domingo, 29 de junio de 2008

El espolón de los navarros

Esta entrada se suponía que debería llevar las etiquetas de música, expo y Alanis Morissette. Ayer era el día del gran concierto, el que estaba esperando desde que se inauguró la expo. Pero la avaricia mató al gato (¿o era la curiosidad?). Quise aprovechar el día para ir a escalar a un sitio cercano, la Peña Telera, para poder llegar a tiempo al concierto. Sin embargo, todo se me puso en contra desde el principio. Se suponía que íbamos a ir sólo Abel y yo. Cuando paso a recogerle a las 6:50 me comenta que se han unido Daniel y un amigo suyo de Jaca, José Antonio. Cuando vamos a buscar a Daniel, me entero de una última adhesión: Paola. Esto ya pintaba mal, muy mal: 2 cordadas por la misma vía, una de ellas de 3 personas... En el cámpin de Sabiñánigo recogimos al último integrante y nos dirigimos hacia Piedrafita de Jaca mientras les martirizaba con una gran recolección de grupos rock de los 70. En Piedrafita, al lado de la fuente, sale una pista que llega hasta el párking (1370 m) habilitado para el parque faunístico de Lacuniacha (un zoo al aire libre), allí una cadena cierre el paso a todos los vehículos no autorizados. La primera sorpresa fue el calor, eran las 09 de la mañana y ya estábamos sudando sin hacer nada. La primera tarea: organizar todo el material. El espolón de los navarros es una vía de escalada clásica, es decir, está en un ambiente de montaña, con una aproximación más o menos larga, y no en una escuela de escalada a pie de coche, tiene varios largos (8 en concreto) y no está totalmente equipada: los seguros no son parabolts, sino clavos, y tampoco hay muchos, en las reuniones y alguno que otro desperdigado por la vía para orientar a los escaladores (en este caso los pasos más difíciles estaban bien protegidos). Lo cual significa que tenemos que llevar nosotros los seguros: un juego completo de fisureros y de friends (mejor si repetimos alguno de los más pequeños) y una docena de cintas largas. Toda esta "chatarra" pesa mucho y hay que intentar equilibrar el peso de todas las mochilas para que nadie sufra más que otro.
La jornada presentaba varias incógnitas:
1 ¿llegaría a tiempo para el concierto? A cada paso que dábamos más clara era la evidencia de que no y más grande era mi enfado. Esta idea me machacaba el ánimo hasta que llegado a un punto liberé mi cabeza y empecé a disfrutar del inmenso paisaje y de la escalada.
2 la dureza de la vía: la dificultad de la vía es de MD (muy difícil), es decir, V+/6a, pero de escalada clásica: roca mediocre, sin parabolts, mucho ambiente... Quizás demasiado severa para la mayoría. Sólo Abel y Dani tenían suficiente experiencia y calidad para escalarla con garantías. El resto éramos unos paquetes. Yo formé cordada con Abel y José Antonio y Paola con Dani. Esta última cordada quedó demasiado descompensada como se vio finalmente.
3 el estado del paso horizontal: en esta zona tan expuesta se acumula gran cantidad de nieve y cualquier resbalón supone una caída mortal, y
4 el estado de la bajada por la normal: la canal tenía mucha nieve y si estaba muy dura el descenso sin piolets y sin crampones supondría un gran riesgo.
de izda a dcha: Daniel, Abel, Paola y José Antonio en la pista camino al ibón
desde la pista, de izda a dcha: Corona del Mallo, Peña Parda o Peña Cobacherizas y Peña Telera
No contaba con otra incógnita que surgió a las primeras de cambio: ¿llegaría a pie de vía? En cuanto el camino abandonó la cómoda pista, dejamos atrás al ibón de Piedrafita (1610 m) y encaramos las primeras cuestas, empecé a jadear como un perro y tenía que pararme cada pocos pasos para coger un poco de aire.
Ibón de Piedrafita, al fondo: los Infiernos
En cuanto llegamos al falso llano (aprox. 2000 m) tuve que sentarme a descansar durante unos minutos. Este pequeño circo está rodeado por una gran muralla de piedra donde se encuentra la canal por donde discurre la vía normal de subida a la Peña Telera y nuestra vía. El espolón de los navarros es muy evidente, es como la proa de un barco que sobresale ampliamente de la muralla. En invierno, si hay suerte, se forman una par de cascadas de hielo para delicia de los amantes de esta modalidad del alpinismo: el corredor Helena a la izquierda del espolón y el Watade, a la derecha.
Aquí dejamos las mochilas y empezamos a subir el embudo de piedras que da acceso a la vía.
La vía fue abierta en los años 70 y tiene muy poco equipación. Eso sí, todas las reuniones menos una tienen 2 clavos, aunque alguno bastante roñoso. A la vía se accede por una travesía a lo largo de una vira que comienza en el nevero y que lleva a la primera reunión, R0, justo debajo de un techo.
Croquis de la vía
El primer largo sube un pocos metros, bien protegidos por un par de clavos, directamente hacia el techo y luego lo esquiva por la izquierda mediante una estrecha fisura hasta acabar justo encima del techo.
Abel en el primer largo, ¿a qué no hay para pasar por el techo?
En el 2º largo hay que salir hacia la izquierda, hasta un clavo, en busca de un diedro fácil que no se ve desde la reunión. Finalizado el diedro se sube unos pocos metros por una pendiente de hierba hasta la R2.
