martes, 19 de marzo de 2013

MiniAtauri

Juan, Raúl, Óscar, Patri y el agüelo en el pie de vía de Boketelandia

El domingo 10 de marzo tuve la oportunidad de visitar de nuevo una de mis escuelas favoritas, Atauri, en Álava. Pero no fue más que un "aquí-te-pillo-aquí-te-mato", lo justo para quitarme el mono, pero que me dejó totalmente insatisfecho. Fue una escapada de una mañana porque tenía que volver a comer. Apenas dio tiempo a calentar en un par de vías y luego a calentarme la cabeza en una de pretar. Boketelandia, se llamaba. Ideal para el agüelo con ese nombre, dijeron Juan y Patri, los habituales acompañantes en mis visitas a esta delicatessen de cazos, buena roca y desplomes. Verla y acojonarme fue todo uno. Los seguros me parecían demasiado alejados, el desplome demasiado desplomado (¿No querías desplome, agüelo? Pues toma), todo cazo demasiado pequeño… Mi confianza estaba por los suelos. El jueves no había hecho un buen entreno, se me petaron los brazos enseguida y en mi cabeza ya empezó el runrun de que no estaba fuerte. Con esta mentalidad no apostaba siquiera a que fuera capaz de montar la vía. 
Al final terminé montándola, casi chapa a chapa, pero me quedé ya sin más tiempo que para desmontarla a toda leche sin terminar de maquear todos los pasos y salir corriendo, literalmente, a casita. Una excusa estupenda para volver.
El agüelo donde se acaban los boquetes de Boketelandia

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