El mallo Firé con el recorrido aproximado de la vía hasta la cima Mallafré
Algo más de un año sin escalar en este santuario llamado Riglos y el reencuentro no ha podido ser mejor: por el día soleado pero sin calor, por la vía, Directa as cimas en el mallo Firé, por el compi de cordada, Tono, y por haber podido aguantarle a este rutón al menos la mitad de los largos.
La vía entra de lleno en el segundo nivel de dificultad de rutas de Riglos, según mi particular clasificación, junto con la Murciana al Pisón y la Zulú demente en la Visera. A ver cuándo le toca a esta última.
En esta ocasión he disfrutado mucho más de la escalada que en la Murciana y esto es debido a que en aquella ocasión fuimos una cordada de 3 y nos dividimos la ruta en 3 tramos de 3 largos cada uno, así que para cuando llegó mi turno de ir de primero ya tenía los antebrazos al jerez. En esta ocasión nos alternamos todos los largos y además de nuevo a Tono le tocó en el sorteo los dos más duros, el 5º y el 7º, por lo que me llegó la gasolina para escalar la mitad de la vía. Escalar mientras disfruto de la escalada, sin pensar en caerme, concentrado sólo en progresar y buscar siempre la mejor manera para hacer el siguiente paso, es una sensación novedosa para mí, empecé a descubrirla al mismo tiempo que descubrí las vías deportivas de desplome, y que raras veces disfruto fuera de ese ámbito, y mucho menos a decenas de metros de altura. Esa sensación me duró 4 largos y medio. En cuanto mis antebrazos alcanzaron y sobrepasaron la reserva mi cabeza se fue también y dejé de escalar y me dediqué a lo de siempre, a arrastrarme de chapa en chapa. Eso sí, nada de ir de compiguay: conseguí cumplir con el reparto de largos hasta el final.
En esta ocasión he disfrutado mucho más de la escalada que en la Murciana y esto es debido a que en aquella ocasión fuimos una cordada de 3 y nos dividimos la ruta en 3 tramos de 3 largos cada uno, así que para cuando llegó mi turno de ir de primero ya tenía los antebrazos al jerez. En esta ocasión nos alternamos todos los largos y además de nuevo a Tono le tocó en el sorteo los dos más duros, el 5º y el 7º, por lo que me llegó la gasolina para escalar la mitad de la vía. Escalar mientras disfruto de la escalada, sin pensar en caerme, concentrado sólo en progresar y buscar siempre la mejor manera para hacer el siguiente paso, es una sensación novedosa para mí, empecé a descubrirla al mismo tiempo que descubrí las vías deportivas de desplome, y que raras veces disfruto fuera de ese ámbito, y mucho menos a decenas de metros de altura. Esa sensación me duró 4 largos y medio. En cuanto mis antebrazos alcanzaron y sobrepasaron la reserva mi cabeza se fue también y dejé de escalar y me dediqué a lo de siempre, a arrastrarme de chapa en chapa. Eso sí, nada de ir de compiguay: conseguí cumplir con el reparto de largos hasta el final.
Y después de tanto esfuerzo, físico y mental, la recompensa aumentada de llegar a cima, de gozar de esa extraña perspectiva hacia abajo de las terrazas del Gállego, del resto de los mallos, del pueblo... de la vida cotidiana.
Una cordada saliendo por la Rabadá-Navarro
El agüelo feliz como una perdiz por estar de nuevo en el Firé,
detrás a la derecha el mallo Pisón y su Puro
Un placer compartir cordada, una vez más, con Tono
El que quiera aquí tiene el tocho con datos y más fotos.
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