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lunes, 16 de noviembre de 2015

Vuelta y revuelta

Amanecer sobre el Tozal del Mallo

Este domingo pasado realicé junto con Jorge una visita exprés a Ordesa para realizar una megaruta que Jorge tenía metida entre ceja y ceja desde hacía meses: salir de la pradera de Ordesa, subir por la senda de los cazadores, recorrer la faja de Pelay, subir al refugio de Goriz, entrar en la faja de las flores y bajar por el circo de Carriata hasta la pradera de nuevo. En el día y corriendo todo lo que se pudiera, que en mi caso fueron sólo tres tramos: la faja de Pelay, la faja de las flores y la bajada por el circo de Carriata.
Tenía claro que mientras para Jorge iba a ser una jornada de placer, para mi iba a ser un reto del que no sabía cómo iba a terminar y que el placer se iba a reducir únicamente a la faja de Pelay, en ligera cuesta abajo y con las piernas aún enteras. Mi natural pesimismo en cuanto a mis capacidades deportivas se vio acentuado aún más tras las desastrosas sensaciones cosechadas en mi última participación en la carrera Behobia-San Sebastián el finde anterior. Me pasé todo el recorrido haciendo de la conocida sentencia latina Carpe diem una máxima, disfrutando cada momento de los vivos colores de la hojarasca húmeda, del frío helador de la mañana, de la sensación de soledad en un paisaje de normal tan bullicioso, de la rápida sucesión de paisajes, de la tópica inmensidad de las montañas, esperando, resignado, que a la vuelta de cualquier recodo, a la salida de cualquier repecho apareciera el hombre del mazo y me petrificara las piernas. Cosa, que para mi sorpresa, no sucedió. El buen hombre del mazo debía estar de vacaciones y me permitió terminar con dignidad mi 3ª gran ruta en Pirineos este año, las anteriores fueron la vuelta al Vignemale y la vuelta al Aneto, y la primera que realizo en parte corriendo. Y así pasé, de un domingo para otro, del más absoluto decaimiento al mayor subidón que las agujetas me permiten sentir. Una montaña rusa de emociones que conozco tan bien dentro de la escalada.
A Jorge le debo el haber podido realizar esta preciosa actividad, no sólo porque fue él quién ideó el recorrido, sino porque también me estuvo animando durante todo su desarrollo tratando de eliminar mi negativismo innato.
La jornada sólo tuvo un pero: llegamos demasiado tarde para ver el otoño.
Imagen tomada de wikiloc del recorrido grabado por Jorge

Datos de la actividad:
fecha: 15 de noviembre
participantes: Jorge y el agüelo
distancia: 28 km
desnivel acumulado: 1800 m
tiempo total (incluidos descansos): 7h10' (al comprobar el tiempo no puedo evitar una sonrisa de satisfacción e incredulidad ya que es prácticamente el mismo tiempo que tardé hace 5 años en realizar únicamente la parte de la faja de las flores)

 Heladora mañana en la blanca pradera de Ordesa a las 8 de la mañana
 Primer hito del recorrido conseguido: senda de los cazadores en 55 minutos
(ya no sentíamos tanto el frío)
 Vistas desde el mirador de Calcilarruego: cierco de Cotatuero...

... y Libro abierto con la faja de las Flores por encima 
La Faja de Pelay no resultó ser tan disfrute porque la senda de los cazadores 
ya nos había dejado las piernas tocadillas y cualquier repecho dolía
 Aparición de Monte Perdido
Cola de caballo a las 10 de la mañana 
 Subida al refugio de Goriz
Refugio de Goriz, 2200 m y todavía no eran ni las 11 
 Jorge en el interior del refugio...
 ... y los dos en la puerta de entrada
Vistas del refugio desde la dura subida inicial al Cuello de Millaris,
las piernas repicaban ya sin cesar, pero el hombre del mazo no respondía a la llamada
(al fondo Sierra Custodia y el final del Valle de Ordesa)
Cuello de Millaris, 2457 m, al fondo el Pico del Descargador,
en vez de llegar a su collado giramos a la izquierda, siguiendo hitos todo el tiempo, para dirigirnos al Circo de Cotatuero...
... y antes de llegar a él giramos a la derecha por esta loma herbosa 
que termina en un laberinto kárstico que nos entretuvo más de hora y media
(al fondo a la izquierda) se ve el inicio de la Faja de las flores)
Por fin en el inicio de la faja, tras 5 horas en las piernas, 
con la brecha de Rolando al fondo
Disfrutando de una de las mejores vistas de Ordesa, 
el circo de Cotatuero desde el inicio de la faja
 Las impresionantes paredes de la Fraucata
Y la espectacular Faja de las flores, al comienzo... 
 ... con el Tozal del Mallo de fondo...
... y en parte final 
 Jorge en las clavijas de Carriata
 Circo de Carriata con el Tozal
 Mágicos colores de otoño