Abel la comienzo del largo 3
El largo 3 sube directamente entre bloques y después de salvar un pequeño extraplomo se llega a la R3.
El agüelo entre los bloques del 3er largo
Desde ahí hay que salir a por una chimenea evidente justo enfrente de la reunión. Es un largo muy corto pero en el que hay que tener mucho cuidado para no embarcarse, como hicimos nosotros a pesar de que en el croquis lo indicaba claramente: a la izquierda de la R3 hay una salida también muy evidente con un clavo que además te da una falsa confianza de que vas por el buen sitio y sin embargo a los pocos metros acabas en una placa lisa cortada por dos fisuras verticales sin apoyos para manos o pies. No sé cómo consiguió pasar por ahí Abel, aún sigo maravillado, yo en cuanto no puede ya hacer oposición con la pierna izquierda me agarré a una de las cuerdas y tiré para arriba con el más fino estilo de aceraje.
Abel en la 4ª reunión después de haber pasado por el difícil embarque
El 5º largo comienza por un diedro inclinado que acaba en unas gradas que terminan en una amplia repisa en la que se encuentra la reunión (hay que buscarla dirigiéndose hacia la derecha). Hasta aquí tardamos 4 horas. Los siguientes 2 largos son los más bonitos de esta estupenda vía: diedros verticales, extraplomados a veces, con un ambiente increíble. Ya no se va por el filo del espolón, sino por la derecha.
Por los impresionantes diedros del 6º largo
Hay que salir en busca de una placa que sobresale de la pared y que conecta con un diedro que se sigue hasta el final, donde una vez superado se encuentra la 6ª reunión. El siguiente largo sigue por otro diedro interrumpido por varios bloques inestables y que termina en un extraplomo que nos deja en la 7ª reunión.
Abel al comienzo del 7º largo, con su típica y fina manera de escalar
Una muestra del magnífico ambiente de estos largos
El último largo tiene dos variantes: seguir por la repisa hacia la izquierda para luego girar y subir fácilmente hasta la cima, y la variante original que sube directamente por encima de un gran bloque a través de un diedro sin muchos agarres, naturales quiero decir, porque hay un par de clavos que te salvan la vida: los aceras y ya está, o casi. A ver si Abel me pasa las fotos que le hice con su cámara (a mi se me terminaron las baterías en la quinta reunión).
Abel en la nevera del último largo, al fondo: los Infiernos
Por fotos como esta me tendría que pagar; ojo con el clavo que los 2 aceramos
Alucinantes vistas de la cascada del Watade desde la R7
Una vez en la cima dimos rienda suelta a la tensión acumulada durante la escalada: abrazos y fotos a tutiplén.
La otra cordada no empezó bien, iban demasiado lentos, se embarcaron varias veces y al final tomaron la decisión adeacuado se bajaron desde la 4ª reunión.
Una vez pasada la alegría y recogido todo el material nos dirigimos hacia el paso horizontal, el siguiente punto conflictivo de la actividad. Había nieve, no mucha, pero la suficiente para crear peligro.
El agüelo en el paso horizontal, al fondo el Corona del Mallo
Flanqueando el paso horizontal por la rimaya
Afortunadamente pudimos atravesarlo por el hueco de la rimaya sin mayores problemas hasta llegar al collado. Unos primeros pasos con precaución (a falta de un buen piolet Abel llevaba en la mano la maza y yo el sacafisureros), nos convencieron de que la nieve de la canal estaba en muy buenas condiciones y bajamos sin dificultad clavando fuertemente los talones. Eso sí, acabamos con las botas, en mi caso, y las zapatillas, en el de Abel, totalmente empapadas.
Bajando la canal
Al llegar al falso llano nos dimos cuenta que Dani y compañía aún no habían bajado :después de algo más de 3h aún estaban en la segunda reunión. Y ahí estuvieron sin hacer nada aparentemente durante 15 minutos. A base de gritos nos aseguraron de que todo iba bien. Les esperamos hasta que al final terminaron de bajar (ya estábamos empezando a preocuparnos), comimos algo (no nos habíamos llevado nada a la boca más que unas chocolatinas desde el desayuno) y seguimos bajando antes de que se nos hiciera de noche. Llegamos al coche pasadas las 22:10 y la devolución del material tuvimos que hacerla en plena oscuridad.
Intentamos parar a comer en el bar Mi casa en Sabiñánigo, pero a las 23:30 era realmente difícil encontrar ningún sitio con la cocina abierta. Dani encontró la única solución posible: la gasolinera de Foz de Ipiés: unos sandwitches y unas latas de cerveza. Escasa celebración para tan impresionante vía. Una pena que la roca esté tan rota, aunque de una gran adherencia, porque si no sería una gran clásica en un entorno igualmente impresionante. Menos mal que en la nevera de mi casa sí que tenía alguna cerveza digna de la actividad.
Infiernos al anochecer
Datos:
hora despertar: 06:30-hora acostar: 02:35
hora salida de casa: 06:40-hora llegada a casa: 01:55
hora empezar a andar: 09:30-hora vuelta al coche: 22:20
duración de la actividad: casi 13 h
duración aproximación hasta pie de vía: 2:30 h
duración escalada: 6:15 h

