nos acercamos los 4 a la Historia del agua. Nada invitaba al optimismo: el primer largo se veía escaso, resquebrajado y hueco, Abel se había dejado en el coche todas las capas de abrigo: forro polar gorda y chaqueta de gore-tex... Los Galve no lo ven claro y todos le dejamos hacer a Abel. Empezamos a las 9 am.
L1: un cono de aproximadamente 50 m y fuerte inclinación 75-80º. Hay una reunión con paraboles a la derecha. Abel sube sin problemas y le sigo. Los otros dos Javi llegan y se nos unen. Los Galve vista la calidad del hielo y la cantidad de cordadas que nos íbamos a juntar se cambian a la Ruta Jacobea.
L2: comienza con un estrechamiento de 5-6 m de longitud de aproximadamente 70º que termina en una fácil pendiente que gira a la izquierda. Este largo me iba a tocar a mí, pero la salida estaba rota, apenas había un hilillo de hielo a la izquierda y le vuelve a tocar a Abel probar suerte. Este fue el punto de inflexión del día: Abel lo atacó con fe, pero estuvo a un tris de bajarse y ahí hubiera terminado nuestra excursión. Sin embargo, no cedió, buscó soluciones (colocó un clavo más que precario que le dio el puntito de decisión que necesitaba), superó el paso y terminó sin más dificultades el largo. Montó reunión en el primer emplazamiento que vio, pero me encontré dos más arriba en los primeros metros del L3 que hubieran permitido llegar a la R4 sin tener que salir a ensamble.
L3: el escudo. Comienza con una asequible pendiente, en cuyo lado izquierdo encontré dos reuniones de clavos, hasta una evidente bifurcación producida por un bloque vertical de roca y que termina al comienzo de un estrechamiento donde hay montada una reunión con clavos. Abel me invitó a ir de primero en este largo ya que yo lo había hecho ya la anterior ocasión. No pude negarme, pero no las tenía todas conmigo. Salí sin ninguna convicción y a pesar de no necesitarlo todavía me paré en el primer tornillo que puse y en las dos reuniones de clavos siguientes. Me paraba a descansar y a mirar con recelo lo que me esperaba: un muro durillo a 80-85º que me parecía interminable. Elegí el ramal de la izquierda. Pronto la fuerte inclinación hizo que tuviera que colgarme de cada tornillo para descansar de verdad. Y cada vez que miraba hacia arriba pensaba que no lo iba a lograr. Pero tenía a los dos Javis y a Abel mirándome y esperándome, así que volvía a salir y repetía el mismo ritual: escalaba 4-5 m hasta parar de nuevo, me colgaba de los piolets mientras metía el tornillo y a continuación me colgaba del tornillo para terminar de recuperar el aliento. Eso no es escalar ni es ná, es subir a gatas. Así llegué hasta el final del escudo, Abel me animaba diciendo que ahora iba a poder ir mejor porque la pendiente disminuía mucho. Y así fue, pero ahí me encontré un nuevo socavón, el agua que corría por debajo de la cascada había abierto un enorme agujero y evidenciaba el enorme hueco que separaba al hielo de la roca en ese tramo. Demasiado tarde para bajarme o para pedir sopitas a Abel. Procuré no pensar dónde había puesto el último tornillo y empecé a evaluar el mejor sitio por donde pasar. Muy a mi pesar tuve que dejar mi sutil estilo de darle hostias al hielo hasta hundir el piolet hasta la cruz y procuré no machacar demasiado el poco hielo que había. Comencé a escalar y me subí sobre un pequeño promontorio que cedió bajo mi pie: no era hielo, sino nieve dura. Seguí subiendo para no dar tiempo a que el miedo me paralizara, pero la cuerda se había terminado y Abel tuvo que salir unos pocos metros a ensamble para permitir que yo llegara hasta la reunión, a la que veía justo por encima de mi cabeza como una salvación que no llegaba nunca. Superado el boquete sólo quedaban unos pocos metros por una fuerte pendiente de nieve profunda que intenté subir deprisa, pero la cuerda me tiraba. Estiraba la mano y casi podía tocar la reunión. Tiré con fuerza para poder estirar la cuerda y por fin pude agarrar el cintajo. Una vez atado a la reunión y comenzar a asegurar a Abel me permití el lujo de mirar hacia abajo y ver el aleje que me había dado.
