El agüelo delante de la Peña del Reloj
Sol de invierno, el paraíso para la escalada deportiva. Ya lo buscamos en la pasada salida a Calcena, pero fue un encuentro a medias con él. Pero esta vez, en el primer finde helador de la temporada, tuvimos más suerte. Mi plan era ir a Benabarre, pero los compis opinaron que era demasiado viaje para tanto frío y volvimos a nuestros orígenes, a Morata. Sólo una ligera brisa nos incomodó de vez en cuando. Nos fuimos a un sector con solera, la Peña del reloj y allí me quité viejos deberes, deberes roñosos que me venían asustando desde hace años, Nacional II (V+) y El gran diedro (6a), y ataqué a los nuevos, Agobiator (7a).
Abel montó la vía y le di un primer pegue de segundo, que sorprendentemente me salió sin problemas, encontré todos los pies que necesité, me quedé de todos los miniagarres... todo parecía fluir de forma natural. Me bajé con la extraña sensación bocachanclera de que había sido demasiado fácil. El siguiente intento lo hice ya con la cuerda por abajo y la cosa empezó bien, pero en el último paso no llegué a pillar un buen agarre a la primera y llegaron las dudas, frías y asesinas. Los segundos pasaban y el paso no salía, ¿había colocado mal el pie derecho? ¿no colocaba bien el cuerpo? ¿cómo mierda había hecho el paso hacía solo unos minutos? Un último intento a la desesperada se saldó con el previsible fracaso.
El siguiente pegue empezó mal, la segunda presa de apretar no la aguanté: ¡a qué velocidad te come los brazos esta puñetera vía! Para colmo en un paso fácil un par de chapas más arriba me caí cuando tenía la cuerda mal pasada por la pierna. La pierna se enganchó en la cuerda y en vez de un plácido vuelo tuve un pequeño susto que se saldó con un moratón del siete y un cabreo tremendo, no por no encadenar la vía (eso entraba dentro lo muy probable), sino por haber cometido un fallo tan importante.
César también tuvo su ración de susto en una vía plaquera a la derecha del gran diedro.
Aparte del agüelo y de Abel, también intentaron la vía un par de amiguetes de Abel que estaban por ahí: Jorge y Pablo.
César también tuvo su ración de susto en una vía plaquera a la derecha del gran diedro.
Aparte del agüelo y de Abel, también intentaron la vía un par de amiguetes de Abel que estaban por ahí: Jorge y Pablo.
En cuanto el sol empezó a abandonarnos le dijimos adios a esta vía hasta el año que viene porque le da la sombra todo el día y habrá que esperar a que el sol de invierno nos deje y llegue la primavera que antecede a la chicharra veraniega.
César pilotando por las placas de Nacional II...
... y superando miedos en El gran diedro
El gran diedro visto hacia abajo
Una cordada en la panza final de Éxtasis, 6a+
El agüelo en el pegue-que-casi-sale a Agobiator
(desde esta misma presa caí en el siguiente pegue, mi pierna derecha
se enredó en la cuerda, volteé y a punto estuve de dejarme la cabeza
contra las duras rocas moratinas; suerte de desplomaco, jjj
Todos los protagonistas de esta historia:
Jorge, Ana, Pablo, Abel, César y el agüelo
4 comentarios:
Lo tienes cerca pequeño saltamontes!!!!
Un abrazaco y hasta la vista alpinistaaaa
Eso espero!! jjjj
Cuidadín cuidadín con esos vuelos, que los golpes a nuestra edad dejan huella!! Je je!!
A ver si sacas los esquis este año, o los vas a dejar cogiendo polvo otra temporada?
uf uf, este año me había prometido sacar las focas, pero ya me veo como el invierno pasado, q si no hay todavía condiciones, q si mira q solecito...
jjjjjj
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