martes, 4 de septiembre de 2012

Vía Ravier al Tozal del Mallo

Foto del Tozal tomada hace 4 años, cuando volvíamos de escalar el Pilar de Primavera,
mi primera vía en Ordesa. No había terminado una aventura y ya estaba soñando con la siguiente

¿Qué decir de la Ravier? Que para mí representaba un sueño es quedarse corto. Decir Ravier es para mí decir Ordesa: el paraíso de la verticalidad, es decir, todo lo que me gusta y me asusta a partes iguales, o no, de la escalada. Visité Ordesa por primera vez, allá por 1987, y vine, como muchos, para subir a Monte Perdido. Pero lo que más me impresionó fue el propio valle. Esos paredones me intimidaban. Y de entre todos los paredones sobresalía, ¡cómo no!, el del Tozal del Mallo. Fue el primer pico del parque del que me aprendí el nombre. Más tarde supe que había locos que escalaban por esas paredes y ya no pude dejar de soñar también con esa locura.
Esa locura no la he llegado a pillar nunca porque la verdad es que la verticalidad me asusta más que me gusta, me bloquea, sólo pienso en no caerme y me impide escalar de primero. Pero aunque el sueño no lo llegue a realizar nunca por completo, parte sí. Hace 4 años escalé, de paquete también, claro, con Abel, el Pilar de Primavera, y ahora ha sido el turno de la Ravier (el nombre real de la ruta es Vía Original, pero a este lado de los Pirineos todo el mundo la conoce simplemente por apellido de uno de los cinco intrépidos escaladores franceses que la abrieron en 1957; si alguien quiere saber la historia de esta apertura puede consultar el blog de A0 a vista y el anuario del 2007 de Montañeros de Aragón). El culpable de este nuevo pedazo del sueño es Juan. Él es el que se ofreció para llevarme a este viote hace un par de años, pero por una causa o por otra se fue retrasando el plan y este verano, por fin, se ha podido llevar a cabo. Al final a la fiesta se añadieron varios amigos más y la escalada se convirtió en un asedio a la Ravier.
Cuando preguntaba a mis compañeros qué vía podría ser la mas asequible de Ordesa, muchos se decantaban por la Ravier porque decían que aunque era más difícil en grado que otras (como la Anglada-Cerdá o el Pilar de Primavera), era mucho menos obligada porque estaba muy bien asegurada, "sobrepitonada" era la palabra despectiva que usaban. A mí no me lo pareció. Sí que hay bastantes clavos, pero las tiradas son tan largas que sólo te sirven para indicarte el camino o dar un acerete en algún paso concreto. El resto lo tienes que poner tú. Y hay que escalarla, vaya que si hay que escalarla. La vía no me decepcionó en absoluto. Fue todo lo que yo me esperaba de ella (dura, larga y con mucho mucho ambiente), y algo más (me sorprendió lo mantenida que es, las dificultades no se acaban hasta llegar a la cima e incluso los escasos tramos de IV son verticales y hay que escalarlos). La otra sorpresa fue que aceré mucho menos de lo que esperaba, la chimenea, claro, y algún que otro acerete aislado en los dos siguientes largos. Ni saqué el estribo, ni me colgué de la cuerda, ni tampoco usé la socorrida técnica del "123pilla". Esta vez no le di mucho trabajo a Juan. Eso sí le dejé a Beto el tercer puesto de la cordada durante toda la vía y le tocó a él recoger casi todo el material de los largos.
Si uno fuera supersticioso no hubiera subido ese día al Tozal: por la noche nos calló una tormentilla que nos obligó a mal dormir en el coche y por la mañana, durante la aproximación, volví a sentir los retazos de la tortícolis que me impidió escalar en Cavallers hace unas semanas. Los malos augurios se despejaron al mismo tiempo que la niebla que cubría el valle y no me volví a acordar de ellos el resto del día.
La lluvia volvió a aparecer al terminar la vía, la muy ... no quería perder protagonismo, mientras la primera cordada esperábamos en la cima. Al pobre Álex le tocó terminar la última chimenea con la roca mojada. Parecía como si el compromiso y la aventura no quisieran aflojar ni siquiera una vez terminada la vía. Afortunadamente duró poco y paró bastante antes de llegar a las clavijas.
(más)