L4: los 6-8 m del estrechamiento terminan en una inclinada campa de nieve que te deja a pie de la autopista. Abel salió rapido porque la reunión no es muy amplia y quería dejar sitio a la cordada de los dos Javis. No subió toda la campa, sino que montó reunión en una roca a mitad de camino.
L5: terminé yo los 20-30 m que quedaba hasta la autopista. Monté reunión con un tornillo y mis piolets y subió Abel.
L6: la autopista es un enorme muro de hielo azul, anchísimo, de fuerte pendiente 85º con algún resalte más vertical. Abel enseguida se puso al tajo y escaló toda la longitud de la cuerda con facilidad. Montó reunión en el hielo con 3 tornillos porque sabía que luego iba el agüelo y había muchas opciones de que se colgara de las cuerdas. Además puso casi todos los tornillos suficientemente cerca para que pudiera llegar a ellos sin tener que realizar paradas intermedias. Aún no había llegado yo hasta donde me aseguraba Abel y ya habían terminado ese largo los dos Javis. Eso es velocidad.
L7: ya sólo quedaba un pequeño resalte y una suave pendiente a veces en hielo a veces con nieve. Abel me ofreció tirarle de primero, pero yo hacía rato que había llegado a la reserva y no quería arriesgarme. Los 40 m que había previsto a ojo Abel se convirtieron en casi 60 y la salida final deparó un nuevo momento de estrés: otro enorme agujero que casi atravesaba todo el paso. Javi Pérez lo atacó primero y lo aseguró con un clavo a la izquierda y un cintajo en un pinito a la derecha. Para terminar de complicar la jugada, por encima del agujero no había hielo, sino nieve blanda que no permitía enganchar los piolets.
Yo llegué a la última reunión a las 4 de la tarde, así que me costó 7h!!!! superar los 300 m de hielo de la vía. Esa es la velocidad de crucero del agüelo subiendo a gatas. Todo un récord. Quizá es demasiada cascada para mí, me falta resistencia. Y cuanto más cansado estaba peor escalaba: hacía algunos pasos bien, pero a medida que aumentaba el cansancio me preocupaba más de los piolets que de los pies, golpeaba (especialmente con la mano derecha) 3 o 4 veces en cada ocasión hasta que consideraba que el piolet estaba firmemente asentado y todo ese sobre esfuerzo hacía que aún me cansara más. Aún así no terminé ni con los gemelos ni con los brazos machacados: los descansos colgado de los piolets surtieron efecto. Me gusta escalar en hielo y cuando estoy muy cansado ya no escalo, sólo subo. La historia del agua es una cascada estupenda, pero hay que reconocer que es demasiado grande para mí. Si quiero disfrutar tendré que buscar cosas más pequeñas.
Una vez terminada la escalada subimos por la pendiente nevada hasta una zona más cómoda y recogimos las cuerdas y continuamos por la izquierda hacia la cabaña de Iserías porque visto el hielo precario que habíamos escalado no queríamos rapelar la vía. De la cabaña descendimos poco a poco haciendo una larga diagonal hacia la derecha a través de una fuerte pendiente y esquivamos así el imponente murallón rocoso donde está colocada la cabaña. En el circo de abajo cruzamos una enorme colada de un alud reciente y bajamos casi hasta el barranco para volver al pie de vía a por las mochilas. Allí nos esperaban los Galve que habían terminado su vía mucho antes que nosotros. Llegamos al coche a las 7 menos cuarto, así que nuestra actividad había durado 11:30 h.
Nos repusimos del esfuerzo en casa de los Galve: allí organizamos rápidamente una merendola con el embutido y el queso de todos y los Galve volvieron a invitarnos a cervezas.
Abel y yo plegamos enseguida y nos volvimos a Zaragoza para descansar cómodamente en nuestras camitas. El alpinismo está muy bien, pero cansa mucho.