Hoy me he levantado con unas cuantas rozaduras y cortes más en las manos y en las piernas, con un dolor y un cansancio generalizado (nada que no se cure con un día de descanso) y también con una sensación de nostalgia, de levedad del ser (si se me permite la pedantería) mucho más difícil de eliminar (quizás con la victoria esta noche de España frente a Alemania, quizás). Hoy estoy sentado en el sillón de mi casa escribiendo esta entrada, bien cómodo con el aire acondicionado, bien relajado escuchando a Aly Bain y Phil Cunninghan y ayer estaba primero cansado en la aproximación, sin resuello, agobiado por el calor y con el sudor goteando por el pelo, más tarde sentía el miedo a caerme, el vértigo de la verticalidad, , el subidón de adrenalina al superar un paso difícil... ¡Qué efímero es el presente!

"¿A dónde van las palabras
que no se quedaron?
¿A dónde van las miradas
que un día partieron?
¿Acaso flotan eternas
como prisioneras de un ventarrón
o se acurrucan entre las rendijas
buscando calor?
¿Acaso ruedan entre los cristales
cual gotas de lluvia que quieren pasar?

¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
y ¿a dónde van,
a dónde van?"

Silvio Rodríguez


2 comentarios:

Juan korkuerika dijo...

Enhorabuenaaaaaaa por una vía de envidia jejejje... por cierto maestro... ¿Qué tal ha ido la opo???
Un abrazo y hasta la vista alpinistaaaa

Iñaki dijo...

La verdad es que la vía es estupenda, con un ambiente increíble. Pena de calidad de roca.
Mañana tengo el último acto de las opos: leer el tema y defender la programación. Luego a esperar a que todos lean y saquen las notas.
Q tal por Benasque?