Recorrido de la vía
Croquis de la vía con grados más actuales, sacado del blog de Juan

Fecha: 28 de agosto de 2012
Participantes: Juan, Beto y el agüelo en una cordada e Iker, Jorge y Álex en la otra.
Vía: Ravier al Tozal del Mallo, 380m, MD+ (V+ obligado)
Material: cintas largas, un juego, mínimo, de camalots y otro de aliens 
(y si es posible un bestia parda para que te abra los largos)
Aproximación: 2h (incluido el primer largo)
Vía: 7h
Descenso: 1h45'

Los asediadores de la Ravier con la cima del Tozal al fondo
en el momento que paró la lluvia

martes, 26 de abril de 2011

Ordesa al 50%

Brumas sobre las paredes del Gallinero
El pronóstico de la Aemet para Ordesa este pasado dómingo era de un 50% de probabilidades de lluvia y se cumplió: el 50% del tiempo estuvo lloviendo y el otro 50% salió el sol. Je je. Había quedado con dos antiguos compañeros que coincidimos hace años en Fraga y no íbamos a dejar que un poco de humedad vivificante nos estropeara el día. Alberto no había visitado nunca Pirineos y Charo está un poco fuera de forma, así que el objetivo era única y exclusivamente difrutar de un tranquilo y relajante paseo por Ordesa. Sin imponernos ninguna otra meta, llegar hasta donde quisiéramos, hasta donde nos cansáramos. Y así dimos comienzo al día, sin madrugar, desayunando tranquilamente con el sol entrando por los amplios ventanales de la casa de Charo, disfrutando de la compañía, "Sittin' in the mornin' sun /.../ Wastin' time".
Al llegar a Torla nos encontramos con la desagradable sorpresa del habitual cierre temporal en Semana Santa del acceso a la Pradera a vehículos privados. Como íbamos con perro, perra en este caso, la opción de subir en bus estaba descartada desde el inicio y decidimos aparcar lo más cerca posible del Puente de los Navarros y subir hasta la Pradera por el camino viejo que viene de Torla. Fue una elección estupenda porque a Charo y Alberto les encantó este cómodo sendero poco transitado que atraviesa un idílico bosque de abetos y hayas. Un oasis de soledad y tranquilidad en medio del valle más visitado del Pirineo. Sólo faltó más horas de sol para aumentar la magia de las luces de un bosque en pleno proceso de renovación primaveral (las oscuras hojas del pino royo se entremezclaban con las brillantes brotes de las hayas y las peludas yemas floridas de los sauces).
Este imprevisto alargamiento del paseo provocó que no llegáramos más allá de las Cascadas del Estrecho. Había que volver a patita hasta el coche y no era cuestión de cansar en exceso las piernas de mis amigos y machacar la inmensa sensación de satisfación con la que terminamos.

