El sector Bombos cubierto ya por la sombra de la tarde
No he encadenado nada, no he podido, porque no me he atrevido, escalar de primero y, sin embargo, vuelvo de esta visita primera al sector Bombos de Vadiello con los dedos cansados y doloridos, una sensación que siempre asocio con la felicidad. Soy feliz escalando hasta cansarme, incluso cuando ese cansancio en antebrazos o dedos surge en el tablón, pero si además es en roca, al sol de invierno y a resguardo del vendaval que soplaba hoy en todo el valle del Ebro, entonces me olvido del fracaso ante esos desplomes apabullantes, de mi flojera en ese mar de tridedos y bidedos imposibles de alcanzar, de la fealdad de esos picados ominipresentes y hasta de la ausencia de encadenes. Esa felicidad, simple, sencilla, infantil, asociada a mis dedos cansados, viene de darlo todo, todo lo que he podido dar, que hoy no ha sido mucho, incluso de gritar de frustración por no haber tenido la fuerza suficiente para bloquear y llegar a un lejísimo bidedo cuando estaba subiendo de segun todo el día, cuando ya me había colgado infinidad de veces en ese pegue.
Esta sensación de felicidad es la que busco en cada salida y la que encuentro casi siempre, a nada que barra un poco el polvo de la frustración. La receta es sencilla: buena compañía, vías físicas y solete de invierno. Y así comenzó el año con la primera visita anual a Benabarre, aunque fuera sólo a un par de días de la anterior, e incluso la inesperada visita al sector del Castillo de Loarre, como mejor sustituto a unos Mallos de Riglos completamente desaparecidos bajo una gruesa y persistente niebla, y sus placas tumbadas no me impidieron disfrutar de un sol y una tranquilidad inusitada.
Reportaje en orden temporal inverso:
Bombos de Vadiello
El agüelo haciendo como escala Mongolos en acción, 6c+:
uy pues no me quedo, a ver así, tampoco, y al final tocó lo de siempre.
David en la espectacular Ataraxia, 7c
Muestra de los apabullantes bombos del sector
El agüelo apretando y apretando en Charlicita, un 7b al que entramos pensando
que era 7a+, pero como la montó Abel no iba a desperdiciar la oportunidad
de seguir escalando de segundo
Abel, David y el agüelo
Benabarre
Abel en Rukipankis, 6c
Júnior a punto de encadenar, por fin, Jigoku, 7a
David asegurando a su amigo Dani en Delicuent habits, 7a+
David en Belladona, 7a
El agüelo descifrando el bloque de El llanto de Belcebú, 6c+
El bloque quedó resuelto, la vía no, jjj
Abel, Dani, Júnior, David y el agüelo
Castillo de Loarre
Los dos sectores: a la izquierda El Búnker, donde estuvimos,
y a la derecha Peña O Rufo
El agüelo tuvo la suerte de salir en las mejores fotos de la jornada
Tono en Reyno de los cielos, V, y Fino en el liso inicio de Cicuta, 6a+
Fino a punto de terminar Cicuta, 6a+
Silvia en el espolón de Reyno de los cielos, V
¿Qué hago yo en una placa así?
Un aragonés apretando
Fino en el disfrutón techo final de Búnker, 6a+
(abajo se ve la pretona fisura inicial)
Fino on fire, encadenando Saputilandia, 6c
Silvia, Tono, Fino y el agüelo, un extraño entre todos estos titanes de la placa
No hay comentarios:
Publicar un comentario