Croquis de la vía extraído de la web del Grupo de Montaña Politécnico
en azul las reuniones que nosotros hicimos, el escudo lo atacamos por la izquierda
Abel en el L1, agrietado y hueco
Abel en el punto clave del L2 y de la jornada,
apenas había hielo donde picar

El agüelo en el escudo del L3
Abel saliendo del escudo y a punto de llegar a la R3
Abel de nuevo en apuros al comienzo del L4
Fotos a pie de la autopista (de derecha a izquierda): Javi, su amigo también Javi
y el agüelo. Abel no sale porque estaba escalando

Primer largo de la autopista, L6, Javi escalando y el agüelo subiendo a gatas
Cabaña de Iserías, al fondo el valle de Izas
Tremendo alud que tuvimos que cruzar después
salvar el murallón en el que se asienta la cabaña de Iserías, hacia la derecha

Los Galve, Javi y Chema, agasajándonos
en su chabola el jueves por la noche

sábado, 16 de enero de 2010

Barrosa y Bielsa: hielo y frío, mucho frío

Valle de Barrosa, se aprecia el comienzo de Océano Pacífico
Frío, mucho frío es lo que habían pronosticado para el pasado finde. Frío igual a hielo, es lo único en lo que pensábamos, así que el viernes 8 de enero salimos hacia el refugio de Pineta de prisa y corriendo. Nada más acabar de comer ya empecé a organizar como pude el material para el finde intentando no dejarme nada: esquís, saco, ropa, cuerda, tornillos, casco, piolets, crampones... En total 3 mochilas mal hechas, más la bolsa de las botas, más la bolsa de los esquís. Y Abel otro tanto y David, lo mismo. A pesar de que íbamos con mi tanque no nos sobró mucho sitio. Se hacía raro ir a un valle del Pirineo distinto del de Tena, así que presté atención en Huesca para no saltarme el desvío a Barbastro. Allí giramos hacia Aínsa y en Bielsa cogimos la carretera hacia el parador hasta un pequeño desvío a 2 km antes de llegar a él por el que pudimos bajar con el tanque sin problemas hasta la misma puerta del refugio.
Su guarda, Jaime, nos cuidó estupendamente durante todo el gélido finde. Allí coincidimos con un guía madrileño, Jonás, y dos clientes que andaban de cursillo. Apenas había nadie más, así que estuvimos bien cómodos.
En rojo la zona de las cascadas de Barrosa
y en verde las de la boca sur del tunel de Bielsa
El sábado nos levantamos muy temprano, a las 6:15; no queríamos que nadie nos pisara las cascadas. El frío nos estaba atrofiando las neuronas: ¿quién más en su sano juicio iba salir con un tiempo como éste? Llegamos aún de noche al pequeño párkin a la izquierda de la carretera que da acceso al valle de Barrosa, justo unos pocos metros antes de las pronunciadas curvas que suben al tunel de Bielsa. Estaba vacío, ¿cómo no? El termómetro del coche marcaba -8ºC y así siguió todo el día. Sólo la motivación de conocer por fin las cascadas de Barrosa consiguió que saliera del coche y empezara el ritual de preparar y ponerse el material con las manos entumecidas. Entre la torpeza de movimientos y las dudas mentales salimos tarde, pasadas las 9 (¡menudo desperdicio de madrugón!)
La aproximación resultó la más cómoda que he realizado hasta ahora: seguimos una nevada pista que nace directamente a la izquierda del párkin y que remonta en unas pocas curvas el escaso desnivel que nos separa del valle. La nieve estaba muy pisada así que en realidad no hacía falta los esquís y nos habríamos ahorrado además las numerosas piedras y ramas de la bajada (y yo me habría ahorrado el bastón que rompí en una caída tonta), pero no hubiera sido tan divertido. El viento era helador, el día no levantaba y apenas se podían vislumbrar las altas cumbres que cierran el valle (Robiñera y la Munia), esta primera visita estaba resultando un pelín desagradable. La única dificultad del camino fue ascender por el empinado cono dejado por pasadas avalanchas y plagado de helados bloques, que me obligó a dejar los esquís a medio altura y continuar a pie hasta la cascada. Tardamos 2h en vez de la hora y cuarto que marcan las guías (se nota el lastre del agüelo, je je). Como Abel y David llevaban ya un rato esperándome, habían evaluado ellos la situación y habían elegido ya la cascada que tenía mejor pinta: Espluca, III, 3+.
El círculo rojo indica el comienzo de la cascada Bachetas,
el verde Espluca y el amarillo Océano Pacífico
, la más conocida del valle
Abel inició el primer largo, un corto resalte de 15-20 m de buen hielo (75-80º) que termina en un pequeño rellano en cuya pared derecha está instalada la primera reunión, a la que le faltaba un parabolt. ¡Los primeros pioletazos de la temporada, por fin! Y de nuevo la tensión de verse colgado de las finas puntas de los crampones, de no conseguir sacar el piolet, del cansancio en los antebrazos... Menos mal que el largo no es mantenido, que presenta descansos para los pies y que la mayor dificultad son los 4 m finales.
Abel y David en el primer largo
El agüelo con su habitual delicadeza escalando