Alberto y Charo en el Puente de los Navarros


Ahh, el Tozal... ¿para cuándo la Ravier?




martes, 23 de septiembre de 2008

Ordesa forever

Ya sé que es un topicazo, pero qué se le va a hacer, Ordesa es una pasada y ¿qué mejor sitio para llevar a alguien que quiere conocer el Pirineo? ¿Alguien concoce un sitio más completo que este?Un valle encerrado por impresionantes paredes escarpadas, bosques inmensos de abetos gigantescos, cascadas espectaculares... Como no hay nada perfecto la gran pega es la cantidad de gente que lo visita, pero hasta en eso tuvimos suerte. El pronóstico del tiempo para todo el finde no era muy bueno, ¡hasta amenzaban con nevadas por encima de los 2000 m!, y es posible que eso echara para atrás a bastante gente. El hecho es que nosotros empezamos a andar a las 9:20 del sábado 12 de septiembre desde la Pradera y apenas vimos gente durante toda la subida. Así que pudimos incluso disfrutar de la tranquilidad de las montañas en un valle tan popular como éste.

jueves, 21 de agosto de 2008

Acojonante Ordesa

¡Sueño cumplido!

Con 18 años abandonaba por primera vez los montes del País Vasco para ir a Pirineos, a Ordesa, a subir Monte Perdido. Íbamos con la misma mentalidad que cuando salíamos al Gorbea o al Amboto, y también con la misma ropa: pantalones vaqueros y un jersey viejo. Ordesa nos acojonó desde el principio: el Tozal del Mallo, el circo de Cotatuero… y el Perdido, al que no llegábamos nunca: ¡anda que no eran grandes las cimas del Pirineo! ¿Y dónde estaban los senderos?

Volvimos con un montón de anécdotas e historias… y sueños. Soñando cómo podía haber gente que pudiera escalar esas enormes paredes tan verticales.

Y mira tú por donde que pasados 20 años me animo a empezar a escalar, y además de deportiva le damos también a la clásica y vamos mirando reseñas de vías hasta V grado de dificultad en diversas zonas, pensando que el V grado sería igual en todas partes (ingenuo) y en algún momento claro salió el tema de Ordesa y de que ahí también hay vías de V. ¡Joder, tenía posibilidades de cumplir mi sueño! Luego vino la desilusión, alguien se encargó de bajarnos los humos y de ponernos en nuestro sitio: Ordesa no es para principiantes, sentenció. Y ahí se quedó mi sueño, lejos, lejos de mis posibilidades. Hasta que el sábado 16 de agosto por la mañana me llamó Abel. Seguía de vacaciones y solo, así que se había ido a Pirineos de nuevo para hacer 3000. Pero el mal tiempo le había impedido hasta ese momento hacer apenas nada. Me propuso ir a Ordesa y escalar el Pilar de Primavera. Una vía asequible me dijo, la más fácil de Ordesa. Más fácil que la Ravier al Tozal que hizo él el verano pasado junto con el Capo, el coletas y Javi, pero menos protegida, con menos clavos (porque parabolts no hay en ninguna). El sueño volvía una vez más: ¿sería por fin el momento de ir a Ordesa? ¿sería capaz de escalar allí? Quedamos en que saldría de Zaragoza nada más terminar el partido de baloncesto entre España y EEUU (más me hubiera valido salir nada más comer: ¡menuda paliza¡ No hubo partido). Cerca de las 9 pm llegué al albergue-bar El último bucardo en el pueblo de Linas de Broto, a 10 minutos de Torla, donde ya me estaba esperando Abel. Él venía de Benasque, de intentar hacer todos los picos del Russell, y llevaba ya tiempo mirando y fotografiando croquis de vías de escalada de Ordesa. Él ánimo se nos encogió por completo porque se puso a llover un poco mientras cenábamos allí. Cuando terminamos las 2 jarras de cerveza nos fuimos a dormir al parking de Torla dentro del coche de Abel (una vez quitados los asientos de atrás quedaba espacio suficiente), con el objetivo de coger el primer autobús hacia la pradera, a las 6:00 de la mañana. Apenas subimos 6-8 personas a esa hora. El cielo estaba encapotado y no presagiaba nada bueno. Estuvo amenazando lluvia toda la mañana y hacía bastante fresco, tanto que escalamos con el forro polar puesto y aún así en las reuniones, parados, nos quedábamos pajarito.

