martes, 22 de septiembre de 2009

Órganos de Montoro: Colombiomanía, V

Órganos de Montoro: en rojo la ruta que seguimos (los círculos
indican las reuniones); en azul la vía original; en verde el
precioso diedro de la vía Abraxas

El sábado fue uno de esos días que quedamos para escalar sin tener nada claro cuál iba a ser el plan, ni siquiera si íbamos a poder escalar ya que la meteo era bastante mala por casi todas partes. Lo único seguro es que habíamos quedado a las 9:15 David, Beto, Abel y yo, y por lo tanto el éxito de convivencia, como dice David, estaba totalmente asegurado. Abel y yo llegamos tarde y además no nos aclaramos y estuvimos esperando a los otros 2 durante un cuarto hora sin saber que ellos ya estaban también abajo esperándonos. Una vez todos juntos empezamos a discutir las posibilidades que eran muy variadas: Horta de Sant Joan, Masmut o incluso Morata. Al final no ganó ninguna y en un arrebato de imaginación nos fuimos a Montoro, en Teruel.
Para llegar hasta allí hay que salir desde Zaragoza hacia Belchite y en Lécera se pueden seguir dos caminos: o bien por Montalbán o bien por Alcorisa. En ambos casos hay que desviarse en Ejulve y coger la carretera a Villarluengo. Después de bajar un puerto que atraviesa las miles de hectáreas quemadas durante este verano llegamos a esta curiosa formación geológica formada por un plegamiento casi vertical de capas de caliza de dudosa fiabilidad y cubiertas en muchos casos de abundante vegetación. Si añadimos a todo esto que la mayoría de las vías no tienen apenas equipamiento se entiende por qué esta zona es ideal para los que quieran huir de masificaciones. Nosotros sólo nos encontramos con Luis, un pastor local que nos acompañó hasta pie de vía y nos estuvo observando cómo hacíamos el cabra.
David, Luis y Beto a pie de vía
Por una vez nos olvidamos de las cervezas y los bocadillos y acabamos la jornada como unos señores cenando por 15€ en el hotel Masía de los Barrancos.
El agüelo, Abel, Beto y David: entre los 4 sumábamos casi 150 años
en una serie de 34, 35, 38 y 42 (dejo a la imaginación y malidicencia
de cada cual que asigne las respectivas edades )


La vía no es maravillosa, pero tiene un largo muy bonito, el del diedro (demasiado bonito para mi: subí muy impresionado, en tensión), y está en una zona increíble, así que fue más que suficiente para un día de pronóstico incierto.
Beto cruzando el río camino de las vías
Croquis de la vía: Colombiomanía es la nº 4
El primer largo nos lo escaqueamos casi al completo y el poco trozo que hicimos, nos lo inventamos. Entramos a la vía por la vira que da acceso a la vía Abraxas y la seguimos hasta el final. El problema de inventarse entradas es que a veces te complicas la vida. Este primer largo se suponía que era de IV+ así que me presenté voluntario para ir de primero. La alegría me duró unos pocos metros, hasta que me encontré delante de una fisura roma que partía por la mitad una plaquita bastante lisa. Aún hice un intento por aquello de no hacer el ridículo tan pronto, pero dada la hora que era (pasadas las 13:30), decidí no alargar demasiado esta agonía y me bajé. Y Abel tuvo que sacarme de nuevo de apuros: consiguió poner un alien y un camalot donde yo no vi nada y llegó hasta la reunión hecha con varios cintajos en una enorme encina.
Abel en el punto en el que me di la media vuelta
Mi honra inexistente quedó un poco mejor después de que Abel dijera que ese paso ya sería de V o más y sobre todo cuando David, que era el primero de la otra cordada, me pidió que le esperara por si le tenía que echar una de mis dos cuerdas.
El 2º largo es muy sencillo. Hay que ir hacia la derecha por una serie de gradas rotas hasta llegar a un pequeño muro vertical con mucha presa, más roto que difícil y que te deja a los pies de otra enorme encina donde está la siguiente reunión.
El 3er largo es el bonito de la vía. Empieza por una ancha fisura no vertical del todo y con algún agarren en el interior, pero muy roto. Tan roto que cuando iba yo de 2º tiré un bolaco que pasó muy cerca de la cara de David y que no tuvo más consecuencia que terminar con la escasa decisión que tenía David y esta vez sí que tuve que lanzarle una de mis dos cuerdas. Al oír esto Abel reforzó rápidamente la reunión (spit y fisurero) con un cintajo por si a alguno de estos agüelos le daba por colgarse de las cuerdas (con los agüelos nunca se sabe).
Abel en la fisura del comienzo del L3
Esta fisurota termina en una corta repisa horizontal donde hay un spit para montar reunión, pero Abel decidió seguir y se quedó sin fotos del diedro. Y el diedro impresiona: vertical, con tramos muy estrechos en su fisura... y yo "sólo" colgado de una cuerda. El primer paso ya hay que apretarlo porque la placa de la izquierda es bastante lisa al comienzo, pero luego vas encontrando algún resalte. El diedro es mucho más asequible y corto que el del vecino Abraxas, no me tuve que colgar en ningún momento de la cuerda y aunque reposé un par de veces lo superé en libre (qué remedio: Abel había colocado los seguros justos y David llevaba mi otra cuerda).
El agüelo asombrado de que aún esté pegado a la pared
David se quedó a unos cuantos metros de seguridad por debajo de mí intentando tranquilizarme, pero no lo conseguí hasta llegar a los últimos metros. No había parado de resoplar en todo el largo y lo cotaban sólo de V. El único percance de este largo fue perder la boquilla del camel-bag en uno de los arrastres finales del diedro.
El precioso diedro de la Abraxas
El 4º largo fue muy corto y sencillo y la única dificultad, como en toda la vía, consistió en tantear todas las rocas antes de pisar o agarrar ninguna.
El 5º largo aún tuvo sus pasos divertidos, empezando por la salida de la R, un par de resaltillos verticales o una corta arista.
David en el 5º largo
Los últimos metros discurren por una pared verticalilla surcada por una evidente fisura por la que Abel comenzó para abandonarla nada más llegar a uno de los pocos clavos de la vía, y tirar por la arista de la derecha mucho más cómoda (al fin y al cabo este tramo estaba marcado como de III). Abel y yo terminamos a las 17:30 y tuvimos que esperar un poco a David y Beto ya que éstos decidieron dividir el último largo en dos al llegar a la arista.
No perdimos demasiado tiempo porque aún quedaba la bajada y ésta fue larga y algo delicada: seguimos un sendero no muy evidente hacia la izquierda, atravesamos un collado y al llegar al segundo empezamos a descender por una estrecha y empinada canal marcada con hito enorme en su entrada.
Hito enorme que indica el comienzo del descenso hacia el rápel
Al llegar al final de la canal, seguimos descendiendo de frente a la pendiente hasta llegar a un cortado donde hay montado un rápel en el tronco de una encina.
David y Beto esperando su turno en el primer rápel
Hay un rápel intermedio unos metros más abajo, pero como íbamos con dos cuerdas las apuramos hasta llegar al pie de una repisa inclinada. Descendemos con cuidado hasta un cortado de 3-4 m con un destrepe delicado que decidimos evitar a la vista de que alguien había montado un punto de rápel en una sabina. Como siempre en esta época del año con los días acortándose a toda pastilla, llegamos atardeciendo al coche (pero con el estómago bastante mitigado de hambre después de no haber dejado ni una mora en el camino).

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