R1, el círculo verde indica el parabolt arrancado (¿por alguna piedra?)
El siguiente largo comienza en una travesía hacia la izquierda y un pequeño resalte a 60º. La reunión consistía en una cadena a la que le habían arrancado también un parabolt y colgaba un par de metros por encima de la cascada. David se vio con fuerzas y ganas y en vez de montar reunión quiso atacar el siguiente largo, pero la calidad del hielo ya no era la misma. Abel y yo le oíamos ateridos desde la R1 cómo saneaba la costra de hielo para intentar encontrar emplazamientos más fiables para los tornillos y para sí mismo. El viento soplaba sin piedad y a pesar de las chaquetas de goretex y de plumas no podíamos evitar tiritar. La precariedad del hielo y la falta de tornillos (no pensaba empalmar el siguiente largo y apenas llevaba material), aconsejaron a David bajarse de nuevo hasta la R2, que montó entera con un tornillo y sus dos piolets. El corto trayecto hasta él no consiguió que entráramos en calor. Abel intentó también el siguiente largo, sólo para confirmar que el hielo no estaba para muchas alegrías y para dejarnos una estética pose.
David acercándose a la R2, el círculo verde indica la cadena medio suelta
La súper reunión 2
No nos quitamos ni el plumas para escalar el L2
¡Toma pose!
David volvió a subir para recoger el material dejado y de la misma nos bajamos todos en un único rápel. Yo solo tenía en mente volver al calorcito del refugio.
Espluca: en rojo la R1, en verde la R2
Toda la bajada hasta el coche resultó entretenida: el helado cono de la avalancha, los numerosos arroyos, las ramas de los árboles, las piedras... Tanto entretenimiento hizo que los últimos metros los hiciera de nuevo a pata.

La tarde la gastamos en el refugio secando el material, cenando, viendo fotos y dando mil vueltas al plan del día siguiente. Pringar dos días seguidos no era un opción. Jaime nos dice que las cascadas de la boca sur están formadas y no nos lo pensamos más: la orientación sur y el frío intenso de estos días pasados nos hacen presagiar buenas condiciones.
El domingo fue un día totalmente distinto: soleado, sin apenas viento, buen hielo... ¡Así quiero escalar yo todos los días!!!
Esta vez no madrugamos tanto y para cuando cuando llegamos al párkin, situado justo en la entrada del túnel que comunica el valle con Francia, nos damos cuenta de que hay dos cordadas de franceses que se están preparando. Organizamos el material a toda pastilla, Abel sale corriendo, David le sigue al poco y yo, como siempre, salgo el último (no sin dejarme en el coche la cámara de fotos). Nos dirigimos a la cascada El Sueño del Agua, II,3+. La aproximación es todavía mejor, casi nula, apenas 5 minutos y un par de fuertes rampas (que me dejan sin respiración). La calidad del hielo era estupenda, algo húmedo pero grueso y consistente. La cascada es una sucesión de resaltes con fuerte pendiente y distinta longitud, alternados con pequeñas campas sin apenas inclinación. Todas las reuniones que hicimos estaban montadas a la derecha con cordinos en pinos. Los largos más interesantes son los dos primeros ya que presentan resaltes de hasta 80º, pero con los suficientes resaltes para que el agüelo pudiera tomar un descanso de vez en cuando (¡qué diferencia con Gavarnie!). Aún así en el único paso realmente vertical me puse una vez más nervioso y gorileé sin compasión de los piolets sin prestar la más mínima atención a los pies. David y Abel tiraron los dos primeros largos empalmando en cada uno dos resaltes y agotando casi el total de la cuerda. Yo tiré el 3er largo, el más fácil, con un único resalte de 60º en el que aún tuve que descansar y luego unas rampas en las que subimos casi caminando. En fin, así es el agüelo. El último largo lo tiró de nuevo David. El sol ya empezó a dar sobre la cascada antes de terminar el último largo y cuando estábamos rapelando buena parte de la cascada estaba derritiéndose y lanzando un impresionante manguerazo de agua. Aún así había una cordada que estaba empezando a subir. Las dos cordadas de franceses que empezaron con nosotros se portaron y lejos de intentar adelantarnos nos esperaron en todas las reuniones con infinita paciencia teniendo en cuenta la lentitud del agüelo. No suele ocurrir, así que es justo reconocerlo.
David seguía teniendo mono de esquí y consiguió convencer a Abel para acompañarle en una corta subida hacia el Puerto Viejo mientras yo me quedaba descansando al sol (lamentablemente el sol duró poco y las temperaturas cayeron de nuevo en picado). Menos mal que no tardaron mucho en bajar y pudimos recuperar energías en Escalona: una dieta equilibrada a base de cerveza y huevos fritos.
El sueño del agua, II,3+. Los círculos señalan las reuniones que montamos
David en el L1
Abel en la 2ª tirada
El agüelo subiendo por las gradas del L3
David en el último largo
Vistas desde el final de la cascada
El resultado salino de conducir invierno, había manchas de sal hasta en los cristalesDavid y Abel celebrando una estupenda jornada