Foto del Circo de Cotatuero desde la Faja de Pelay con los caminos de subida (rojo) y bajada (lila)

Empezamos a andar a las 6:30, aún sin amanecer, con las frontales encendidas. Enseguida llegamos a la bifurcación donde comienza el camino a Cotatuero, marcado por una virgen, y que atraviesa un mágico bosque de abetos gigantescos.

Amanecer en Ordesa

Al poco de pasar la cabaña de madera, vimos un indicio de sendero a mano izquierda que atravesaba una pedrera. Lo cogimos y dejamos ahí las mochilas grandes. Nos pusimos los arneses y todos los zarrios y seguimos por ese camino pensando que era el verdadero. Al llegar unas pequeñas cascadas nos dimos cuenta de que en realidad el camino pasaba un poco más por encima. El espolón de Primavera se destacaba con claridad al fondo y nos indicaba continuamente la dirección a seguir.

Justo debajo de él se coge una canal evidente a la derecha y se atraviesa un primer murallón rocoso por una hendidura que en principio se veía tan fácil que decidimos tirarla en zapatillas y sin cuerda (a pesar de que en todos los croquis marcaba que ese paso era de IV y se recomendaba sacar la cuerda hasta llegar a una reunión de dos spits rojos).

La canal buena es la de la derecha, la más pequeña

Pronto nos tuvimos que bajar del burro, parar, montar reunión en un sitio incómodo y sacar la cuerda porque el paso era un poco expuesto, tiraba hacia atrás y no había demasiadas presas.

Llegando al paso donde tuvimos que sacar la cuerda

Una vez superada esta última dificultad una franja herbosa nos dejó a pie de vía. O lo que nosotros supusimos que era el comienzo de la vía (porque no había ninguna indicación: ni un clavo, ni un cordino, ni por supuesto el nombre pintado en la roca como en el Dent d’Orlu). Sin embargo, había una referencia muy evidente: un pino enorme en mitad de la pared marcaba el final del 2º largo, y por lo tanto, hasta ahí había que llegar.

Croquis de la vía con los largos que nosotros hicimos pintados cada uno con un color diferente

Elegimos el diedro que nos pareció más fácil. Aún así se le veía severo, con la pared derecha muy lisa, así que le “dejé” a Abel abrir ese primer largo. Nuestras primeras impresiones se confirmaron y para poder salir de ese diedro que se suponía de IV+ tuvimos que “acerar” un par de friends.

Abel en el supuesto 1er largo, aunque creo que este muro se esquiva subiendo por la hierba

El siguiente largo me animé yo a abrirlo, marcaba V-, si no me animaba ahora no me animaría nunca. ¿Y no había venido hasta ahí para escalar? Salida de la R1 fácil, luego franja de hierba, luego muro con varios diedros donde elegir y de difícil protección. Y ahí empezó el canguelo: miro por aquí, miro por allá… el tiempo pasaba sin que yo me terminara de decidir. Y Abel, el muy buenazo, esperando. Por fin me animé y en un pis-pás superé el paso que tanta indecisión me había causado. Nueva franja herbosa, cinta en un pino y nuevo diedro, más liso, más vertical. Vi un cordino en un puente de roca y Abel a gritos me indicó que era el diedro correcto, que ese puente de roca aparecía en el croquis. Eso me animó, pensé que sólo tenía que llegar hasta el cordino, acerarlo y tirar para arriba. Llegar hasta el cordino no fue tarea tan fácil, resoplando más que una ballena conseguí alcanzarlo, justo para darme cuenta que el cordino estaba totalmente desfeluchado y a punto de partirse. Con los pelos de punta, saqué un friend a toda prisa, lo enganché en la fisura inclinada pegada al cordino y me colgué de él resoplando de nuevo: buf, buf. Cuando me repuse del susto miré hacia arriba y nueva indecisión ante lo que aún me quedaba de diedro. Total una hora de largo: si eso era escalar…

Nuestro 2º largo, casi seguro empalmé el L1 y el L2

Visto el percal le dije a Abel que tendría que tirar él todo el resto de la vía de primero. Abel lo entendió y ni se quejó. El 3er largo es muy corto: se sale por la izquierda del pino, se supera unos pocos metros y se vuelve a la derecha, en una repisa.

