lunes, 5 de mayo de 2008

Más gente que en la playa

El jueves 1 de mayo quedé en la gasolinera del Cisne con Carlos y su amigo Paco para ir a escalar a Morata de Jalón. ¿Quién podría pensar que iba a ver tanta gente? Es decir, teniendo 4 días, 4, para escalar, ¿por qué elegir Morata a donde puedes ir en cualquier momento? En fin, mi excusa es que no quería pasarme todo el puente fuera: este año hay oposiciones y hay que disimular que se estudia, digo. La excusa de los demás no la conozco. Carlos se pasó todo el día saludando gente. Él lleva más tiempo que yo escalando y conoce a más escaladores. Ya de entrada había quedado, aparte de Paco y yo, con otros dos amigos, Carlos y Jorge, en la plaza del pueblo. Al llegar allí se encontró con un grupo de amigas suyas y de Paco con las que estuvimos la mayor parte del tiempo.
Después de tomar un café, sin prisas, nos fuimos a la zona de escalada: el parking petao de coches. Empezamos en el sector llamado "El almendro" donde hay varias vías sencillas y cortas, 15 m. Carlos y yo empezamos con "Hala a cascala" una vía de V muy asequible.
Carlos en el único pasito de la vía "Hala a cascala"
Nos pasamos a la de la izquierda, "Capazo loco", V+, y se notaba ese medio grado. Tiene un paso "picantón" que diría Carlos: en una pancilla, hay que agarrar un invertido con la derecha, subir pies y llegar a un buen cazo con la izquierda que está bastante lejos. Total, que no la encadené de primero: llegué al paso y me atasqué, me entró el canguelo, todas las presas me parecían pequeñas, el seguro muy lejano. En fin, estaba claro que se había terminado lo de escalar de primero por ese día.
Algunos de los amigos de Carlos
Carlos "asegurándome"
De ahí nos fuimos al "Macizo de Alí", un sector muy transitado porque está bajo una agradable sombra de chopos. Carlos quería encadenar los dos largos de "Coquita", V+ el 1er largo, 6a+ el segundo. La cuerda apenas daba, por lo que antes de que él llegara al suelo yo empecé a escalar: el efecto polea hizo que fueran las 2 primeras chapas más fáciles de mi vida. Coquita ya la tenía hecha varias veces, pero aún así me encontré torpe y el último paso se me resistió y tuve que descansar antes de superarlo. El segundo largo era otra cosa, llegué llorando hasta el sector de la babaresa y decidí bajarme. Nuevo follón: mientras yo terminaba de bajar subía el otro Carlos. Él sí que la terminó. Aún hay diferencias.
Carlos en el 2º largo de Coquita
Después, Carlos encadenó "Tomy", un 6b+ de agarres minúsculos. Yo llegué, de 2º, a la primera chapa, y gracias. Luego nos puso la cuerda y desbrozó "Chicas free", 6a. Una vía estupenda, sólo que el primer seguro está bastante alto y es bastante cabroncete de chapar. El resto de la vía genial. Casi la encadeno, me tuvo que ayudar un poco Isabel, una de las amigas de Carlos y Paco.
Carlos relajando músculos, contento después de encadenar Tomy
Estando ahí llegó Adrián, el último al que esperaría ver en Morata. Adrián es uno de esos escaladores a los que no le gusta la escalada de placa, sin apenas agarres, que es la que impera en Morata. A é le va la escalada de desplome y de "cazo", como la que hay en Rodellar. Había venido a reequipar una vieja vía.
Isabel se empeñó en subir Recuerdos, 6a+ lavado, y tiró de primera. A la 4ª o 5ª chapa se tuvo que rendir y permitir que Carlos la acabara. De 2º lo consiguió parándose un par de veces a descansar. Yo, viendo lo que le estaba costando a Isabel, ni lo intenté.
La jornada terminó, como casi siempre, en el bar "La plaza", delante de una jarra de cerveza y una ración de papas bravas (lo único que había comido en todo el día fueron unas pocas galletas de chocolate). En la terraza del bar nos encontramos con Eva y Dani, los que faltaban.
Carlos, Eva y yo
Llegué al Cisne cerca ya de las 22,00 y nada más montarme en el coche y arrancarlo me llamó Mariví. Víctor había tenido un accidente camino a Teruel y quería que fuera a recogerlo. El accidente fue bastante gordo, pero afortunadamente Víctor no tenía ni un rasguño. Dejamos a la pareja de la Guardia Civil custodiando el coche hasta que llegara la grúa y llevé a Víctor hasta Villastar, un pueblito pasados 10 km de Teruel, en la carretera a Cuenca. Allí le dejé haciéndose cargo de la disco-móvil. Tuve que parar a dormir un rato pasado Calamocha y conseguí llegar a casita pasadas las 3,30 de la madrugada, después de un día interminable.

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