Una reunión formidable: un cordino viejo colgando de un clavo que se movía. Abel la reforzó con un cintajo a un pino y un fisuro.

El siguiente largo era el clave, el más duro: un diedro bastante liso y vertical que terminaba en un techo que según el croquis se salvaba en bavaresa (6a decía el croquis, je je: anda que no he visto 6bs más fáciles): un cordino viejo falcado en un viejo taco de madera era él único seguro fijo del paso (bueno, también había un clavo antes del paso, pero la verdad es que estorbaba más que otra cosa porque estaba bastante apartado de la vía y tuve que esforzarme para deschaparlo). Me colgué del taco y de todos los friends que puso Abel. Tengo todo un reportaje fotográfico de este largo que me hizo Abel mientras se suponía que me estaba asegurando. El paso era como si el techo de la escalera se separara de la pared y dejara una grieta entre ambas: para superarlo en libre no tienes más agarres que empotrar la mano dentro de la grieta y colocar los pies en oposición entre el techo y la pared. ¡Y todo eso colgado!

Comienzo del L4, apenas se ve la cabeza de Abel

Desde el mismo punto hacia arriba cuando yo pasé, lo que me quedaba todavía

Típico ambiente de Ordesa: ¡toma patio!

En la R4 contentos de haber superado el largo más bonito y difícil

¡Ya se han terminado las dificultades de la vía! -me dijo Abel nada más llegar yo a la reunión-, a partir de aquí, a disfrutar. Yo miraba el siguiente largo y no me lo terminaba de creer. Abel lo encaró con mucha soltura, superando fácilmente todas las dificultades: espatarrándose en oposición, empotrando la espalda, los pies, la rodilla… todo un repertorio de movimientos de escalada en diedro-fisura.

Abel atacando el L5 y L6, los empalmó

Sin embargo, fue el largo con más incidencias: se suponía que tenía sólo 40 m, pero no encontró la reunión (supusimos que tenía que ser un único clavo que encontramos en mitad del diedro), así que siguió para arriba y acabó empalmando 2 largos, se le terminaba la cuerda, se embarcó hacia la derecha, intentó superar un pequeño desplome, se le hincharon los brazos y se cayó mientras intentaba destrepar (yo no noté ningún tirón en la cuerda, sólo que sus dos cuerdas cayeron un buen trozo de repente) y se quedó colgando de un fisurero, siguió buscando la reunión, llegó a una terraza con un pino, pero la cuerda no le llegaba hasta él, en la pared no había fisuras donde colgar friends o fisuros y al final montó reunión pasando las cuerdas alrededor de un gran bloque, deseando mentalmente que yo no pegara muchos tirones al subir. Hacía viento, no le veía, estaba lejos y no le oí ni cuando gritó reunión ni cuando gritó para que empezara a escalar. Sólo noté los continuos tirones en las cuerdas, desmonté la reunión, di un par de pasos, las cuerdas se tensaron enseguida y tuve que imaginarme que Abel me estaba asegurando, como así era. La dificultad del largo se suponía de V, pero era muy mantenido, con tramos muy lisos en los que había que empotrarse. En uno de ellos me quedé sin saber salir de él y me colgué de la cuerda roja de Abel. Es la técnica que jocosamente llamo de “cuerda auxiliar”: me agarro a una de las dos cuerdas y Abel me recoge la otra, cuando llego a un sitio más cómodo Abel recoge también la cuerda por la que he trepado. Ya me imagino la cara de susto de Abel cuando en su precaria reunión notó el fuerte tirón que le di a la cuerda roja. Afortunadamente no tuve que recurrir a esta “técnica” más que en un par de pasos contados y Abel me pudo explicar todo cuando llegué por fin a su altura.

Abel explicándome los pormenores de su caída, encima de la precaria R

En la explanada de la R6, la Fraucata al fondo

En la explanada hicimos unas cuantas fotos y examinamos el último largo que nos quedaba: una fisura de IV+. Abel me preguntó si quería tiararlo, que lo veía asequible para mí. Amablemente rechacé la invitación, no sin antes preguntarle si se encontraba psicológicamente bien después de la caída. Fue un largo disfrutón: Abel disfrutó abriéndolo de primero y yo lo disfruté y lo liberé escalando de segundo. Tenía un paso de bavaresa típico: la fisura vertical, las dos placas del diedro lisas… fácil, si se escala de 2º, no creo que lo hubiera liberado de 1º.

Nada más llegar a la última reunión, otro pino más, nos quitamos los gatos, recogimos las cuerdas y trepeteamos hasta la plataforma herbosa final. Eran las 5 de la tarde, habíamos empezado a escalar a las 10,30 así que habíamos tardado 6h y media, no estaba mal. Allí nos esperaba otra sorpresa: un grupo de 3 guardia civiles del GREIN que estaban esperando al helicóptero después de hubieran recogido todo el material empleado en el rescate del fallecido de la semana pasada. Nos hicimos fotos.

Al fondo el Pico de la Espalda

Volví a comer, de hecho me terminé las lonchas de queso que llevaba (nunca mais una pájara como la del Dent d’Orlu), hicimos muchas fotos y después de media hora emprendimos el camino de bajada que transitaba al filo del precipicio por una franja herbosa recorriendo todos los entrantes y salientes del Circo de Cotatuero hasta desembocar en las famosas clavijas.

La cascada de Cotatuero desde la R3

Hicimos el recorrido impresionados por la grandiosidad del paisaje, enormes paredes por cualquier sitio que mirásemos, y felices por haber sido capaces de completar (aunque yo con trampas) una vía tan bonita (aunque si esta es la vía más asequible del valle creo que no voy a poder repetir muchas veces este sueño). Estas clavijas eran el otro punto interesante de la jornada: llevaba mucho tiempo deseando pasar por ahí, ya había pasado por todas las demás clavijas del valle, sólo me faltaban éstas, las más famosas. Tenía curiosidad por saber si me iba a causar tanta impresión como sugerían las múltiples fotografías del paso que había visto a lo largo de los años. Y la verdad es que no me causaron ninguna impresión: fue muy sencillo.

Continuamos bajando hasta llegar al lugar donde habíamos ocultado las mochillas. Metimos todo el material en ellas y seguimos hacia la pradera, a la que llegamos a las 20:15, es decir, habíamos tardado casi 14 h entre escalar, aproximar y bajar.

El Tozal del Mallo, ¿para cuándo este sueño?

Una actividad muy completa que necesitó una reposición de sales minerales en condiciones: una jarra de cerveza de ½ L mientras esperábamos al siguiente autobús a Torla. Allí montamos una cena generosa a base de latas de mejillones, navajas ¿ y una buena cacerolada de pasta y sofrito de tomate que mojamos con un par de latas de cerveza, que tuvimos la preocupación de comprar en un bar de Torla, pero huérfanos de pan, del que no nos preocupamos hasta que lo echamos en falta cuando abrimos la primera lata. Así somos nosotros, nos preocupamos más de la cerveza que del pan. Ya lo decía el gran Alberto Pérez:

Todas las cosas tratamos

cada uno según es nuestro talante

yo lo que tiene importancia

ella todo lo importante

De postre un vasito de pacharán mientras veíamos en el portátil de Abel las fotos de la jornada, saboreando cada paso, cada diedro, cada paredón. Al día siguiente, después de desayunar en una bocatería con terraza a pie de carretera, me bajé a Zaragoza y Abel se quedó para aprovechar el día tan estupendo que salió y subir a las Gabietos. En Huesca hice una parada para saludar a María que llevaba varios días pateando también por el Pirineo. Un fin de salida estupendo. Otro sueño precioso que he conseguido realizar. ¿Qué más se puede pedir?

Webs con reseñas y/o fotos de la vía:

http://www.inazio.com/images/pri01.jpg

http://www.puiseux.name/loisirs/topos/vrac/09.Pyrenees-Aragon/03.Ordessa/Ordessa.Gallinero.Espolon_Primavera.pdf (buen croquis a mano)

http://www.slideshare.net/atxarte/ordesa-dos-de-dos/ proyección de diapos de la vía

http://andorranosenlacima.blogspot.com/2007/01/pilar-de-primavera-ordesa-octubre-2006.html piada con algunas fotos chulas